Los datos científicos sí señalan diferencias respecto a niños educados con padre y madre
Muchos hijos adoptados por parejas homosexuales se acostumbran a disimular ante ellas la realidad que viven.
Para justificar la adopción por parejas del mismo sexo, el lobby gay recurre a estudios sobre su impacto comparativo sobre los niños que han sido fuertemente discutidos por su metodología y escasa representatividad. Así lo explica Rodolfo Casadei en Tempi.
Adopciones en parejas gay: no son todo sueños de oro
Si para hacerse una idea del punto al que ha llegado la investigación científica y el debate académico sobre la llamada homoparentalidad alguien decidiera abrir la página web de la Columbia Law School, que forma parte de la prestigiosa Columbia University de Nueva York, podría pensar que el debate ha concluido, que ya está decidido: no hay ninguna desventaja en ser hijos de una pareja de mujeres o de hombres en lugar de serlo de una pareja formada por un hombre y una mujer.
Es lo que se lee en el texto publicado y que parece ser el resultado de los 79 estudios llevados a cabo hasta ahora en los Estados Unidos sobre el bienestar de los niños en familias homoparentales. Sólo cuatro de ellos hacen referencia a desventajas de los primeros respecto de los segundos, por lo que se puede concluir que «la opinión dominante entre los estudiosos» es que «tener por progenitor a un gay o a una lesbiana no daña a los hijos».
El profesor Sullins, en un acto de presentación de sus resultados. Foto: Samuel Smith, The Christian Post.
De los estudios de Sullins, sacerdote ex episcopaliano (anglicanos estadounidenses) casado y padre de tres hijos, que se pasó a la Iglesia católica en 2002, se habla ampliamente en un texto de Elena Canzi, psicóloga y profesora de la Universidad Católica de Milán, recientemente publicado por Vita e Pensiero: Omogenitorialità, filiazione e dintorni. Un’analisi critica delle ricerche. Texto presentado por dos importantes personalidades, expertos en psicología de la familia en Italia: Eugenia Scabini y Vittorio Cigoli.
El Centro di Ateneo di Studi e Ricerche sulla Famiglia de la Universidad Católica de Milán, dirigido por Giovanna Rossi, invitó a hablar a todos, es decir, a Paul Sullins, Elena Canzi, Eugenia Scabini y Vittorio Cigoli, en un seminario internacional titulado «Homogenitorialidad y filiación», que tuvo lugar el 28 de septiembre pasado.
¿Qué errores ha descubierto Sullins que distorsionan los resultados finales? Fundamentalmente son dos.
Poca representatividad y graves errores de atribución
El primero atañe a la falta de representatividad y a la reducida dimensión de los tipos de población utilizados en los 75 estudios etiquetados como no harm (es decir, "ningún daño por el hecho de ser hijos de una pareja homosexual"). «Un detallado recuento por parte de los revisores, tanto favorables como críticos, concuerdan que sólo 5 estudios de todo el grupo han utilizado un tipo casual». Esto significa que 70 de los 75 estudios que sostienen la opinión no harm no utilizan un tipo representativo en apoyo de su inferencia.
¿Cómo son de pequeños estos tipos de conveniencia "a escala reducida" utilizados en estos 70 estudios? Muy pequeños. El tamaño medio es de apenas 39 participantes en relaciones del mismo sexo. En otras palabras, casi todos los estudios no harm presentados como "investigación" están basados en sondeos de contactos y amigos, y amigos de los amigos, de los propios investigadores; o bien se trata de progenitores recluidos en ámbitos homófilos como "acontecimientos LGBT, publicidad en periódicos y librerías, grupos juveniles y redes de relaciones", a los que se les ha explicado los objetivos del estudio y han sido invitados a mostrar lo bien que se desenvuelven con sus hijos.
Un estudio de Sullins de 2015 que comparó a 582 hijos con progenitores del mismo sexo con 200.000 niños de la población general afirma que en materia de trastornos emocionales los primeros están en desventaja respecto a los segundos. El 17,4% de ellos presentaron problemas emocionales de naturaleza clínica contra el 7,4% de los primeros; el 19,3% presentó problemas de retraso del desarrollo (trastorno del déficit de atención, etc.), contra el 10,2% de los segundos; el 17,8% de los primeros había recibido tratamiento médico por su trastorno emocional y el 21% tratamiento farmacológico, contra el 10,4% y el 6,9% respectivamente de los segundos.
Otro estudio de 2016 de Sullins demostró que a la edad media de 28 años los hijos de parejas homosexuales mostraban un mayor riesgo de desarrollar sintomatología depresiva: la incidencia de los síntomas depresivos en los grupos de hijos de parejas homosexuales crecía de manera exponencial del 18% en la adolescencia al 51% en la edad adulta, mientras que la incidencia en el grupo de hijos de parejas heterosexuales disminuía en el tiempo en dos puntos porcentuales, con un valor total en edad adulta igual al 20%.
Los casos de abuso sexual
Un dato inquietante que persiste en los estudios que afirman la existencia de desventajas tiene que ver con los abusos sexuales. Dice Sullins: «Uno de los descubrimientos más impresionantes de los estudios que reconocen la desventaja es la recurrente indicación de que el abuso sexual infantil es más frecuente entre las parejas de lesbianas y sus hijos».
A la pregunta: "¿Un progenitor u otro adulto responsable te ha tocado alguna vez con intenciones sexuales, te ha obligado a tocarle o a tocarla con intenciones sexuales, o te ha obligado a tener relaciones sexuales?", Regnerus refirió que el 23% de los hijos con madres que han tenido una relación lesbiana respondieron "sí", comparado con el 7% del total de niños.
«Igualmente, mi estudio ha descubierto que el 38% de los niños que estaban viviendo con madres lesbianas casadas respondía "sí". Cameron, en un estudio precedente, había descubierto que el 29% de los hijos de progenitores homosexuales referían contactos sexuales con los progenitores. Significativamente, ningún estudio no harm se ha ocupado nunca de los abusos sobre menores por parte de los progenitores».
Muchos hijos adoptados por parejas homosexuales se acostumbran a disimular ante ellas la realidad que viven.
Para justificar la adopción por parejas del mismo sexo, el lobby gay recurre a estudios sobre su impacto comparativo sobre los niños que han sido fuertemente discutidos por su metodología y escasa representatividad. Así lo explica Rodolfo Casadei en Tempi.
Adopciones en parejas gay: no son todo sueños de oro
Si para hacerse una idea del punto al que ha llegado la investigación científica y el debate académico sobre la llamada homoparentalidad alguien decidiera abrir la página web de la Columbia Law School, que forma parte de la prestigiosa Columbia University de Nueva York, podría pensar que el debate ha concluido, que ya está decidido: no hay ninguna desventaja en ser hijos de una pareja de mujeres o de hombres en lugar de serlo de una pareja formada por un hombre y una mujer.
Es lo que se lee en el texto publicado y que parece ser el resultado de los 79 estudios llevados a cabo hasta ahora en los Estados Unidos sobre el bienestar de los niños en familias homoparentales. Sólo cuatro de ellos hacen referencia a desventajas de los primeros respecto de los segundos, por lo que se puede concluir que «la opinión dominante entre los estudiosos» es que «tener por progenitor a un gay o a una lesbiana no daña a los hijos».
Cuando tras las elecciones políticas de 2018 en Italia se vuelva a discutir acerca de la posibilidad de que las parejas del mismo sexo adopten y se beneficien de la maternidad subrogada, es casi seguro que los dos diputados del Partido Democrático Monica Cirinnà y Sergio Lo Giudice agitarán en el aula los abstract de dichos estudios.
Graves errores en los estudios
Lástima que estos estén profundamente distorsionados por errores metodológicos y fácticos, como ha demostrado recientemente el reverendo Paul Sullins, profesor de sociología de la Catholic University of America de Washington.
Graves errores en los estudios
Lástima que estos estén profundamente distorsionados por errores metodológicos y fácticos, como ha demostrado recientemente el reverendo Paul Sullins, profesor de sociología de la Catholic University of America de Washington.
El profesor Sullins, en un acto de presentación de sus resultados. Foto: Samuel Smith, The Christian Post.
De los estudios de Sullins, sacerdote ex episcopaliano (anglicanos estadounidenses) casado y padre de tres hijos, que se pasó a la Iglesia católica en 2002, se habla ampliamente en un texto de Elena Canzi, psicóloga y profesora de la Universidad Católica de Milán, recientemente publicado por Vita e Pensiero: Omogenitorialità, filiazione e dintorni. Un’analisi critica delle ricerche. Texto presentado por dos importantes personalidades, expertos en psicología de la familia en Italia: Eugenia Scabini y Vittorio Cigoli.
El Centro di Ateneo di Studi e Ricerche sulla Famiglia de la Universidad Católica de Milán, dirigido por Giovanna Rossi, invitó a hablar a todos, es decir, a Paul Sullins, Elena Canzi, Eugenia Scabini y Vittorio Cigoli, en un seminario internacional titulado «Homogenitorialidad y filiación», que tuvo lugar el 28 de septiembre pasado.
¿Qué errores ha descubierto Sullins que distorsionan los resultados finales? Fundamentalmente son dos.
Poca representatividad y graves errores de atribución
El primero atañe a la falta de representatividad y a la reducida dimensión de los tipos de población utilizados en los 75 estudios etiquetados como no harm (es decir, "ningún daño por el hecho de ser hijos de una pareja homosexual"). «Un detallado recuento por parte de los revisores, tanto favorables como críticos, concuerdan que sólo 5 estudios de todo el grupo han utilizado un tipo casual». Esto significa que 70 de los 75 estudios que sostienen la opinión no harm no utilizan un tipo representativo en apoyo de su inferencia.
¿Cómo son de pequeños estos tipos de conveniencia "a escala reducida" utilizados en estos 70 estudios? Muy pequeños. El tamaño medio es de apenas 39 participantes en relaciones del mismo sexo. En otras palabras, casi todos los estudios no harm presentados como "investigación" están basados en sondeos de contactos y amigos, y amigos de los amigos, de los propios investigadores; o bien se trata de progenitores recluidos en ámbitos homófilos como "acontecimientos LGBT, publicidad en periódicos y librerías, grupos juveniles y redes de relaciones", a los que se les ha explicado los objetivos del estudio y han sido invitados a mostrar lo bien que se desenvuelven con sus hijos.
«Este procedimiento no es creíble. Intentar valorar lo bien que van las cosas para los niños criados por parejas gays entrevistando a redes receptivas a las peticiones de los gays, es como intentar valorar el índice de religiosidad de una población entrevistando a los participantes a un curso de estudios bíblicos y a sus amigos».
En cambio, los 5 estudios que revelan desventajas para los hijos de parejas homosexuales están basados todos en tipos casuales y cuantitativamente representativos.
El segundo tipo de error es de orden fáctico. Parece increíble, pero en el caso de tres estudios no harm que han superado el text del tipo confiable, los resultados han sido distorsionados después por el hecho de que en el grupo de las parejas homosexuales se mezclaron parejas heterosexuales erróneamente clasificadas como homosexuales.
Estos errores materiales no son raros y condicionan mucho los resultados porque, al ser el número de las parejas homosexuales muy pequeño comparado con el de las heterosexuales, no refleja las proporciones efectivas en la realidad, por lo que basta cualquier error de asignación en el primer grupo para desequilibrar los resultados finales. En el estudio de J.L. Wainright «el 61% de los casos identificado como "padres del mismo sexo" consistía en parejas progenitores de sexo distinto. En el reciente estudio de Bos basado en datos del censo holandés, casi el 65% del tipo de progenitores del mismo sexo consistía en progenitores heterosexuales asignados erróneamente».
Los datos concretos de dos estudios
Esta premisa permite apreciar aún más los resultados de esos estudios, basados en tipos casuales, confiables y representativos, que han comprobado que en realidad los hijos en situaciones homoparentales tienen más problemas que los que tienen como progenitores a un hombre y una mujer que viven juntos.
En cambio, los 5 estudios que revelan desventajas para los hijos de parejas homosexuales están basados todos en tipos casuales y cuantitativamente representativos.
El segundo tipo de error es de orden fáctico. Parece increíble, pero en el caso de tres estudios no harm que han superado el text del tipo confiable, los resultados han sido distorsionados después por el hecho de que en el grupo de las parejas homosexuales se mezclaron parejas heterosexuales erróneamente clasificadas como homosexuales.
Estos errores materiales no son raros y condicionan mucho los resultados porque, al ser el número de las parejas homosexuales muy pequeño comparado con el de las heterosexuales, no refleja las proporciones efectivas en la realidad, por lo que basta cualquier error de asignación en el primer grupo para desequilibrar los resultados finales. En el estudio de J.L. Wainright «el 61% de los casos identificado como "padres del mismo sexo" consistía en parejas progenitores de sexo distinto. En el reciente estudio de Bos basado en datos del censo holandés, casi el 65% del tipo de progenitores del mismo sexo consistía en progenitores heterosexuales asignados erróneamente».
Los datos concretos de dos estudios
Esta premisa permite apreciar aún más los resultados de esos estudios, basados en tipos casuales, confiables y representativos, que han comprobado que en realidad los hijos en situaciones homoparentales tienen más problemas que los que tienen como progenitores a un hombre y una mujer que viven juntos.
Un estudio de Sullins de 2015 que comparó a 582 hijos con progenitores del mismo sexo con 200.000 niños de la población general afirma que en materia de trastornos emocionales los primeros están en desventaja respecto a los segundos. El 17,4% de ellos presentaron problemas emocionales de naturaleza clínica contra el 7,4% de los primeros; el 19,3% presentó problemas de retraso del desarrollo (trastorno del déficit de atención, etc.), contra el 10,2% de los segundos; el 17,8% de los primeros había recibido tratamiento médico por su trastorno emocional y el 21% tratamiento farmacológico, contra el 10,4% y el 6,9% respectivamente de los segundos.
Otro estudio de 2016 de Sullins demostró que a la edad media de 28 años los hijos de parejas homosexuales mostraban un mayor riesgo de desarrollar sintomatología depresiva: la incidencia de los síntomas depresivos en los grupos de hijos de parejas homosexuales crecía de manera exponencial del 18% en la adolescencia al 51% en la edad adulta, mientras que la incidencia en el grupo de hijos de parejas heterosexuales disminuía en el tiempo en dos puntos porcentuales, con un valor total en edad adulta igual al 20%.
Los casos de abuso sexual
Un dato inquietante que persiste en los estudios que afirman la existencia de desventajas tiene que ver con los abusos sexuales. Dice Sullins: «Uno de los descubrimientos más impresionantes de los estudios que reconocen la desventaja es la recurrente indicación de que el abuso sexual infantil es más frecuente entre las parejas de lesbianas y sus hijos».
A la pregunta: "¿Un progenitor u otro adulto responsable te ha tocado alguna vez con intenciones sexuales, te ha obligado a tocarle o a tocarla con intenciones sexuales, o te ha obligado a tener relaciones sexuales?", Regnerus refirió que el 23% de los hijos con madres que han tenido una relación lesbiana respondieron "sí", comparado con el 7% del total de niños.
«Igualmente, mi estudio ha descubierto que el 38% de los niños que estaban viviendo con madres lesbianas casadas respondía "sí". Cameron, en un estudio precedente, había descubierto que el 29% de los hijos de progenitores homosexuales referían contactos sexuales con los progenitores. Significativamente, ningún estudio no harm se ha ocupado nunca de los abusos sobre menores por parte de los progenitores».
Otra dura crítica que Sullins dirige a los estudios sobre homoparentalidad es el hecho de que no tienen en cuenta la variedad de constelaciones progenitores-hijo que se dan en el caso de las parejas homosexuales.
Mientras en las parejas heterosexuales existen sólo dos constelaciones posibles de relación (padre-madre-hijo y padre-madre-hija), en las parejas homosexuales las posibilidades son cuatro, porque existen dos tipos de parejas progenitoriales: la que tiene dos hombres y la que tiene dos mujeres. Sullins sí las tiene en cuenta en sus estudios y, así, ha podido verificar que la condición más estresante es la de hija con dos progenitores mujeres, pues tiene cinco veces más probabilidades de experimentar trastornos emocionales que un niño o una niña con dos progenitores de sexos distintos casados.
El hijo de dos hombres tiene cuatro probabilidades más y el hijo de dos mujeres 2,62 probabilidades más; el dato más bajo es el de una hija de dos hombres, que tiene sólo 1,96 probabilidades más de experimentar trastorno emocional.
Hijos que protegen a sus progenitores respecto a la realidad
Que la vida emocional de los hijos de parejas homosexuales es, como media, más estresante que la de los hijos de los heterosexuales es algo que debería intuirse: tienen el problema de contar o no su realidad familiar a amigos y compañeros de escuela, tienen que asumir actitudes protectoras hacia sus progenitores y viven conflictos interiores relacionados con su orientación sexual personal: la mayoría de los progenitores homosexuales quieren que crezcan heterosexuales para que no se les acuse de condicionarlos, pero no tienen modelos de referencia en casa.
Escribe Elena Canzi en su libro: «Como afirma Abbie Goldberg, muchos progenitores homosexuales prefieren "que los hijos adopten una identificación heterosexual cuando son adultos, porque es más fácil". Un segundo motivo nace del deseo de los progenitores de desmentir el estereotipo según el cual los progenitores homosexuales crían hijos homosexuales. (…) Por su parte, los hijos, conscientes de la no fácil situación de vida de las personas homosexuales, tienden a no expresar sus posibles dificultades, para que se les juzgue normales y, así, proteger a sus progenitores. (…)
El resultado es que los hijos de progenitores homosexuales son cautos en admitir las dificultades a las que se enfrentan no sólo en el exterior, sino también en familia: como ha observado Garner (2004), a veces los hijos describen a los progenitores una realidad distinta de la que están viviendo porque quieren protegerlos. Es una carga grave, que puede convertirse en opresiva durante la adolescencia. Los hijos de progenitores homosexuales, en su recorrido de construcción de la identidad sexual y de género, pueden encontrarse en dificultad porque si son heterosexuales deben gestionar una situación que contrasta con el modelo de sus progenitores y, si son homosexuales, decepcionan a sus progenitores.
Por otra parte, también respecto al ambiente social, sienten que tienen que mostrar estándares de comportamiento excelentes para confirmar la "normalidad" de su familia y esto suele provocar en ellos un sentido de inadecuación».
Por último, ¿es el índice de homosexualidad entre los hijos de homosexuales más alto que la media o no? Es aún pronto para dar una conclusión definitiva, pero algunos estudios del mismo grupo no harm hacen pensar que sí.
En un estudio de Bos y Goldberg realizado en 77 núcleos familiares de madres lesbianas, sólo el 64,9% de los chicos se declaraba exclusivamente heterosexual.
En la investigación de Kuvalanka y colaboradores que implicó a 30 jóvenes adultos entre los 18 y los 25 años que habían vivido con al menos una madre lesbiana durante la adolescencia, en el momento de la recogida de datos 4, es decir, el 13,3% se identificaba como transgénero. Walter Schumm (2010) sacó la información sobre la orientación sexual de 262 hijos de progenitores homosexuales de diez textos que recogen varios testimonios sobre el tema; el resultado es que el porcentaje de jóvenes con orientación homosexual presente en estos textos varía del 16 al 57%, porcentajes distintos del grupo de comparación, que se sitúa alrededor del 10%. Así es, aunque no guste.
Traducción de Helena Faccia Serrano (ReL)
Mientras en las parejas heterosexuales existen sólo dos constelaciones posibles de relación (padre-madre-hijo y padre-madre-hija), en las parejas homosexuales las posibilidades son cuatro, porque existen dos tipos de parejas progenitoriales: la que tiene dos hombres y la que tiene dos mujeres. Sullins sí las tiene en cuenta en sus estudios y, así, ha podido verificar que la condición más estresante es la de hija con dos progenitores mujeres, pues tiene cinco veces más probabilidades de experimentar trastornos emocionales que un niño o una niña con dos progenitores de sexos distintos casados.
El hijo de dos hombres tiene cuatro probabilidades más y el hijo de dos mujeres 2,62 probabilidades más; el dato más bajo es el de una hija de dos hombres, que tiene sólo 1,96 probabilidades más de experimentar trastorno emocional.
Hijos que protegen a sus progenitores respecto a la realidad
Que la vida emocional de los hijos de parejas homosexuales es, como media, más estresante que la de los hijos de los heterosexuales es algo que debería intuirse: tienen el problema de contar o no su realidad familiar a amigos y compañeros de escuela, tienen que asumir actitudes protectoras hacia sus progenitores y viven conflictos interiores relacionados con su orientación sexual personal: la mayoría de los progenitores homosexuales quieren que crezcan heterosexuales para que no se les acuse de condicionarlos, pero no tienen modelos de referencia en casa.
Escribe Elena Canzi en su libro: «Como afirma Abbie Goldberg, muchos progenitores homosexuales prefieren "que los hijos adopten una identificación heterosexual cuando son adultos, porque es más fácil". Un segundo motivo nace del deseo de los progenitores de desmentir el estereotipo según el cual los progenitores homosexuales crían hijos homosexuales. (…) Por su parte, los hijos, conscientes de la no fácil situación de vida de las personas homosexuales, tienden a no expresar sus posibles dificultades, para que se les juzgue normales y, así, proteger a sus progenitores. (…)
El resultado es que los hijos de progenitores homosexuales son cautos en admitir las dificultades a las que se enfrentan no sólo en el exterior, sino también en familia: como ha observado Garner (2004), a veces los hijos describen a los progenitores una realidad distinta de la que están viviendo porque quieren protegerlos. Es una carga grave, que puede convertirse en opresiva durante la adolescencia. Los hijos de progenitores homosexuales, en su recorrido de construcción de la identidad sexual y de género, pueden encontrarse en dificultad porque si son heterosexuales deben gestionar una situación que contrasta con el modelo de sus progenitores y, si son homosexuales, decepcionan a sus progenitores.
Por otra parte, también respecto al ambiente social, sienten que tienen que mostrar estándares de comportamiento excelentes para confirmar la "normalidad" de su familia y esto suele provocar en ellos un sentido de inadecuación».
Por último, ¿es el índice de homosexualidad entre los hijos de homosexuales más alto que la media o no? Es aún pronto para dar una conclusión definitiva, pero algunos estudios del mismo grupo no harm hacen pensar que sí.
En un estudio de Bos y Goldberg realizado en 77 núcleos familiares de madres lesbianas, sólo el 64,9% de los chicos se declaraba exclusivamente heterosexual.
En la investigación de Kuvalanka y colaboradores que implicó a 30 jóvenes adultos entre los 18 y los 25 años que habían vivido con al menos una madre lesbiana durante la adolescencia, en el momento de la recogida de datos 4, es decir, el 13,3% se identificaba como transgénero. Walter Schumm (2010) sacó la información sobre la orientación sexual de 262 hijos de progenitores homosexuales de diez textos que recogen varios testimonios sobre el tema; el resultado es que el porcentaje de jóvenes con orientación homosexual presente en estos textos varía del 16 al 57%, porcentajes distintos del grupo de comparación, que se sitúa alrededor del 10%. Así es, aunque no guste.
Traducción de Helena Faccia Serrano (ReL)
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