Un estudio reciente señala que las personas mayores que están confinadas en el hogar parecen tener casi el doble de riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer.
La investigación no demuestra que estar confinado a permanecer en casa cause demencia, ya que otros factores podrían explicar esa relación. Sin embargo, los hallazgos plantean dudas sobre el posible costo del aislamiento, señaló el investigador principal Bryan D. James, estudiante postdoctoral en el Centro Rush para la Enfermedad de Alzheimer de Chicago.
"Las personas que no salen de su casa no disfrutan de su entorno ni conocen gente nueva", apuntó James. "Es posible que no utilicen tanto sus mentes".
No obstante, James y sus colegas señalaron que una enfermedad cerebral subyacente también podría explicar los resultados, es decir, la gente quizá no pueda salir tan a menudo debido a que la evolución gradual de la enfermedad de Alzheimer u otra forma de demencia puede afectar la forma en que una persona se desplaza por el mundo mucho antes de afectar su memoria o habla.
Se calcula que la enfermedad de Alzheimer afecta a cerca de 5.2 millones de personas en Estados Unidos. Se espera que ese número aumente a 7.7 millones de estadounidenses para 2030 a medida que la generación nacida después de la Segunda Guerra Mundial vaya envejeciendo.
El nuevo estudio, publicado en la edición en línea del 15 de abril en la American Journal of Geriatric Psychiatry, analiza algo que se conoce como "espacio vital".
"[El espacio vital] es de hecho una medida que se ha puesto de moda entre los gerontólogos últimamente", apuntó James. "Sobre todo es una medida de la movilidad, una forma de averiguar si las personas están explorando su entorno, si están disfrutando de otras cosas que no sean su sofá, sala o dormitorio".
Los investigadores dieron seguimiento a 1,294 personas mayores de dos estudios independientes de adultos mayores cuya salud fue rastreada con el transcurso del tiempo. Al comienzo del estudio, ninguno de los adultos mayores mostró signos de demencia. Durante una media de 4.4 años, 180 desarrollaron enfermedad de Alzheimer.
Los investigadores encontraron que las personas que informaban que no salían del entorno de su hogar durante una semana eran dos veces más propensas a desarrollar enfermedad de Alzheimer en los cinco años de seguimiento en comparación con los que salían fuera de la ciudad. La investigación, según James, ofrece "una nueva forma de saber quién será más propenso a desarrollar demencia en el futuro".
El estudio también encontró que los que no traspasaban su puerta de entrada o el patio frontal también eran más propensos a desarrollar trastorno cognitivo leve, que puede ser una manifestación temprana de la enfermedad de Alzheimer.
Hay algunas advertencias en cuanto a la investigación. Algunos de los participantes vivían en residencias para ancianos y quizá tenían una vida plena sin necesidad de salir de las instalaciones en las que vivían, sin embargo, fueron catalogados como confinados en el hogar.
Aún así, los investigadores encontraron que la conexión entre el aislamiento y la enfermedad de Alzheimer se mantenía incluso después de ajustar las estadísticas para que no resultaran afectadas por factores tales como la depresión, las redes sociales, la enfermedad y la discapacidad, así como la edad, el sexo, la educación, la raza o la demencia preclínica.
¿Por qué todo esto es importante? "La gente quiere saber quién va a desarrollar la enfermedad de Alzheimer así como nuevas formas de abordar a más personas que están en riesgo de desarrollarla", apuntó James. "Quizá podemos dirigir las limitadas intervenciones que tenemos disponibles a las personas que no están saliendo de sus hogares".
El Dr. James R. Burke, director de la Clínica de Trastornos de la Memoria del Centro Médico de la Universidad de Duke señaló que el aislamiento social podría ofrecer una pista sobre posibles problemas de demencia antes de que éstos sean evidentes. "Esto será particularmente importante cuando estén disponibles terapias que modifiquen la enfermedad, de modo que se puedan iniciar las evaluaciones y poner en marcha las intervenciones de lugar antes de que existan problemas cognitivos importantes", dijo Burke.
"Este trabajo no sólo coincide con los hallazgos previos de que la actividad física, el compromiso intelectual y la estimulación social son importantes para retrasar el deterioro cognitivo, sino que los amplía", agregó Burke.
Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare
FUENTES: Bryan D. James, Ph.D., postdoctoral fellow, Rush Alzheimer's Disease Center, Chicago; James R. Burke, M.D., Ph.D., director, Memory Disorders Clinic, Duke University Medical Center, Durham, N.C.; April 15, 2011, American Journal of Geriatric Psychiatry, online
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