martes, 20 de enero de 2009

EL AMOR POR EL PAPA



Como amar al Papa hoy, y ayudarlo a que sea un "primun inter paris (primero entre pares)"



Una nota de Antonio Duato y comentarios del P. Leonardo Belderrain y Juan Carlos Sánchez.

Antonio Duato publicó esta carta en Atrio que me ayudó mucho reflexionar.

Decía:

He asistido esta mañana a la Misa Papal en el Vaticano. La retransmitía TVE, para que luego digan que el gobierno tiene cristofobia. Pero mejor hubiera sido que nadie no fanático viera el espectáculo. Porque era espeluznante el choque entre las palabras del papa hablando de pobreza -la de Jesús que hay que imitar y la de los pobres de verdad que hay que socorrer- y el oro que abarrotaba cada imagen.

No quiero comentarla ahora, ni creo que represente novedad en ningún sentido. Sólo digo que mientras la escuchaba me preguntaba: ¿Puede haber más falta de sentido de realidad y de la comunicación que éste? ¿No tiene ninguna vergüenza de hablar de pobreza rodeado y revestido todo de oro hasta la coronilla? Todo oro o dorado: la mitra, los candelabros, todos los adornos de la basílica incluida la gloria de Bernini, hasta el angelito que sujeta el libro de la Palabra de Dios y los pañales del Niño Jesús. Sólo hacia el final pude ver que no llevaba zapatillas recamadas de oro, como otros papas, sino unos "simples" mocasines rojos, seguramente de Prada.

La verdad es que, inocente de mí, al oír argumentar cómo está tan claro desde San Pablo a Santo Tomás (y eso que no ha citado a Juan Crisóstomo), que el que posee bienes no necesarios tiene que repartirlos con quien no tiene lo que necesita, creí que estaba preparando el camino para anunciar urbi et orbi, en este año en que la crisis económica mundial va a agravar las hambrunas en el mundo, un donativo concreto de envergadura del Estado del Vaticano a favor de los pobres. Un gesto pequeño hubiera sido suficiente para dar credibilidad a su homilía. Pero finalmente me he convencido de que aquella noticia que nos había llegado en septiembre de que este papa iba a subastar una gran obra de arte para apoyar los programas de la ONU contra la pobreza en el mundo, no era sino un buen deseo o incluso una sugerencia que circuló en algún ambiente romano.

No hay que olvidar que la Comisión Justicia y Paz, que preside mi condiscípulo el Cardenal Martino, tiene una perspectiva respecto a los temas de las causas de la pobreza y de la guerra que no comparte plenamente el papa actual, más propenso a ver las raíces cristianas del liberalismo y, consecuentemente, del capitalismo. Esa puede una de las claves para explicarse por qué no sale la prometida encíclica social. Y si es así, mejor que no salga.

El papa ha hecho una referencia en su homilía a los bombardeos de Gaza, pero limitándose a pedir buena voluntad de los gobernantes y oraciones de todos para que se resuelva este "conflicto penosísimo" pero que es consecuencia de otros actos de violencia anteriores. No puedo hoy citar textualmente, pero me parece que se ha reducido a eso su recuerdo. ¿Satisfechos? A mi me ha sonado a que se adhería a la tesis de quienes echan las culpas a Hamás como si fuera el único responsable de la situación.

¿Cree el Papa que con actos como el del domingo en la Plaza de Colón y como la Misa de hoy en el Vaticano se está haciendo más presente a Jesús de Nazaret en el mundo de hoy, sólo porque se ocupan los espacios civiles de las ciudades y de los medios? Para eso, más le valiera a la Iglesia ocultarse y callarse.

Antonio Duato


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Estimado Antonio:

Comparto con usted, que cierta secularización de la cultura española no es necesariamente cristofobia y que tampoco mostrar al Papa con esos atuendos sea cristofilia; creo que en India no molestaría entre los seguidores del Rabi Shancar, Osho o Sai Baba, ni en Africa entre gente religiosa, que se pueda ver televisión.

Las iglesias pentecostales, hoy casi el cincuenta por ciento en América Latina, tampoco se escandalizarían mucho por que sus pastores no sean muy austeros...

Creo que los pocos cristianos que aman todavía las revoluciones en América Latina, podrían sentirse molestos por cómo a veces los mensajes pierden altura cuando se habla de escenografías poco aterrizadas con el hombre de hoy. Sin buscar que el Papa se vista como "floguer", usted tiene razón en que lo debemos ayudar los que estamos cerca; por ejemplo, hablar de pobreza desde Somalía llevando cosas o de paz pasando la Navidad en Gaza es probable que le diera más contundencia a su palabra. Creo que en Gaza nadie miraría si el Papa si tiene medias Pierre Cardin; incluso, estando allí, se le perdonaría si tuviera esa predilección que ocupa tanto al periodismo europeo.

Siempre recuerdo al que era mi obispo, Gerardo Farrel, quien era muy docto, preguntarme si se ponía la mitra para celebrar la Misa en la cárcel de la que yo soy capellán. Y que yo le respondí: “Me parece que no...”. Recuerdo que me dijo "gracias", y a mí me conmovió. Ese día comprendí que yo actué como un igual y esto siempre depende de dos.

Se trata de no sentirnos separados de nuestro obispo y del obispo Roma aunque no eligieran nuestros atuendos son nuestra familia y nosotros elegimos esta familia para mostrar al mundo que todos nos pertenecemos, ¿no le parece?

Padre Leonardo Belderrain, bioeticista

Capilla Santa Elena, Parque Pereyra Iraola. Argentina


* * *

Estimados los dos, Antonio y Leonardo:

Curiosamente esta vez me ha resultado fácil coincidir con el P. Leonardo con quien suelo romper lanzas más de una vez. Solamente mirando la superficie alguien puede interesarse en las medias del Papa. Es darle carácter prostibulario a las formas religiosas, como priorizar las siliconas o lo exiguo del corpiño de las mujeres expuestas sin ver la persona y lo que representa. En el caso del Sumo Pontífice a una Iglesia y a las mujeres del prostíbulo a la indignidad y el pecado (por el uso placentero de la persona).

Los bienes de la Iglesia no son propiedad del Papa, son de todos los bautizados pero hay más, si a un rey o un presidente le damos un “culto” adecuado, ¿por qué no a Dios? ¿Por qué no derramar sobre los pies o los cabellos de Jesús el caro perfume cuyo olor inundó el comedor? ¿Por qué reconvenir a Jesús por usar un manto sin costura propio de la clase sacerdotal?

Pero además, ¿cómo desprenderse de patrimonio cultural de la humanidad? ¿Rematar al mejor postor, organizar una rifa mundial, romper en pedacitos y venderlos como souvenir, a la Piedad de Miguel Angel o los techos de la Sixtina?

¿Fundir una custodia de oro del S. XIV o vender por Internet los zapatos de los pasados pontífices?

Ridículo. Quien esto piensa o desea no leyó adecuadamente las escrituras, ignora las instrucciones de Yahvé sobre la construcción de la Tienda, la adhesión de Jesús al culto tal cual se realizaba por aquellos tiempos, sea en el templo o en las sinagogas. El COMPARTIR del cristiano es una RESPONSABILIDAD PERSONAL, cultura de la CARIDAD si así se la quiere llamar (o civilización del amor) y así como se comparte con Dios tiempo (en la oración y el culto), esfuerzos (en las tareas intra eclesiales o ad gentes) y la esperanza, también es lícito compartir el dinero. Por eso a lo largo de dos mil años el oro invadió los templos, desde el Vaticano hasta la iglesia de San Francisco en Salvador, Bahía, Brasil por dar ejemplos. Pues para Él han de ser las primicias.

Pero admitamos que el oro irrita, el dinero es el primer enemigo de Jesús, instrumento del Diablo. No por su naturaleza sino por su uso, he allí la clave.

Sería bueno que no hubiese ostentación personal en el culto ni en la vida común de los fieles sean pastores o no pero no hay ostentación de Dios en la belleza o en la riqueza de los espacios temporales o físicos donde se reúnen los cristianos para alabar. Dios excede todas las riquezas del mundo en Sí mismo y los hombres, hijos agradecidos, entregaron y siguen entregando sus pertenencias a la comunidad como en los tiempos primitivos de la Iglesia, sea para dárselo a los hermanos necesitados, sea para construir edificios o embellecer el culto. Tienen derecho a la satisfacción de brindar a Dios un culto adecuado, ya vendrá el tiempo de dárselo en espíritu y verdad.

El cambio definitivo del mundo pasa por la adhesión a Cristo. Esto simplificaría todo, el mal desaparecería y el bien sobraría. Alimentos, vivienda, salud, educación para todos, vida en dignidad. Esto no ser resuelve con gestos mediáticos de donar algunos kilos de oro o vistiéndose de sayo sino predicando el Evangelio para que la Verdad se haga evidente. El triunfo final y definitivo no es del hombre sino de Dios. “Yo soy de Pablo, yo de Apolo…” Hay que releer Gálatas.

Y dejemos que la creatura brinde un culto adecuado a su Papá. Algo así como comprar el mejor vino para el cumpleaños del viejo o de la vieja o tirar la casa por la ventana en sus bodas de oro matrimoniales. Nuestro Padre lo merece.

Juan Carlos Sánchez

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