domingo, 19 de julio de 2009

COMPARTIENDO EL EVANGELIO: HACER LA VOLUNTAD DE DIOS


Así como hace el papá o la mamá, que no tiene ganas, que está cansado o cansada, pero tiene que hacerlo porque el hijo se lo pide o se lo reclama, así también el sacerdote, porque la gente reclama, sigue reclamando, sigue pidiendo, y uno tiene que seguir dando ¡es el motivo de nuestra vida! Uno tiene que seguir dando, seguir entregando, ¡seguir sacrificándose!


Reflexión de Mons. Rubén Oscar Frassia


Domingo 19 de julio de 2009

16º domingo durante el año

Evangelio según San Marcos 6, 30-34 (Ciclo B)


El regreso de la misión: hacer la voluntad de Dios

En este Evangelio nos damos cuenta que cuando uno hace la voluntad de Dios, cuando cumple con su misión, la labor cumplida, el deber realizado, la obra hecha, uno está contento; el corazón necesita estar contento por tantas cosas que Dios va haciendo en nosotros, ¿verdad?

Al cumplir con la voluntad de Dios, los discípulos regresan contentos y después de ese trabajo, de esa alegría, de ese gozo, tienen que saber descansar y el Señor los lleva a un lugar desierto.

Pero la gente lo reconoce, lo sigue, lo busca. Y Jesús -que tiene un corazón que se conmueve- se da cuenta que la gente lo necesita porque “están como ovejas sin pastor” y sigue enseñando. ¡Es así!

Yo veo hoy un papá o una mamá y recuerdo, cuando era pequeño, que mi papá cuando llegaba a casa, venía de trabajar, cansado, se acostaba al lado de mi cama y yo le decía “¡papá contame un cuento!”, y él me contaba uno aunque estuviera cansado y queriendo ir a dormirse. Pero yo le insistía que me siguiera contando otros y él me hablaba, me hablaba, me contaba, hasta que me dormía. Yo digo que uno siempre tiene que esforzarse para que el otro esté bien ¡qué cosa hermosa!

Así como hace el papá o la mamá, que no tiene ganas, que está cansado o cansada, pero tiene que hacerlo porque el hijo se lo pide o se lo reclama, así también el sacerdote, porque la gente reclama, sigue reclamando, sigue pidiendo, y uno tiene que seguir dando ¡es el motivo de nuestra vida! Uno tiene que seguir dando, seguir entregando, ¡seguir sacrificándose!

Pero para poder hacer estas cosas, uno las hará si tiene el motivo principal. Y el motivo principal ¡es el amor! Si hay amor uno encuentra la ocasión para seguir brindándose, para seguir sirviendo, para seguir escuchando, para seguir acompañando. Pero si no está el motivo principal, luego van a faltar las consecuencias.

Este Año Santo Sacerdotal, del Santo Cura de Ars, donde el Santo Padre, Benedicto XVI, nos invita a todos a rezar por la santificación de los sacerdotes, por las vocaciones sacerdotales y religiosas, pidamos especialmente al Señor, a través del Santo Cura de Ars, cuya imagen peregrina está visitando todas nuestras diócesis, para que lo escuchemos a él que nos dice “Jesús está en la Eucaristía”. Vayamos a hablarle a Él, escuchémoslo, pidamos. Es lo más sublime que podemos hacer.

Este Santo Cura, que vivió siempre de la Eucaristía, del confesionario y de la oración, ¡transformó su realidad! Que también nosotros tengamos esa capacidad de transformar esa realidad por medio de la santificación de nuestros sacerdotes, que son tan importantes para nosotros, que son un motivo y una esperanza para la Iglesia y para el mundo.

¡No dejes de rezar por tu sacerdote!

Les dejo mi bendición en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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