domingo, 1 de diciembre de 2024

LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS

En el sacramento de la Unción de los enfermos, mediante el ministerio del sacerdote, es Jesús quien toca a los enfermos para curarlos del pecado y, a veces, incluso de sus dolencias físicas


Sus curaciones eran signos de la llegada del Reino de Dios. El mensaje central de su curación nos habla de su plan de vencer el pecado y la muerte mediante su muerte y resurrección.

El Rito de la Unción nos dice que no es necesario esperar a que una persona esté al borde de la muerte para recibir el Sacramento. Basta con un juicio cuidadoso sobre la gravedad de la enfermedad.

Cuando se administra el sacramento de la Unción de los enfermos, el efecto que se espera es que, si es la voluntad de Dios, la persona se cure físicamente de su enfermedad. Pero incluso si no hay curación física, el efecto primario del sacramento es una curación espiritual por la que la persona enferma recibe del Espíritu Santo el don de la paz y el coraje para afrontar las dificultades que acompañan a la enfermedad grave o a la fragilidad de la vejez.

~ Tomado del Catecismo Católico de los Estados Unidos para Adultos


Oraciones por la salud y dignidad de los enfermos

Oración por una fuerza renovada

Señor, Dios mío,
Por favor, dame la gracia de mantener mi esperanza en ti a través de todos los cambios de la vida y de gustar y ver tu bondad.
Te alabo por los dones que has derramado sobre mí durante tantos años.
Ayúdame a encontrar la alegría en una renovada fortaleza de espíritu. 
Bendíceme con buena salud e inspírame para ser un buen ejemplo para los demás.
Porque tú eres el Señor, por los siglos de los siglos. Amén.

Oración de bendición para los enfermos

Toda alabanza y toda gloria son tuyas, Señor Dios nuestro, porque nos has llamado a servirte en el amor.
Bendice a N., para que pueda soportar esta enfermedad en unión con el sufrimiento obediente de tu Hijo.
Devuélvele la salud y condúcele a la gloria.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.

Oración de bendición para un anciano enfermo 

Toda alabanza y toda gloria son tuyas, Señor Dios nuestro, porque nos has llamado a servirte en el amor.
Bendice a todos los que han envejecido en tu servicio, y da a N. fuerza y valor para continuar siguiendo a Jesús, tu Hijo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.

Oración por los que van a morir

Señor Jesucristo,
así como estuviste junto al lecho del buen San José y lo condujiste suavemente al cielo, conduce a todas las almas que van a morir al paraíso de la paz perfecta.
Que las lágrimas que derramamos a su paso sean testimonio de nuestro amor por ellas y de la profundidad de nuestra acción de gracias por el don de sus vidas y la gracia de una buena muerte.
Porque Tú eres el Señor, por los siglos de los siglos. Amén. 

Oración a San José

San José, en la piedad popular de la Iglesia, ha sido considerado el patrón de los moribundos ya que él mismo tuvo el privilegio de morir en brazos de María y Jesús. “Puesto que todos debemos morir, debemos abrigar una devoción especial a San José, para que nos obtenga una muerte feliz” (San Alfonso Ligorio)

Oh bienaventurado José, 
que diste tu último aliento en el abrazo amoroso de Jesús y María,
cuando el sello de la muerte cierre mi vida, ven con Jesús y María a socorrerme. 
Consígueme este consuelo para esa hora: morir rodeado por sus santos brazos. 
Jesús, María y José, encomiendo mi alma, viva y moribunda, a vuestros sagrados brazos. Amén.

Oración de recomendación de los moribundos

Señor Jesucristo, Salvador del mundo,
oramos por tu siervo N., y lo encomendamos a tu misericordia.
Por él has bajado del cielo;
recíbelo ahora en la alegría de tu Reino.
Porque, aunque ha pecado, no ha negado al Padre,
al Hijo y al Espíritu Santo, sino que ha creído en Dios y ha adorado a su Creador. Amén.


RITUAL DEL SACRAMENTO DE LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS

El sacerdote inicia el ritual diciendo:

- La paz del Señor a esta casa y a todos los aquí presentes.

Luego, si es oportuno, rocía con agua bendita al enfermo y a la habitación, diciendo esta fórmula:

- Que esta agua nos recuerde nuestro bautismo en Cristo, que nos redimió con su muerte y resurrección.

Seguidamente puede decir la siguiente oración:

Señor, Dios nuestro, que por medio de tu apóstol Santiago nos has dicho: “¿Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, y que recen sobre él, después de ungirlo con óleo, en nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo curará y, si ha cometido pecado, lo perdonará”.
Escucha la oración de quienes nos hemos reunido en tu nombre y protege misericordiosamente a N., nuestro
hermano enfermo (y a todos los otros enfermos de esta casa). Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. - Amén.

El sacerdote invita a los fieles a la penitencia:

- Hermanos: para participar con fruto en esta celebración, comencemos por reconocer nuestros pecados.

Se hace una breve pausa en silencio. Después, todos juntos, hacen la confesión:

- Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento,
palabra, obra y omisión.

Dándose golpes de pecho, añaden:

Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Y a continuación:

Por eso ruego a Santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mi ante Dios, nuestro Señor.

El sacerdote concluye:

V. - Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

V.- Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según San Mateo (15, 29-31).
En aquel tiempo, Jesús bordeando el lago de Galilea, subió al monte y se sentó en él. Acudió mucha gente llevando consigo tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros; los echaban a sus pies, y él los curaba.
La gente se admiraba al ver hablar a los mudos, sanos a los lisiados, andar a los tullidos y con vista a los ciegos, y dieron gloria al Dios de Israel.
Palabra del Señor.

A continuación se recitan las letanías:

V. - Tú, que soportaste nuestros sufrimientos y aguantaste nuestros dolores, Señor, ten piedad.

R. - Señor, ten piedad.

V. - Tú, que te compadeciste de la gente y pasaste haciendo el bien, y curando a los enfermos, Cristo, ten piedad.

R. - Cristo, ten piedad.

V. - Tú que mandaste a los apóstoles imponer las manos sobre los enfermos, Señor, ten piedad.

R. - Señor, ten piedad.

Si el sacerdote ha de bendecir el óleo dentro del rito, procederá así:

- Señor Dios, Padre de todo consuelo, que has querido sanar las dolencias de los enfermos por medio de tu Hijo: escucha con amor la oración de nuestra fe y derrama desde el cielo tu Espíritu Santo Defensor sobre este óleo.

Tú que has hecho que el leño verde del olivo produzca aceite abundante para vigor de nuestro cuerpo, enriquece con tu bendición + este óleo, para que cuantos sean ungidos con él sientan en el cuerpo y en el alma tu divina protección y experimenten alivio en sus enfermedades y dolores.

Que por tu acción, Señor, este aceite sea para nosotros óleo santo, en nombre de Jesucristo, nuestro Señor.

Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

R. - Amén.

Si el óleo está ya bendecido, dice sobre él una oración de acción de gracias:

V. - Bendito seas Dios, Padre todopoderoso, que por nosotros y por nuestra salvación enviaste tu Hijo al mundo.

R. - Bendito seas por siempre, Señor.

V. - Bendito seas, Dios, Hijo unigénito, que te has rebajado haciéndote hombre como nosotros, para curar nuestras enfermedades.

R. - Bendito seas por siempre, Señor.

V. - Bendito seas Dios, Espíritu Santo Defensor, que con tu poder fortaleces la debilidad de nuestro cuerpo.

R. - Bendito seas por siempre, Señor.

V. - Mitiga, Señor, los dolores de este hijo tuyo, a quien ahora, llenos de fe, vamos a ungir con el óleo santo; haz que se sienta confortado en su enfermedad y aliviado en sus sufrimientos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. - Amén.

El sacerdote toma el santo óleo y unge al enfermo en la frente y en las manos, diciendo una sola vez:

V. - Por esta Santa Unción y por su bondadosa misericordia te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo.

R. - Amén.

V. - Para que, libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en la enfermedad.

R. - Amén.

Después dice esta oración:

- Oremos.
Te rogamos, Redentor nuestro, que por la gracia del Espíritu Santo, cures el dolor de este enfermo, sanes sus heridas, perdones sus pecados, ahuyentes todo sufrimiento de su cuerpo y de su alma y le devuelvas la salud espiritual y corporal, para que, restablecido por tu misericordia, se incorpore de nuevo a los quehaceres de su vida. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

R. - Amén.

V. - Y ahora, todos juntos, invoquemos a Dios con la oración que el mismo Cristo nos enseñó:

Todos: - Padre nuestro, que estás en el cielo...

V. - La bendición de Dios todopoderoso, Padre +, Hijo + y Espíritu Santo +, descienda sobre vosotros y os acompañe siempre.

R. - Amén.


Textos tomados del Ritual de la Unción y de la Pastoral de enfermos, Comisión Episcopal Española de Liturgia, Madrid, 2002.

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