lunes, 21 de octubre de 2013

LOS CRISTIANOS IDEÓLOGOS DEL PAPA FRANCISCO Y LOS "ESPECIALISTAS DEL LOGOS" DE HENRI DE LUBAC

En la reflexión sobre el evangelio de la misa del 17 de octubre, en la Casa Santa Marta, el Papa advirtió sobre “la reducción de la fe a una ideología”.

La expresión usada por él, “especialistas del Logos”, viene de la obra “Meditaciones sobre la Iglesia”, del famoso teólogo jesuita francés Henri de Lubac. Es el mismo texto citado el 9 de marzo de 2013 por el entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio en la penúltima de las congregaciones generales de los cardenales, a fin de denunciar “el mal tan grave que es el mundanismo espiritual”: según Lubac, “el peor de los males en que la Iglesia puede incurrir”.

Esta es una clara indicación de que, para entender mejor las enseñanzas del papa Francisco, las “meditaciones sobre la Iglesia”, de Lubac, son un libro indispensable.

El texto que ilustra la categoría de los “expertos del Logos”, que nada tiene que ver con el pensamiento de Joseph Ratzinger antes ni de Benedicto XVI después, está presente en las “Meditaciones sobre la Iglesia” en el siguiente trecho:

“Desde que existe, la Iglesia siempre ha atraído el desprecio de una élite. Filósofos o espirituales, muchos espíritus superiores, preocupados por una vida profunda, se niegan a adherirse a ella. Algunos le son abiertamente hostiles. Como Celso, ellos están rebelados con 'ese montón de gente sencilla' [...] Muchos otros, sin embargo, y hay sabios entre ellos, están convencidos de hacer justicia a la Iglesia. ¡Estarían dispuestos a protegerla si fuera necesario! [...] Pero mantienen su distancia. No saben qué hacer con una fe que acompañaría a todos los miserables, ante los cuales se sienten superiores en cultura estética, en capacidad de razonar o en preocupación de interioridad”.

“Son 'aristócratas' que no pretenden “mezclarse con el rebaño”. La Iglesia, de acuerdo con ellos, conduce a los hombres por carreteras demasiado comunes. Ellos reconocen su arte de presentar, bajo el velo de las imágenes, verdades profundas, pero, distinguiéndose como 'aquellos que saben', en contraste con la masa de aquellos que creen, presumen conocerla mejor de lo que ella misma pueda conocerse. La tratan con mucha condescendencia, y se atribuyen el poder de explicar, sin su consentimiento, por medio de una transposición metafísica, el profundo significado de sus doctrinas y de sus actos sagrados”.


“Por encima de su fe, ellos ponen su intuición, como lo absoluto por encima de lo relativo, como la participación directa y activa en el conocimiento divino por encima de una participación indirecta y pasiva... Podrían ser llamados 'especialistas del Logos', pero no leyeron en San Pablo que el Logos 'rechaza toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios'. Son sabios, pero ¿quién no ve realizarse, después de veinte siglos, la profecía 'Disipar la sabiduría de los sabios'? Son ricos que todavía deben oír la voz de la primera bienaventuranza. Algunos, arbolándose como jefes de escuela o de secta, aumentan, con el cebo del segundo, la promesa de la sabiduría [...]”.





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