miércoles, 16 de febrero de 2011

OBISPO MARCELO RAÚL MARTORELL: “HE VENIDO A DAR CUMPLIMIENTO A LA LEY Y LOS PROFETAS”




La fidelidad a la Ley de Dios es uno de los temas centrales del Antiguo Testamento. El hombre fiel vive para cumplirla y la lleva inscripta en su corazón.



VI Domingo Durante el Año A


He venido a dar cumplimiento a la Ley y los Profetas” (Mt. 5,17-47)

La fidelidad a la Ley de Dios es uno de los temas centrales del Antiguo Testamento. El hombre fiel vive para cumplirla y la lleva inscripta en su corazón. Esta fidelidad implica siempre un acto libre: “si tú quieres, guardarás los mandamientos y permanecerás fiel, si no quieres no los guardarás y eso es cosa de tu propia libertad, vida o muerte están ante ti y se te dará lo que tú prefieras” (Ecl.15,15-16) Como vemos, es vital para Dios que el hombre guarde su libertad, ya que ella es la dignidad mayor que recibe de parte de Dios. Vida o muerte son elegidas por el hombre y se le dará lo que él prefiera y esto depende de la aceptación y seguimiento de la ley divina. Es como decir que el que sigue y cumple la ley del Señor tendrá vida y el que la rechaza caerá en la muerte. Por lo tanto la vida como la muerte son frutos de una opción personal. Como el hombre es libre, es responsable de sus acciones. Dios a nadie manda ser impío, a nadie impulsa a dar la espalda a la ley o le da licencia para pecar.

Dios ama al hombre con amor eterno, le ama y le protege, le cuida como la gallina cuida de sus polluelos y requiere que sea responsable de sus actos, actos que en su libertad ejecute para el bien de su vida. El amor y la fidelidad a la ley constituyen la justicia y la santidad del hombre y del pueblo de Israel. Sin embargo la ley no era aún perfecta. Los judíos la habían materializado demasiado, la habían cosificado y por eso ellos mismos pensaban que Jesús había venido a abolirla. Jesús les enseña que, por el contrario, él ha venido a darle cumplimiento, enseñando que ella debe ser profundizada y llevada al interior del corazón del hombre. Toda su mente y todo su corazón deben estar empeñados en el cumplimiento de la ley. “Habéis oído a vuestros antepasados decir….más yo os digo”, así expresa San Mateo los perfeccionamientos de la ley, realizados por Jesús. No basta por ejemplo “no matar” sino que debe brotar del corazón el amor a la vida, sentimientos de amor por ella. El que guarda ira o rencor hacia su hermano es como si lo matase en su corazón. No basta abstenerse de actos contra la ley, hay que eliminar hasta los pensamientos y deseos malos, pues el que los acepta en su interior, ya ha pecado (Mt. 5,28), ha asesinado o ha cometido adulterio.

El perfeccionamiento de la ley consiste en hacerla interior, no sólo a la justicia externa que todos ven, sino también y fundamentalmente a los movimientos íntimos del corazón y de la mente que sólo Dios conoce. Solamente la Sabiduría de Dios -Jesús- podía dar el sentido profundo de la ley, perfeccionarla y darle su último sentido. Así también es necesario que el cristiano se deje penetrar por la Sabiduría del Evangelio, que no es la sabiduría de este mundo, sino la de Dios y en su libertad elija lo bueno, justo y bello para sí y para los demás. El cristiano debe buscar a Dios aunque ello implique la Cruz de Cristo, misterio de amor y de sufrimiento redentor en la vida, eligiendo la vida de Dios y no el pecado o la muerte, aunque éstas parezcan más fáciles de vivir.

Dios nos ha dado la libertad como don precioso de la vida. No para que por ella desperdiciemos la virtud, la integridad, la justicia y la paz; sino para que sepamos -acompañados por la gracia de Dios- elegir y optar por el bien, la verdad y la virtud, aunque nos cueste. Solo así seremos hombres y mujeres de Dios, responsables y respetados.

Que María Santísima nos acompañe en la opción por la verdad y la vida.

+ Marcelo Raúl Martorell
Obispo de Puerto Iguazú


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