En momentos en que nos disponemos en pocas semanas a participar de un nuevo hecho eleccionario en nuestra Patria y Provincia, y en medio de la urgencia de obrar con responsabilidad social y ciudadana, considero que muchas veces las coyunturas, las estrategias, lo inmediato hacen perder la trascendencia que en sí tiene la responsabilidad de votar bien o con clara conciencia ciudadana.
Carta del Obispo de Posadas – Domingo de la Santísima Trinidad – 07.06.09
Por Mons. Juan Rubén Martínez
En este domingo celebramos a la Santísima Trinidad. Si hay algo esencial de nuestra Fe como cristianos es creer que Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Creemos en la Trinidad por la revelación que Jesucristo, el Señor, realizó y que leemos en los textos de la Palabra de Dios. Es importante que comprendamos la significación que tiene para nuestra vida, esta verdad que confesamos los cristianos. Nuestra época que acentúa solamente temas circunstanciales, a veces sensacionalistas y en general pasajeros, omite las cuestiones importantes, y que son claves para comprender el sentido profundo de la vida y se desinteresan por temas como la revelación que el mismo Jesucristo ha realizado. Dios que se hizo uno de nosotros para revelarnos todo y cual es el camino, en general no cuenta con nuestra escucha, porque el exceso de ruido hace que no se escuche la “Palabra”. Algunos grupos religiosos se dicen cristianos pero niegan la Divinidad de Jesucristo y lo comparan a otros personajes importantes, profetas…, desconociendo la singularidad de su presencia. En el Credo, en la confesión de fe de los cristianos, manifestamos que creemos en Jesucristo, verdaderamente hombre y verdaderamente Dios, y en Dios “Uno y Trino”. En esta formulación se encuentra la esencia del cristianismo con profundas consecuencias espirituales, pastorales, culturales y hasta en la manera de vivir y concebir el mundo.
El Evangelio de este domingo (Mt.28,16-20), es elocuente y a la vez esperanzador. El texto expresa un pedido de Jesús a sus discípulos, antes de su partida hacia el Padre: “Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándoles en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo” (Mt.28,19-20).
En momentos en que nos disponemos en pocas semanas a participar de un nuevo hecho eleccionario en nuestra Patria y Provincia, y en medio de la urgencia de obrar con responsabilidad social y ciudadana, considero que muchas veces las coyunturas, las estrategias, lo inmediato hacen perder la trascendencia que en sí tiene la responsabilidad de votar bien o con clara conciencia ciudadana.
Si bien cada elección es una instancia clave, aunque no la única de la vida institucional de un país. Estas elecciones son previas e inmediatas al inicio de la celebración del bicentenario 2010-2016. Será una oportunidad donde todos, pero especialmente los que nos denominamos cristianos y confesamos nuestra fe en Jesucristo, podamos entender que la santidad a la que estamos llamados también requiere discernir nuestro voto teniendo en cuenta la necesidad que no haya rupturas entre la fe que profesamos y valores como la vida, la familia, justicia, solidaridad, trabajo… que son fundamentales para construir una sociedad con esperanza. También para celebrar más dignamente nuestro bicentenario, no solo con festejos importantes, sino poder celebrar una Argentina que brille por las virtudes de sus ciudadanos y sus dirigentes.
Con motivo del bicentenario los obispos argentinos hemos escrito un documento, en noviembre de 2008, que iré reflexionando en partes, para que nos permitan dichos textos rezar, reflexionar y obrar en la búsqueda de pasar de ser “solo” habitantes a mejores ciudadanos, capaces de trabajar por una mayor amistad social y diálogo republicano.
Los obispos de la Argentina en ese documento para el bicentenario: “Nos dirigimos a todos nuestros hermanos que habitan esta bendita tierra. Les escribimos desde nuestra fe como discípulos y misioneros de Jesucristo, “rostro humano de Dios y rostro Divino del hombre”, porque “la misión del anuncio de la Buena Nueva de Jesucristo tiene una destinación universal. Su misión de caridad abraza todas las dimensiones de la existencia, todas las personas, todos los ambientes y todos los pueblos”. Nada de lo humano le puede resultar extraño…”.
Desde ya que las elecciones, con el ejercicio responsable del voto, así como la vida republicana…, y el bicentenario nos implican en nuestra conciencia cristiana y en el reclamo de coherencia cuando celebramos la Trinidad, en la que creemos.
¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!
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