Capítulos anteriores:
Primera Parte:
Capítulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Capítulo VI
Segunda Parte:
Capítulo I al XVII
Capítulo XVIII al XLIII
Tercera Parte:
Capítulo I al X
Capítulo XI al XX
Capítulo XXI al XXX
Capítulo XXXI al XL
Capítulo XLI Al XLIV
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Capítulo XLI Al XLIV
Cuarta Parte:
CUARTA PARTE
DEL LIBRO INTITULADO
"VIDAS DE LOS HERMANOS"
CAPÍTULO VI
CONTRA LOS NEGLIGENTES EN EL OFICIO DIVINO
I. Hubo en Inglaterra un Hermano, por nombre David, muy religioso y devoto, el cual en una enfermedad de que murió, llevado en espíritu al juicio de Dios, oyó a la Bienaventurada Virgen que se quejaba de aquellos que con negligencia, deprisa e irreverentemente, decían su Oficio; a la cual su Hijo Jesús respondía: “Enviemos éste a sus Hermanos para que los prevenga que no hagan nunca lo que otros”. Vuelto en sí del éxtasis dicho enfermo e incorporándose en su cama anunció lo que había oído y exhortó a los Hermanos a que con mayor devoción dijesen las Horas de la Reina del Cielo María; y esto dicho, al poco expiró.
II. En la misma Provincia de Inglaterra, estando ya exánime Fr. Ricardo, de repente exclamó: “Ay de vosotros los que con negligencia rezáis el Oficio! Pues quéjanse las almas del purgatorio de que tan tarde y tibiamente pagáis lo que les debéis y nada sobreañadís. ¡Ay! que la Bienaventurada Virgen, oyéndolo yo, se ha quejado de vosotros a su Hijo, porque eso poco que de Ella decís, con distraído e indevoto corazón lo decís, como cosa de ninguna importancia. He oído en el cielo una melodía cual no se puede imaginar en la tierra”. Dichas estas cosas descansó en el Señor.
III. Un Hermano antiguo en la Orden, de religiosa vida, refirió que cuando los Hermanos decían los Maitines de la Bienaventurada Virgen, había visto a Nuestra Señora con dos doncellas a la puerta del dormitorio, diciendo: ¡Fuerte! ¡fuerte! ¡Varones fuertes! Lo contó al Prelado para que amonestase a los Hermanos al amor de la Virgen y a decir con más devoción su Oficio.
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