martes, 24 de abril de 2018

¿VAN AL CIELO LAS MASCOTAS, TIENEN ALMA?

Hasta hace poco, los cristianos pensaban que los animales no tenían alma y por eso no había obligaciones morales hacia ellos. Los papas Juan Pablo II y Francisco cambiaron esa idea. Otros credos piden tratarlos con respeto.

Cada vez son más los sacerdotes que invitan a sus feligreses a acudir a misa con sus mascotas. En vista de que los animales de compañía se han convertido en los nuevos miembros de las familias, una parte del clero piensa que la compañía de perros, gatos, cerditos, conejos y otras especies en algunos servicios religiosos no va en contra de ninguna norma. De hecho, hay quienes hacen misas a las que pueden asistir, como el día de San Francisco de Asís, patrono de los animales. La Iglesia católica ha reconocido la ayuda que los animales brindan a personas solitarias, con depresión y otros males.

Sin embargo, hay otra parte que no lo considera así. El debate no es nuevo.

Comenzó en tiempos de Juan Pablo II, cuando afirmó, en algo inédito para un pontífice, que “los animales poseen un soplo vital recibido por Dios”. Entonces estalló un rosario de críticas. Teólogos, filósofos y ecologistas hicieron eco de estas palabras.

Los titulares de enero de 1990 eran reveladores: Corriere della Sera y La Stampa decían: “El papa abre el cielo a los animales”. La Repubblica informó: “También las bestias tienen un alma, como los hombres”.

Según analistas, lo que Juan Pablo II quiso fue abrir una brecha en un campo poco explotado de la fe católica. Karol Wojtila dijo entonces que “la Biblia recuerda que el hombre, salido de las manos de Dios, resulta solidario con todos los seres vivientes, como aparece en los salmos 103 y 104, donde no se hace distinción entre los hombres y los animales”.

El debate duró meses y durmió el sueño de los justos hasta que el papa Francisco, casi 20 años después, prendió de nuevo la polémica. El papa afirmó que la vida después de la muerte no es un regalo sólo para los creyentes sino también para los animales: “Las Sagradas Escrituras enseñan que este maravilloso plan incluye todo lo que nos rodea y que fue ideado por el pensamiento y el corazón de Dios”. En una entrevista posterior agregó que “el cielo está abierto para todas las criaturas. En ese lugar recibirán la alegría y el amor de Dios, sin límites”.

La postura de Francisco en relación con los animales es contraria a la de su predecesor, Benedicto XVI, quien, a pesar de su confeso amor por los gatos, dijo que los animales se limitaban a existir en la tierra. Entonces, ¿tienen alma los animales? 


En la revista Teología Moral, la aplicación del concepto del alma no es correcta, pues los animales no son conscientes del bien ni del mal. Aunque ha sido claro en que no se pueden exceder las atenciones que les damos a nuestros animales.

Años después, Mario Canciani, quien fuera párroco de San Giovanni dei Fiorentini, escribió una obra para probar con argumentos bíblicos y teológicos que los animales poseen un alma y que tienen que ir también al cielo.

En la Iglesia católica, otros papas han tenido mascotas. Se dice que Pablo VI tenía un perro y que el papa Montini le dijo a una niña que lloraba por su mascota: “Tranquila, que lo verás de nuevo en el cielo”.

El budismo exige tener actitud amable con los animales, no maltratarlos. En su doctrina se establece que si alguien comete errores graves va a reencarnar en uno de estos seres.

El islam dice que la misericordia se debe extender no sólo a los seres humanos, sino a todas las criaturas vivientes. Prohíbe la crueldad con los animales. Para los judíos, los animales deben ser tratados con compasión. Varios dueños de mascotas están convencidos de que sus animales tienen un alma, incluso muy parecida a las de los niños. “Dios creó a todas las criaturas con amor y bondad, grandes, pequeñas, con forma humana o animal, todos son hijos del Padre”, decía san Francisco de Asís.

La Red Zoocial



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