Por Lupo Glori
¿El papa Francisco abre las puertas de la Iglesia Católica a la teología gay? La pregunta surge espontáneamente ante la noticia de que para dirigir los inminentes y ya tradicionales ejercicios espirituales de Ariccia para el propio papa Bergoglio y a los miembros de la Curia romana se ha llamado al sacerdote-poeta portugués José Tolentino de Mendonça, conocido por ser admirador de Sor María Teresa Forcades i Vila, teóloga notoria por sus posturas favorables a la ideología homosexualista, que precisamente se encuentra en Italia estos días para presentar su libro Siamo tutti diversi! Per una teologia Queer (Castelvecchi Editore).
Como señala l’Osservatore Romano, los próximos ejercicios espirituales de Cuaresma que se celebrarán entre el 18 y el 23 de febrero en Ariccia en la Casa del Divino Maestro, serán en efecto dirigidos por el sacerdote-poeta, vicerrector de la Universidad Católica de Lisboa y asesor del Pontificio Consejo de la Cultura, que ha elegido como tema para su meditación el «Elogio de la sed».
¿Y quién es Sor Teresa Forcades?
¿Y quién es Sor Teresa Forcades?
Forcades es una monja de clausura del monasterio benedictino de Montserrat que recorre el mundo divulgando el actual evangelio homosexualista en el seno de la Iglesia Católica. En el ejercicio de dicho cometido, intervino el pasado jueves 1 de febrero en Reggio Emilia, dentro de un ciclo de conferencias sobre el tema Teología de la mujer, al objeto de promover la aceptación de la homosexualidad en la Iglesia Católica, en la que, como explica el sitio web de los cristianos LGBT gionata.org, «son protagonistas mujeres teólogas que con su capacidad de análisis logran caracterizar y dar un valor específico al pensamiento teológico, a fin de ofrecer un punto de vista novedoso, diferente, renovador e inclusivo dirigido a quien se siente al margen de la Iglesia».
Entrevistada después de su presentación, la religiosa española ha destacado que por fin ha cambiado la relación entre la Iglesia y la homosexualidad gracias a la llegada del papa Francisco, que mediante el Sínodo de la Familia intentó hacer lo posible para transformar la actitud de la Iglesia hacia la homosexualidad:
«Creo que el papa Francisco intentó dar un paso al frente en este sentido con el Sínodo de la Familia. No lo consiguió, pero tampoco es el mismo el clima actual que el de cuando no estaba Francisco. Por ejemplo, sor Jeannine Gramick, que desde hace muchos años trabaja en Estados Unidos con miras a la aceptación, no sólo de que se sea homosexual, sino también de la actividad homosexual, del amor homosexual físico, ha dicho que desde que llegó el papa Francisco no siente la presión que sentía antes para que no ejerciera un apostolado así».
Forcades precisó que en Sudamérica y Oceanía las iglesias locales están realizando grandes avances en el diálogo con los homosexuales más rápido que en Europa, y reconoció en todo caso que, en los últimos tiempos, y precisamente desde la llegada del pontífice argentino, y también por propia experiencia, está encontrando las puertas más abiertas: «Mi experiencia es que hasta el momento he encontrado más personas que me apoyan y están de mi parte».
Forcades es, pues, una monja claramente alineada que nunca ha disimulado sus posturas heterodoxas en materia de sexualidad y «renovación» de la Iglesia, y precisamente por eso es celebrada y apreciada por los promotores de las tendencias culturales dominantes, favorables a una revolución homosexualista dentro de la Iglesia católica.
El 19 de abril de 2015, cuando en una entrevista en el Corriere della Sera se le preguntó si era favorable a los matrimonios homosexuales, respondió lo siguiente:
«Sí, porque las identidades sexuales no se consideran compartimentos estancos que Dios quiera que se complementen mutuamente y que deban ser siempre así, fijados en unos papeles definidos y diversos. Vivo en el mundo y veo a personas del mismo sexo que se aman, y me preguntan: “¿Por qué va a ser malo?”. Se las ve felices, se quieren de verdad. ¿Por qué no bendecirlas entonces? ¿Por qué no van a estar dentro de la Iglesia? ¿Por qué no vamos a poder alegrarnos por el amor en cualquiera de sus formas?».
Escasos meses más tarde, el 9 de febrero de 2016, aclaró en más detalle sus ideas al respecto en La Repubblica. A la pregunta «¿Qué piensa del matrimonio civil y del matrimonio homosexual? ¿Pueden considerarse un sacramento, pueden funcionar a los ojos de Dios y de la sociedad?», respondió con las siguientes palabras: «Un sacramento es la manifestación del amor de Dios en el espacio y en el tiempo. El amor siempre es sacramento de Dios si respeta la libertad del otro. El amor posesivo, al contrario, aunque sea entre un hombre y una mujer, puede no ser sacramental en el sentido profundo del término».
«Creo que el papa Francisco intentó dar un paso al frente en este sentido con el Sínodo de la Familia. No lo consiguió, pero tampoco es el mismo el clima actual que el de cuando no estaba Francisco. Por ejemplo, sor Jeannine Gramick, que desde hace muchos años trabaja en Estados Unidos con miras a la aceptación, no sólo de que se sea homosexual, sino también de la actividad homosexual, del amor homosexual físico, ha dicho que desde que llegó el papa Francisco no siente la presión que sentía antes para que no ejerciera un apostolado así».
Forcades precisó que en Sudamérica y Oceanía las iglesias locales están realizando grandes avances en el diálogo con los homosexuales más rápido que en Europa, y reconoció en todo caso que, en los últimos tiempos, y precisamente desde la llegada del pontífice argentino, y también por propia experiencia, está encontrando las puertas más abiertas: «Mi experiencia es que hasta el momento he encontrado más personas que me apoyan y están de mi parte».
Forcades es, pues, una monja claramente alineada que nunca ha disimulado sus posturas heterodoxas en materia de sexualidad y «renovación» de la Iglesia, y precisamente por eso es celebrada y apreciada por los promotores de las tendencias culturales dominantes, favorables a una revolución homosexualista dentro de la Iglesia católica.
El 19 de abril de 2015, cuando en una entrevista en el Corriere della Sera se le preguntó si era favorable a los matrimonios homosexuales, respondió lo siguiente:
«Sí, porque las identidades sexuales no se consideran compartimentos estancos que Dios quiera que se complementen mutuamente y que deban ser siempre así, fijados en unos papeles definidos y diversos. Vivo en el mundo y veo a personas del mismo sexo que se aman, y me preguntan: “¿Por qué va a ser malo?”. Se las ve felices, se quieren de verdad. ¿Por qué no bendecirlas entonces? ¿Por qué no van a estar dentro de la Iglesia? ¿Por qué no vamos a poder alegrarnos por el amor en cualquiera de sus formas?».
Escasos meses más tarde, el 9 de febrero de 2016, aclaró en más detalle sus ideas al respecto en La Repubblica. A la pregunta «¿Qué piensa del matrimonio civil y del matrimonio homosexual? ¿Pueden considerarse un sacramento, pueden funcionar a los ojos de Dios y de la sociedad?», respondió con las siguientes palabras: «Un sacramento es la manifestación del amor de Dios en el espacio y en el tiempo. El amor siempre es sacramento de Dios si respeta la libertad del otro. El amor posesivo, al contrario, aunque sea entre un hombre y una mujer, puede no ser sacramental en el sentido profundo del término».
Interpelada sobre su parecer sobre los niños adoptados por parejas homosexuales, con dos padres o dos madres, la teóloga homosexualista explicó que no veía problema alguno: «Por supuesto que sí. Lo que los niños necesitan es un amor adulto, maduro y responsable por parte de padres que antepongan las necesidades de sus hijos a las propias y sepan al mismo tiempo fijar unos límites justos y ayudarlos a crecer. Criarse con dos mujeres o con dos hombres no supone ningún problema».
Parecería inconcebible, si no fuera síntoma de un programa político en el interior de la Iglesia Católica, la decisión vaticana de que dirija los ejercicios espirituales de Ariccia José Tolentino de Mendonça, sacerdote conocido por su vinculación con un personaje tan notorio y controvertido como sor Teresa Forcades. Vinculación basada en una evidente comunión de ideas probada por un libro de la monja catalana titulado La teología feminista en la historia, prologado por el sacerdote-poeta con un vivo elogio de las originales ideas de la autora, las cuales Occidente (y la Iglesia), como se lee, harían bien en apreciar: «Tal vez la historia de Occidente sería diferente si se hubiese adoptado un modo simbólico, abierto y sensible de enfocar la realidad en vez de las triunfales retóricas unívocas que conocemos. Repito: tal vez la historia sería diferente. Y precisamente en esta extraordinaria obra de Teresa Forcades i Vila, la teología feminista de la historia, que el lector tiene en sus manos, acude en nuestro rescate».
Parecería inconcebible, si no fuera síntoma de un programa político en el interior de la Iglesia Católica, la decisión vaticana de que dirija los ejercicios espirituales de Ariccia José Tolentino de Mendonça, sacerdote conocido por su vinculación con un personaje tan notorio y controvertido como sor Teresa Forcades. Vinculación basada en una evidente comunión de ideas probada por un libro de la monja catalana titulado La teología feminista en la historia, prologado por el sacerdote-poeta con un vivo elogio de las originales ideas de la autora, las cuales Occidente (y la Iglesia), como se lee, harían bien en apreciar: «Tal vez la historia de Occidente sería diferente si se hubiese adoptado un modo simbólico, abierto y sensible de enfocar la realidad en vez de las triunfales retóricas unívocas que conocemos. Repito: tal vez la historia sería diferente. Y precisamente en esta extraordinaria obra de Teresa Forcades i Vila, la teología feminista de la historia, que el lector tiene en sus manos, acude en nuestro rescate».
Tolentino de Mendonça subraya que el apostolado de Forcades debe tomarse como modelo para «liberar al cristianismo de ataduras dogmáticas del pasado y del presente»:
«Teresa Forcades i Vila es un nombre que, por muchas razones, vale la pena tener presente. (…) Donde quiera que él actúe, su método es valerosamente el mismo: señalar las contradicciones y estudiar alternativas de interpretación que sostengan una ruptura en significado y civilización. Una de las convicciones que nos deja este libro es que el futuro del cristianismo depende en gran medida del proceso de limpieza que seamos capaces de hacer de su pasado y de su presente. Hay mucho silenciamiento, demasiada vida oculta, una represión cultural que hace que la historia, en su versión dominante, esconda lo que la pone en tela de juicio y la impulsa en otras direcciones. El Evangelio de San Juan dice que “el Espíritu sopla donde quiere” (Jn. 3, 8), pero la historia no siempre lo sabe. Pues bien, necesitamos que se nos explique lo mismo de otro modo, nos informen otras voces, que se exprese de formas insólitas, a partir de otras experiencias».
El prestigio de la hermana Forcades, según Tolentino de Mendonça, sería por tanto haber puesto en evidencia la importancia de la ética de las relaciones libres de normas rígidas y codificadas: «Teresa Forcades i Vila nos recuerda lo esencial: que Jesús de Nazaret no ha fijado códigos ni reglas. Jesús vivió. Es decir, elaboró una ética de la relación; somatizaba la poética de su mensaje en la visibilidad de su carne; puso como premisa el propio cuerpo».
¿Qué frutos espirituales obtendrán quienes participen en los ejercicios espirituales de Ariccia en vista de estas premisas?
Fuente: Adelante la Fe / CorrispondenzaRomana
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