El mundo lésbico, según numerosas estadísticas, alberga algunas diferencias con el de los homosexuales. Hay estudios que sugieren que en las parejas de lesbianas hay más violencia interna, tanto física como psicológica. También es bien sabido que es frecuente entre las adolescentes albergar sentimientos románticos hacia otras chicas que desaparecen al crecer, algo más infrecuente entre los hombres. Y las estadísticas dejan bien establecido que en casi todos los países hay 3 homosexuales por cada lesbiana.
Pero las mujeres que desarrollan atracción por el mismo sexo, como los hombres, pueden vivir que esta atracción no les hace felices, y que la vida en los ambientes LGTB no les deja madurar en la felicidad y serenidad que desean.
Recopilamos a continuación 10 testimonios de mujeres que dejaron el estilo y las prácticas lésbicas y encontraron equilibrio y paz en la castidad o bien en el matrimonio con hombres buenos.
1. Mary Garman, amante de la escritora Vita Sackville-West... pero luego casta y devota
Es indudable que ella amaba apasionadamente a Roy: escandalizaban a los campesinos de la costa de Gales con su actividad sexual en playas y campos. Aún así, después de casados ella tuvo una intensa relación lésbica con la escritora Vita Sackville-West, que la usaba para dar celos a su amante, la también famosa escritora lesbiana Virginia Woolf. Incluso dos años después, viviendo en Provenza con Roy y sus hijas, ella se acostó con su cuñada mientras él lo hacía con otra mujer.
Mary Garman y Roy Campbell ya siendo católicos conversos y convencidos en Toledo, en 1935 o 1936
A Mary le gustaban las mujeres... pero le gustaba más Roy. Cuando se bautizaron como católicos dos años después en Altea, Alicante, en 1935, y se re-casaron por la Iglesia, aceptaron la exclusividad de su lazo y ya siempre se mantuvieron fieles a la relación matrimonial y enamorados.
Roy fue un católico entusiasta y comprometido y Mary fue de misa y rosario diarios, primero en España, después de vuelta en Inglaterra. "Quien mucho ha pecado necesita mucha oración", decía a sus hijas. El matrimonio fue feliz y fiel hasta su muerte.
Puede saberse más de Roy Campbell, su fe y su familia en "España salvó mi alma", de Josep Pearce.
2. Robin Beck: lesbiana 35 años, 12 parejas, «imposible tener una relación gay sana», dice
Durante años acudía a iglesias protestantes liberales, que veían bien que tuviese relaciones lesbianas. En cada relación, “las cosas siempre empezaban genial y yo estaba segura de que esa vez había encontrado finalmente a la pareja perfecta. Pero en menos de un año acababa sintiéndome fatal, preguntándome qué diablos estaba haciendo y me iba”, escribe en su libro. Robin le contó a LifeSiteNews que ahora ella cree que la “mayoría de las lesbianas que tienen relaciones adictivas con otras mujeres han tenido una falta de relación con la madre”.
Un Miércoles de Ceniza acudió a una iglesia católica para recibir las cenizas (incluso los no bautizados y los muy pecadores pueden acudir a este hermoso ritual). Sintió que Dios conmovía su corazón, empezó a ir a misa. En 2010 se hizo católica. A los 54 años decidió entregar su sexualidad a Dios y vivir en castidad. "Abandoné la vida gay y ni siquiera por un segundo he pensado en volver a ella", escribe.
3. Charlene Cothran: de dirigir una revista lésbica a pastora pro-familia
Ella los asombró a todos cuando dijo: "La dirección de la revista Venus va a cambiar 180 grados. Tenemos otra misión. Hasta ahora les hemos dicho que lo tomen con valentía y que se sientan orgullosos de ser gays, que salgan del armario, que se lo digan a sus padres… Pero ahora vamos a tomar otra dirección. Vamos a informar a la comunidad gay que no es esto lo que Dios quiere de ellos”. Se hizo un silencio total en el auditorio. Se podía escuchar la caída de un alfiler: “Traté de no mirar a mis amigos y continué: ‘Esto no es lo que Dios quiere, y la revista Venus va a informar a la gente sobre cómo pueden salir de su homosexualidad. Pero como no podemos salir solos, es necesario que nos sometamos a una relación con Dios, y esto es lo que Él ha hecho conmigo”.
Charlene había sido activista lesbiana militante muchos años, pero en cierto momento, con la enfermedad de su madre, se puso a pensar en la muerte y en una idea: ¿era posible mirar a una mujer sin sexualizarla, sin desearla? Ver más allá, ver la persona...
"Tú crees que Dios no te puede aceptar porque has tenido una vida pública de lesbiana. Sin embargo, con todo, has de saber que Dios te acepta”, le había dicho una pastora evangélica. Y sintió que Dios le decía: “Tienes que elegir hoy a quien vas a servir. Si me escoges, te haré muy feliz. Voy a emplear todos tus dones para mi gloria. Pero si me dices que ‘no’, voy a permitirte que hagas lo que quieras, pero será un camino de condenación”.
Por supuesto, toda su vida cambió y la revista Venus se quedó sin publicidad gay y se hundió. Pero Charlene es hoy una cristiana feliz y pastora ayudante en una iglesia evangélica afroamericana y trabaja especialmente con familias, animándolas a superar sus dificultades. Se le puede contactar por Facebook.
4. "Anna", lesbiana y agresiva... hasta que encontró un hombre bueno
Anna (no da su nombre real) es una italiana que ha contado su testimonio en la revista Tempi.it y durante unos años mantuvo la web de testimonios "Exhomo Vox" (aquí su canal de YouTube con testimonios)
Antes de octubre de 2013 Anna, de 25 años, era feminista, anti-clerical y lesbiana. Llevaba 6 años comprometida en una relación sexual con otra mujer. Entonces conoció un chico, Marco, que le invitó a un café y todo cambió.
El padre de Anna dejó el hogar cuando ella era niña. "Yo no perdonaba a mi padre. Odiaba a los hombres y no podía confiar en ellos". Por esto Anna, dice, buscó cobijo y afecto en las mujeres "de las que me sentía atraída". Por otra parte, puesto que su padre se había ido, dañando a su madre, ella intentó ser "el hombre" de la casa. "Yo quería juguetes, ropa, cortes de pelo masculinos. Jugaba al fútbol, pasaba todo el tiempo con niños y crecí con abandono y extravío”. "Yo era agresiva, llena de resentimiento; prefiero no describir todo lo que hice en el pasado y la violencia que contenía". Se enfrascó en relaciones lésbicas.
Pero cuando conoció a Marco conoció un hombre bueno, en el que se podía confiar. Más aún: “ya no podía ver en mi novia lo que siempre había buscado". Aquel café lo cambió todo. Marco y Anna se besaron. "Fue la primera vez que podía confiar en un hombre. No más miedos y celos”.
Anna, con Marco, creció en la fe católica y aprendió a perdonar. Perdonar a su padre la transformó. "Prefiero decir la verdad, que en un principio duele pero después libera”, asegura.
5. Lisa Moeller: despertó en un Orgullo Gay... y las mujeres ya no le atraían
Pero pasaban los años, se sentía sola y no veía amor verdadero. Intentó suicidarse con un bote de pastillas pero la llevaron a un hospital. Deprimida, lloraba cada noche. En otoño de 2009 empezó a rezar a Dios pidiéndole ayuda... pero no que cambiase sus hábitos ni apetencias.
En verano de 2010, acudió a una ciudad para una marcha del Orgullo Gay y recogía firmas para el lobby gay. "Fue de noche, en mi hotel", recuerda: "Me acosté siendo completamente homosexual. Mis gestos, mis vestidos, mi lenguaje corporal, etc. eran todos muy masculinos. Odiaba a los hombres, asqueada con todos por los abusos que había sufrido de aquel vecino siendo niña. Cuando me desperté, había una presencia en la habitación que no puedo describir con palabras. Era una paz que no había experimentado nunca antes".
Y en ese momento sus sentimientos homosexuales desaparecieron y las mujeres dejaron de atraerle. Un día se sorprendió a sí misma mirando con interés a un hombre que estaba corriendo por el parque. Ella dice que fue Dios quien la transformó tan radicalmente.
Contó su testimonio en LifeSiteNews y en su cuenta de Facebook
6. Doreena Paz: comprendió que los niños necesitan un papá y una mamá
Se llama Doreena Paz y contó su testimonio a ReligionEnLibertad en 2012, cuando tenía 34 años.
"Al llegar a los 11 años descubrí que me gustaban las mujeres. El psicólogo, siguiendo la línea de todos los métodos psicológicos actuales, me dijo que lo que yo tenía era una variedad sexual", recuerda. Con 15 años la dejaban ir a "antros gays-lésbicos", donde nadie le preguntaba su edad. Allí una mujer de 30 años, es decir, el doble, la introdujo en la plena vida sexual lésbica, tomándola como su pareja. Era alcohólica y celosísima, dañina, la golpeaba a veces pero Doreena pensó que eso era lo normal.
"Al llegar a los 11 años descubrí que me gustaban las mujeres. El psicólogo, siguiendo la línea de todos los métodos psicológicos actuales, me dijo que lo que yo tenía era una variedad sexual", recuerda. Con 15 años la dejaban ir a "antros gays-lésbicos", donde nadie le preguntaba su edad. Allí una mujer de 30 años, es decir, el doble, la introdujo en la plena vida sexual lésbica, tomándola como su pareja. Era alcohólica y celosísima, dañina, la golpeaba a veces pero Doreena pensó que eso era lo normal.
Dos años después, herida, la dejó. "Me prometí ser cínica con las mujeres y que mi vida sería sólo sexo. Muy pronto me descarrilé en gran desenfreno, saltando de mujer en mujer. Entre el alcohol y las drogas. Además me gustaba el ambiente gay-lésbico”. De esos ambientes dice: "te llenaban el corazón de una revolución con los colores del arcoiris, música electrónica y festivales rave".
A 20 se "casó" con una mujer de 30 que aportaba una niña pequeña de su vida anterior. Doreena en esta relación se sentía como una criada. Y reflexionaba sobre la niña, la maternidad... la niña, dice, echaba de menos a su papá, al que no conocía. "Su cuerpito se convulsionaba de pena, sollozaba como para partir mil corazones, llamando a su padre. Y se durmió así en mis brazos. Entonces, una frase se apoderó de mi cabeza, como si un elefante enorme entrara a una habitación, aplastándome contra las paredes: esto está mal. Los niños necesitan un papá y una mamá. Y esto es así, le guste a quien le guste. La homosexualidad está mal".
Cuando dejó esta familia y volvió a los ámbitos homosexuales ya no le satisfacían de ninguna manera. Y empezó a conocer más a Dios, la Biblia y los sacramentos. Sufrió más heridas y daños, pero en cierto momento ya cortó todo contacto con el mundo gay y empezó una terapia para sanar sus heridas interiores.
"Estoy mucho más calmada y sosegada. Ya no me siento vacía. Me siento en paz con Dios. Estoy de novia con alguien que me quiere mucho y, si Dios quiere, pensamos casarnos. Sé que perdí muchos años de mi vida, pero aún no es tarde…"
7. Rosaria Champagne, académica feminista y lesbiana... y Jesucristo
Conoció a un pastor cristiano y a su esposa. Le abrieron su casa, y se hicieron sus amigos. “Ellos entraron en mi mundo, conocieron a mis amigos, intercambiamos libros. Hablamos abiertamente sobre política y sexualidad. No actuaban como si esas conversaciones les contaminasen”.
Rosaria decidió conocer la Biblia, pensando en su investigación académica. Y como era una mujer de letras la leyó y la releyó, “como un glotón que devora. La leí muchas veces ese mismo año en múltiples traducciones”. Podía estar 5 horas al día leyéndola. Un día le dijo a un amigo transgénero: ‘J, ¿y si es verdad? ¿Y si Jesús es un Señor real y resucitado? ¿Y si todos estamos en un lío?".
Rezó en una iglesia y sintió la presencia de Dios. "¿Yo quería de verdad entender la homosexualidad desde el punto de vista de Dios o sólo quería discutir con él? Pedí a Dios esa noche la voluntad de obedecerle antes de entenderle. Y recé el resto del día”. Y se preguntó cuál era su verdadera identidad. ¿Ser lesbiana? “¿Quién hará Dios que sea yo?”
Poco a poco su mundo se reordenó completamente. Conoció un hombre cristiano y se casaron: hoy vive con él, pastor presbiteriano, en Carolina del Norte. Ella tenía 39 años al casarse y ya no podía tener hijos. Adoptaron unos niños y hoy ostenta con alegría los títulos de esposa y madre. Escribió su testimonio en el libro "The secret thoughts of an unlikely convert".
8. Emma y su cuaderno de terapia: "Sé que he cambiado"
"Esta es mi historia, sin maquillaje ni mentiras, sin falsedades… es mi vida. Mi nombre es Emma, tengo 27 años, soy española y estaba muy cansada de sentirme atraída por mujeres, de luchar contra lo que no soy. Nunca me he sentido muy cómoda con la palabra lesbiana y conozco de sobra las posibilidades del “mundo gay”. Las respeto pero no las quiero para mí. La opción de cambiar no tiene nada que ver con la homofobia", escribe Emma en su "Cuaderno de terapia" que difunde su coach, Elena Lorenzo Rego, en su blog.
"Sólo yo podía convencerme de dejar la atracción hacia el mismo sexo (AMS). Busqué respuestas, y las obtuve", añade. "Creo que la AMS era una excusa mental que yo tenía para ciertos tipos de pensamientos autodestructivos o ciertos comportamientos. Es como si te acostumbrases a vivir con algo que no necesitas, por ejemplo, es como si fuese de noche y llevases gafas de sol. No las necesitas, no te hacen bien, pero te has acostumbrado a ellas. Pues lo mismo me pasaba cuando me di cuenta de que ya no era lesbiana. No fue de repente, en todo el proceso lo he ido descubriendo. Muchas veces conozco a chicas con las que hay mucha química entre nosotras a nivel de amistad, pero no hay pensamientos del tipo: “debería acostarme con esta chica”, entonces me doy cuenta de que he cambiado y sonrío".
"Si he solucionado el tema de la AMS ha sido para sentirme completa, y no emocionalmente dependiente de nadie más. Claro que me atraen los hombres y poco a poco me voy sintiendo más segura con ellos. Estoy abierta a tener una relación con un hombre, cosa que antes me asustaba un poco. Por ahora no hay nadie “especial” en mi vida. Supongo que yo al igual que el resto de las personas normalmente, pienso que para que una historia tenga final feliz necesita una historia de amor. Mi historia también es una historia de amor, aunque de momento no haya aparecido esa persona. Es una historia de amor porque si yo no hubiese aprendido a ver el amor que mis padres me tenían y tienen, si no hubiese encontrado a Elena, ni a mi mentora, ni hubiese aprendido a amarme bien a mí misma y si hubiese huido del amor de Dios siempre presente, todo esto no tendría sentido y posiblemente no habría ocurrido".
"Espero que la opción de entrar en terapia se vea como una opción válida y respetable. Los que estamos aquí hemos decidido, libremente, optar por este camino", afirma.
9. Casada y con hijos, volvió: el sentimiento lésbico se puede encauzar
En 2012 ReL publicó el testimonio de María (no es el nombre real), que está felizmente casada con un hombre y tiene hijos, pero que en su pasado vivió intensamente la atracción hacia otras mujeres.
"Mi infancia fue la de una niña aparentemente normal en una familia numerosa. Mis padres intentaron hacer que nuestra vidas fuera buenas, pero nadie sabía lo que estaba sufriendo, especialmente en el colegio, donde me sentía poco valorada y querida, y me veía que no tenía nada importante en mi persona. Ya a los 11 años no quería volver al colegio, por eso me tome unas pastillas para morirme pero no me salió bien".
"Ya a los 17 años, con una de mis amigas que yo admiraba e idealizaba, llegué a sentir un cariño especial pero ya sexualizado, y eso me provocó un gran dolor porque eso no podía ser posible ya que mi amiga no quería nada de esas cosas y se asombró mucho cuando se enteró por una carta que yo le mandé. Yo de pequeña puedo decir que he tenido pequeños abusos como el típico que te ofrece dinero y te habla de no sé qué asunto que no entiendes y sales corriendo. O en una ocasión un señor frente a mí, en un tren, se tocaba sus partes y eso me hizo sentir que los hombres no eran buenos".
"Ya a los 32 volvió a salir ese sentimiento de atracción a personas de mi propio sexo a pesar de estar casada y tener hijos. Fue muy duro, y entonces decidí hacer terapia para saber que lo que me pasaba. En la terapia he visto mi necesidad de cariño materno y que eso de sexualizar a mis amigas eran productos de heridas emocionales".
"Muchas “niñas sensibles” como yo pueden vivir vidas muy parecidas y el daño que se le hace tanto por nuestra sociedad como en el colegio diciéndole “tú eres así, porque sientes esas cosas”, sin mirar la profundidad del problema. De esa manera la chica o el chico con estos tipos de complejos y carencia afectivas se pueden meter en un mundo que le hará mucho daño porque esas carencias no es que se sea lesbiana o gay, sino que son traumas sin resolver, en el fondo la persona con AMS (atracción al mismo sexo) es el eterno niño en busca de cariño de la imagen del padre o de la madre que no pudo tener".
10. Marta Lozano: "Me siento mucho más a gusto conmigo misma, más sosegada y con más paz interior"
Marta Lozano Cañizar es la autora y protagonista del libro de 2008 "Una historia sobre el maltrato y la homosexualidad" (Editorial CCS). En él cuenta las heridas que le llevaron a desarrollar atracción por el mismo sexo y cómo pudo superarlas al tomar conciencia de ellas.
10. Marta Lozano: "Me siento mucho más a gusto conmigo misma, más sosegada y con más paz interior"
Marta Lozano Cañizar es la autora y protagonista del libro de 2008 "Una historia sobre el maltrato y la homosexualidad" (Editorial CCS). En él cuenta las heridas que le llevaron a desarrollar atracción por el mismo sexo y cómo pudo superarlas al tomar conciencia de ellas.
"Mi propia experiencia vital me ha demostrado el papel que el padre y la madre ejercen en el desarrollo afectivo, psicológico y sexual del niño es insustituible", dijo en entrevista. "Creo que la homosexualidad puede provenir (aunque no siempre sea así) de una falta de identidad sexual y de una atracción hacia las personas que poseen aquellas cualidades "típicas de tu sexo" que a ti te faltan. Por eso las deseas. En numerosas ocasiones también puede existir una especie de aversión, miedo o desconfianza hacia las personas del sexo contrario. En mi caso, era hacia los hombres, que simbolizan a mi padre. Por ello, canalizamos el deseo sexual hacia lo que no nos provoca miedo, es decir, hacia personas de nuestro mismo sexo, en mi caso, la mujer, para mí símbolo de dulzura, ternura y confianza".
Cuando superó la atracción por la vida gay se sintió mucho mejor. "Antes simplemente no me sentía mujer. Ahora, en cambio, me siento plenamente identificada con el sexo femenino y sobre todo, me siento mucho más a gusto conmigo misma, más sosegada y con más paz interior. Mi vida social y personal también ha variado sustancialmente. Ahora me siento más libre y más feliz, me relaciono más y mejor con la gente, en mi trabajo me encuentro más satisfecha y me ilusiona mi futuro".
ReligionEnLibertad
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