viernes, 3 de diciembre de 2010

CARTA PASTORAL DE MONSEÑOR BALDOMERO CARLOS MARTINI, OBISPO DE SAN JUSTO PARA EL ADVIENTO Y LA NAVIDAD 2010





“La Virgen dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús,
El salvará a su pueblo de todos sus pecados” (Mt 1 18-24)




Queridos hermanos y hermanas:
El Adviento nos abre un camino de esperanza, de amor y de luz que tiene como meta la Navidad del Hijo de Dios hecho hombre. Cada Navidad nos ofrece la Vida, en este Niño que es Dios y en Él nos viene el sentido y el valor de toda vida humana, y también el compromiso con cada persona llamada a la existencia, cuya vida es preciosa desde el momento de la fecundación hasta su fin natural y en todo su recorrido.
Vivir el Adviento es una gracia que apunta a un cambio y nos renueva por dentro para que tengamos vida y la tengamos en abundancia. (Jn 10,10) Nos enseña el Papa Benedicto “En la Navidad no nació solamente un hombre que tenía que ver con Dios, sino que en Él nació Dios en la tierra. Dios salió de si mismo. Pero también podemos decir lo contrario: Dios nos atrajo a si mismo, de modo que ya no estamos fuera de Dios, sino que estamos en su intimidad, en la intimidad de Dios mismo.” ¡Qué bueno ser llamados a vivir la Navidad como un canto de amor y de vida!


1. NOS AMENAZA LA INCULTURA DE LA MUERTE

Hoy vivimos realidades de muerte, que mucho nos entristecen, y lo más peligroso es que muchas de estas manifestaciones en contra de la vida, nacen de ideologías y falsas compasiones, que van contaminando poco a poco la mentalidad y el actuar de los argentinos.
Pareciera que la vida no tuviese importancia o valor. Es atacada cada día de tantas maneras, en policías asesinados y hogares atropellados, en cierto odio a la vida del infante por nacer y por los niños abusados, destruidos por el paco y en los jóvenes por la droga y el alcohol. También el juego extendido se lleva vidas jóvenes y destruye la cuna de la vida y del amor que es la familia.
Mis hermanos: Las leyes son buenas, si sirven para construir la patria como nación, que ha recibido una herencia y tiene raíces que cuidar y sanar, para que todos juntos demos frutos de auténtico humanismo, que nos lleve sin odios a construir una patria de hermanos. Solo Dios es dueño de la vida y para nosotros es un don y una responsabilidad. La pregunta de Dios a Caín ¿Dónde esta tu hermano Abel? sigue resonando hoy con especial intensidad. Y como todo lo que hiere al hombre hiere a Dios no podemos quedarnos indiferentes. Ante la incultura de la muerte, debemos decirle si a la vida, si a la familia si a la dignidad humana de todos.


2. NOS COMPROMETEMOS A VIVIR EN LA CULTURA DE LA VIDA

Si la vida es amada y respetada desde su comienzo , la cultura de la vida debe ser una misión inclaudicable para todos, en estos tiempos difíciles de tanta inseguridad y confusión..
El Adviento nos prepara para recibir al Niño Dios, quien vino, viene y vendrá. Nos muestra a su Madre aceptando la Vida: La Virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrá el nombre de Emmanuel que significa Dios con Nosotros.” Aquí encontramos el fundamento de la cultura de la vida y como canta el salmo, valoramos la belleza de la maternidad y de cada persona: ¡Señor! “Tu creaste mis entrañas, me plasmaste en el seno de mi madre: te doy gracias porque fui formado de una manera admirable. ¡Qué maravillosas son tus obras! Tú conocías hasta el fondo de mi alma y nada de mi ser se te ocultaba, cuando yo era formado en lo secreto, cuando era tejido en lo profundo de la tierra” (139,13-15)
La cultura de la vida la vamos forjando y madurando desde una conciente relación con Dios de quien procede y le pertenece la vida y desde una sana relación con todos los hombres y un respeto profundo a la naturaleza, salida de las manos del Creador y Padre de todos.
Hermanos queridos: En gestos concretos de amor a la vida, busquemos el Rostro del Niño Dios, en los niños y en cada persona humana. La cultura de la vida abraza la dignidad de la persona humana y sus derechos. Les recuerdo que por el hecho de ser humanos, todos, creyentes y no creyentes, debemos construir en el corazón de la sociedad argentina la cultura de la vida, que supere y venza la incultura de la muerte.


3. ABRAMOS EL CORAZÓN AL EVANGELIO DE LA VIDA Y ANUNCIEMOSLO

Comenzamos desde este Adviento y Navidad todo un Año dedicado a la Vida, como expresión de amor. Un tiempo especial y para abrirle la conciencia al Evangelio de la Vida que está en el corazón de la Buena Noticia de Jesucristo que transfigura y cambia a cada uno , a cada familia y a la Patria entera, que a pesar de las ideologías, sigue siendo cristiana y valora la vida y la familia.
Los invito como padre y pastor a que vivamos en cada Parroquia como Comunidad de Comunidades este Adviento y la Santa Navidad, celebrándolas desde esta hermosa realidad, que es la vida y nos ayudemos a descubrir la responsabilidad de todos, de anunciar el Evangelio de la vida, como expresión del amor, para que tengamos un año mejor renovados por el Espíritu de Dios, que es Amor.
Les ruego, realizar gestos concretos que nos lleven a estar cerca del dolor de los que son heridos por la muerte y destruidos por la adicciones y aprender juntos a conmovernos por los niños no nacidos, los no deseados y los asesinados por el aborto. El misterio de la Encarnación del Hijo de Dios, del Dios que se hace embrión en el seno virginal de María, nos dé el coraje para gritar: ¡Si a la vida!
Ayudemos a que el odio se transforme en amor y perdón y que tantas lágrimas derramadas nos cambie el corazón a todos y así preparemos el mejor regalo al Niño Dios, que viene como la alegría de la Esperanza que no defrauda.
Abrazo con mi dolor, mi oración y mi bendición de Pastor a todos, especialmente a los que son víctimas de otros hombres y necesitan la unción del Niño Dios sobre sus heridas.

¡DIOS ES AMOR!

“Vayamos a Belén y veamos lo que ha sucedido y el Señor nos ha anunciado”

Mons. Baldomero Carlos Martíni, obispo de San Justo


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