No sorprende que el Congreso de Münich fuera un hito del ecumenismo, como orgullosamente lo anunció el Vaticano.
Por la Dra. Carol Byrne
Lo que tuvo lugar en el Congreso de Munich de 1960 puede describirse como la primera “mega-Misa” de la Historia. Mientras que los eventos anteriores de esta naturaleza se caracterizaron por la solemnidad, la pompa y la sacralidad, como corresponde al homenaje debido al Santísimo Sacramento (1), el énfasis principal en Munich estaba en las personas presentes.
Los registros muestran que la liturgia se apartó notablemente de la lex orandi tradicional en el sentido de que fue “especialmente diseñada” (speziell gestaltet) para ser una “celebración animada” (lebendige Mitfeier) por parte del pueblo (2). Esto fue confirmado por el joven padre Ratzinger que también estuvo presente en el Congreso (3); lo describió como una preparación para el Concilio, y un hito que reemplaza a la anterior “liturgia de espectadores” (“schauenden Anbetung”) con una actuación dinámica (4).
Los relatos de testigos oculares revelan que, además del omnipresente canto de la Misa por parte del pueblo (5), vitorearon y aplaudieron a las celebridades; en el Ofertorio “las hostias se subían al altar en cien canastos grandes” (6); y todos estuvieron tomados de la mano en el Padre Nuestro (7). Nada de esto debe sorprender, ya que el Card. Joseph Wendel se había comprometido durante años con la reforma litúrgica en su diócesis (8).
La primera "mega misa" en el Congreso de Munich 1960 fue filmada
En su opinión, el hecho de que la Misa se haya llevado a cabo “correctamente” de acuerdo con las rúbricas estuvo mal; se parecía “al estilo de León XIII”; se acompañaba de “buena música sacra”, que no facilitaba el canto congregacional; la congregación no recitaba las oraciones en voz alta; y no hubo distribución de la Comunión (9).
La explicación estándar de por qué se eligió Münich para el Congreso Eucarístico Internacional, donde Pío XII una vez pasó un tiempo allí como nuncio papal, es simplemente una pista falsa. El repentino e inesperado cambio de sedes, que el Card. Wendel convenció a Pío XII para que lo hiciera en 1955, ahora puede explicarse en el contexto de la ambición desmesurada del cardenal de renovar el rostro del catolicismo en Münich y presentar el Congreso Internacional como un hito mundial en la renovación litúrgica. Este fue el tema de su sermón de Nochevieja de 1956 que lanzó los preparativos para el Congreso (10).
Pero también hubo otra razón para elegir Münich como sede del Congreso: fue la participación previa del Card. Wendel y los obispos alemanes en el diálogo católico-protestante. De hecho, Alemania fue el principal país en el que floreció la actividad católica en el ecumenismo, al principio en secreto en el Tercer Reich por miedo a los nazis y luego abiertamente, después de la guerra (11).
“Fue en Münich en 1960 que las relaciones ecuménicas comenzaron a tomar toda su importancia en los Congresos Eucarísticos. Apenas comenzadas las preparaciones para el Concilio Vaticano II, el Beato Juan XXIII decidió establecer el Secretariado para la Promoción de la Unidad de los Cristianos. A partir de entonces, en el contexto eclesial del Concilio Vaticano II, el movimiento hacia la unidad de los cristianos pasó a formar parte del orden del día de los Congresos Eucarísticos” (12).
Una juerga ecuménica
El "diálogo" interreligioso en el Congreso fue organizado por el mayor grupo ecuménico de Alemania, el Movimiento Una Sancta. Libros publicados por el Movimiento que contenían artículos escritos por miembros de diferentes religiones (13), todos enfatizando su supuesta “visión común” fueron distribuidos gratuitamente entre las multitudes. Se impartieron conferencias en la Universidad de Münich sobre temas teológicos. Se señaló que se invitó a teólogos protestantes a exponer su teología eucarística a audiencias católicas (14). Pero no había en evidencia apologistas de la ortodoxia católica.
En cambio, la herejía fue predicada desde el lado católico. Al teólogo alemán Otto Karrer, SJ (15), que había promovido activamente actividades ecuménicas por su propia iniciativa entre las dos guerras mundiales, y que creía que las religiones no católicas tenían la aprobación divina, se le permitió hablar sobre la Eucaristía en la presencia de más de 30 obispos, a pesar de que su obra había sido incluida en el Índice en 1942 (16).
Su conferencia, pronunciada ante un público repleto en el Auditorio Máximo de la Universidad (17) y luego publicada por Una Sancta, enfatizó la noción de que la Misa era simplemente un acto de alabanza y acción de gracias a Dios, que transmite la presencia espiritual de Cristo entre los participantes (18).
Objeciones de inspiración ecuménica a las procesiones eucarísticas
La hostilidad a las procesiones eucarísticas no se limitó al lado protestante, sino que fue expresada por los católicos. Otto Karrer se quejó de que tenían el espíritu de la Contrarreforma y la apariencia de un “desfile pseudomilitar” (19).
Jungmann se unió a él para pedir que se suspendieran las procesiones del Santísimo Sacramento en la Iglesia porque consideraba que tales demostraciones de culto católico eran una forma de triunfalismo, una muestra del poder católico, que sería ofensiva para los protestantes (20). Concluyó que no había lugar para demostraciones tan abiertas de catolicismo en las ciudades modernas (21).
Las procesiones fueron numerosas en el Congreso de Munich a pesar de las protestas de Jungmann & Karrer
Pero Münich, la capital de la otrora católica Baviera, era una ciudad con una larga tradición de procesiones eucarísticas llevadas a cabo con gran pompa y solemnidad que se remontaba a la era medieval (22). El papa Juan XXIII así lo reconoció en su mensaje radiofónico pronunciado en latín a los participantes del Congreso de 1960: “Münich ha sido y sigue siendo particularmente destacada en su devoción al misterio más celestial de la Eucaristía” (23).
Jungmann, sin embargo, quería ponerle fin. Parece que se avergonzaba de la existencia misma del catolicismo.
La ambivalencia del papa Benedicto
Habiendo nacido y crecido en Baviera, el papa Benedicto XVI se había empapado de la quintaesencia de la devoción católica, especialmente a la Sagrada Eucaristía. Es bien sabido que ha expresado sus dudas sobre ciertos desarrollos en la reforma litúrgica, pero siempre con una nota de ambivalencia.
Por ejemplo, en 2008 dio una charla sobre el tema de las grandes misas al aire libre que, dijo, seguían planteando “un problema importante” en la Iglesia ( 24). En esa charla recordaba el Congreso de Münich de 1960 y se refería al “gran liturgista”, el profesor Jungmann, que había revolucionado el evento. Sin embargo, no mencionó que Jungmann era la fuerza impulsora detrás de un esfuerzo internacional coordinado para destruir sigilosamente tanto la liturgia tradicional de la Iglesia como las devociones populares queridas en el corazón de todo católico tradicional.
Ratzinger admitió que ni él ni nadie supo resolver el problema de preservar el debido respeto a la Sagrada Eucaristía y priorizar la “participación activa” del pueblo (25) (Buen punto: los dos objetivos, como el propio Jungmann se había dado cuenta, en realidad se oponen entre sí).
Entonces, el corolario de esta comprensión es, ineludiblemente, que la "participación activa" de la gente nunca debería haber sido intentada en primer lugar, menos aún permitido escalar en un ataque total a la liturgia tradicional que preservaba la reverencia por excelencia. Sin embargo, el papa rechazó específicamente una restauración del statu quo ante la liturgia anterior al Vaticano II (26).
Pero las “mega-misas”, en las que el Santísimo Sacramento se exponía rutinariamente a diversos grados de profanación y, a veces, a un sacrilegio total, fueron frecuentes durante el papado del papa Benedicto. Al celebrarlas él mismo, dio un gran impulso a la desacralización de la liturgia, que pretendía deplorar. Esto ha ayudado a alimentar la creencia popular de que la falta de respeto hacia la Eucaristía ahora está tan extendida, e incluso ha sido permitida por el papa, que sería impensable corregirla.
Si, como ha declarado, la “crisis eclesial en la que nos encontramos hoy depende en gran parte del colapso de la liturgia” (27), y dada su temprana aprobación entusiasta de la “mega-Misa”, es difícil evitar la conclusión de que se ha metido en una crisis en parte provocada por él mismo.
Continúa...
Notas:
1) En su explicación del significado de un Congreso Eucarístico Internacional, el Arzobispo Piero Marini afirmó específicamente que “no es una manifestación triunfalista de fe, un gran acto de homenaje a la Eucaristía… sino un servicio al camino continuo del Pueblo de Dios”. Lo definió como “fuente y cumbre de la vida y actividad de todos los bautizados”. The Shape, Significance and Ecclesial Impact of Eucharistic Congresses, 9 de junio de 2009.
2) Peter Pfister (Ed.), Gemeinschaft erleben – Eucharistie feiern Der Eucharistische Weltkongress 1960 in München, (Vivir la comunidad. Celebrar la Eucaristía. El Congreso Eucarístico Internacional de Munich 1960), Ratisbona: Archivos de la Arquidiócesis de Munich y Freising, 2010, pág. 45. En alemán aquí).
3) Los Archivos también muestran que el padre Joseph Ratzinger pronunció un sermón sobre la Misa en la iglesia de St. Maria Thalkirchen, Munich, el 4 de agosto de 1960. Se tituló “Liebesmahl und Liebeswerk” (La comida de amor y la obra de amor).
4) “Damit ist der Eucharistische Kongress von München zu einem Markstein der liturgischen und theologischen Entwicklung geworden, wegweisend für die ganze Kirche”. (Así, el Congreso Eucarístico de Munich se convirtió en un hito en el desarrollo litúrgico y teológico revolucionario para toda la Iglesia). Joseph Ratzinger, The Catholic Academy of Bavaria, Der Eucharistische Weltkongress in MünchenErinnerung, Reflexion, Auftrag (El Congreso Internacional en Munich hace 50 años, Reminiscencia, Reflexión, Misión), 20 de julio de 2012, p. 12
5) Las Misas del Congreso tomaron la forma de la Betsingmesse alemana, un servicio inventado por el padre Pius Parsch en la década de 1920, en la que la gente cantaba el Ordinario de la Misa en lengua vernácula y, a veces, también los Propios.
6) Padre Placid Jordan, OSB, “One Million Voices Join in Te Deum at Congress”, The Bulletin, periódico oficial de la Diócesis de Savannah, 20 de agosto de 1960.
7) Citado en Marie-Dominique Chenu, Vatican II Notebook: A Council Journal 1962-1963, trad. por Paul Philibert, OP, Casemate Publishers, 2015, p. 19
8) El cardenal Wendel había sido anfitrión del Segundo Congreso Litúrgico Alemán que tuvo lugar en Munich del 29 de agosto al 1 de septiembre de 1955, en el que muchos liturgistas, incluido Jungmann, dieron conferencias para promover el Movimiento Litúrgico. En ese Congreso hubo Misa de cara al pueblo y “participación activa” del pueblo en el Ofertorio, canto congregacional y respuestas orales. Véase Sylvester Thiesen, “Liturgists at Munich”, The Tablet, 17 de septiembre de 1955.
9) Citado en Marie-Dominique Chenu, Vatican II Notebook: A Council Journal 1962-1963, traducido por Paul Philibert, OP, Casemate Publishers, 2015, p. 19
10) Según el Cardenal, el objetivo del Congreso era “für ein neues München” (por una nueva Munich) en la que la Iglesia y el mundo serían renovados. Silvesterpredigt 1956 Seiner Eminenz des Hochwürdigsten Herrn Kardinals im Dom zu Unserer lieben Frau (Sermón de Nochevieja de Su Eminencia el Reverendo Cardenal en la Catedral de Nuestra Señora; citado en Franz Xaver Bischof, 'München als Treffpunkt der Kirche: Der 37. Eucharistische Weltkongress 1960' (Munich como punto de encuentro de la Iglesia: el 37º Congreso Eucarístico Internacional), Münchener Theologische Zeitschrift (The Munich Theological Journal), 62, 2011, p. 104.
11) El ecumenismo en Alemania, que comenzó como un movimiento protestante a principios del siglo XX, se fortaleció entre las dos guerras mundiales cuando católicos y protestantes unieron fuerzas para combatir el surgimiento del nacionalsocialismo. En 1943, la Conferencia Episcopal Alemana estableció un departamento para asuntos ecuménicos encabezado por el arzobispo (más tarde cardenal) Jaeger de Paderborn con Karl Rahner y Romano Guardini entre sus miembros. Inmediatamente después de la guerra, los grupos ecuménicos proliferaron por todo el país, siendo el más grande el Movimiento Una Sancta creado en 1948 por un sacerdote católico, el padre Max Metzger.
El arzobispo Jaeger colaboró en 1946 con el pastor luterano Wilhelm Stählin para fundar el “Círculo Jaeger-Stählin” para la oración y el debate entre teólogos protestantes y católicos, del cual eran miembros Walter Kasper, Karl Lehmann y Joseph Ratzinger. Ver Barbara Schwahn, Der Ökumenische Arbeitskreis Evangelischer und Katholischer Theologen von 1946 bis 1975 (El Grupo de Trabajo Ecuménico de teólogos protestantes y católicos de 1964 a 1975), Vandenhoeck y Ruprecht, 1996, p. 41. En 1957, Jaeger fundó el Instituto de Ecumenismo Johann Adam Möhler.
A lo largo del pontificado de Pío XII, el padre Augustin Bea, SJ, actuó como enlace entre todos los grupos ecuménicos alemanes y el Vaticano.
Con el apoyo expreso de Bea, el arzobispo Jaeger escribió al papa Juan XXIII en marzo de 1960 solicitando la creación formal de un grupo de “expertos” en el Vaticano para asesorar sobre cuestiones ecuménicas. Tres meses después, el papa instituyó un “Secretariado para la Promoción de la Unidad de los Cristianos” como una de las comisiones preparatorias del Concilio, y nombró a Bea (a quien acababa de nombrar cardenal) como su primer presidente.
El arzobispo Jaeger colaboró en 1946 con el pastor luterano Wilhelm Stählin para fundar el “Círculo Jaeger-Stählin” para la oración y el debate entre teólogos protestantes y católicos, del cual eran miembros Walter Kasper, Karl Lehmann y Joseph Ratzinger. Ver Barbara Schwahn, Der Ökumenische Arbeitskreis Evangelischer und Katholischer Theologen von 1946 bis 1975 (El Grupo de Trabajo Ecuménico de teólogos protestantes y católicos de 1964 a 1975), Vandenhoeck y Ruprecht, 1996, p. 41. En 1957, Jaeger fundó el Instituto de Ecumenismo Johann Adam Möhler.
A lo largo del pontificado de Pío XII, el padre Augustin Bea, SJ, actuó como enlace entre todos los grupos ecuménicos alemanes y el Vaticano.
Con el apoyo expreso de Bea, el arzobispo Jaeger escribió al papa Juan XXIII en marzo de 1960 solicitando la creación formal de un grupo de “expertos” en el Vaticano para asesorar sobre cuestiones ecuménicas. Tres meses después, el papa instituyó un “Secretariado para la Promoción de la Unidad de los Cristianos” como una de las comisiones preparatorias del Concilio, y nombró a Bea (a quien acababa de nombrar cardenal) como su primer presidente.
12) Piero Marini, The Shape, Significance and Ecclesial Impact of Eucharistic Congresses (La forma de los Congresos Eucarísticos en la historia y en el presente), 9 de junio de 2009 (En inglés aquí).
13) A traves de George Faithful, Mothering the Fatherland: A Protestant Sisterhood Repents for the Holocaust, Oxford University Press, 2014. El libro de Faithful es un ejemplo de una de esas publicaciones que promueve el pluralismo religioso. Además de los autores católicos, señala “un teólogo laico ortodoxo oriental y profesor de literatura, tres profesores de teología protestantes, dos laicos protestantes, el director de una academia protestante y [el teólogo protestante] Hans Asmussen” y la Madre Basilea Schlink, quien fundó una orden protestante de monjas llamada Hermandad Evangélica de María (pág. 76).
14) Derrick, “The Eucharistic Congress at Munich”, The Tablet, 20 de agosto de 1960.
15) El padre Karrer fue discípulo del místico medieval Meister Eckhart y también admirador del Card. John Newman, a quien consideraba uno de los padres de la teología moderna. En 1922 produjo una versión alemana de las obras de Newman. Su influencia en la teología ecuménica del Vaticano II fue considerable. ¡Qué mundo de diferencia existe entre Karrer y su colega jesuita, San Pedro Canisio, quien dirigió la Contrarreforma jesuita en Alemania contra los protestantes del siglo XVI!
16) Su obra, Gebet, Vorsehung, Wunder (Oración, Providencia, Milagro), fue publicada en 1941.
17) Victor Conzemius, Otto Karrer (1888-1976), Publications de l'École Française de Rome, 1989, vol. 113, núm. 1, pág. 351.
18) O. Karrer, 'Die Eucharistie im Gespräch der Konfessionen, Vortrag 6. 8. 1960 beim Eucharistischen Weltkongress München' (La Eucaristía en diálogo con las religiones: conferencia pronunciada el 6 de agosto de 1960 en el Congreso Eucarístico Internacional de Munich) en Una Sancta 15, 1960, pp. 229-250.
19) Víctor Conzemius, Otto Karrer (1888-1976), pág. 351. Es cierto que en Munich las procesiones eucarísticas, patrocinadas por los duques de Baviera, iban tradicionalmente acompañadas del sonido de las campanas, tambores, trompetas y disparos de mosquetes y cañones. (Ver Alois Mitterwieser, Geschichte der Fronleichnamsprozession in Bayern, Verlag Knorr und Hirth GmbH, Munich, 1930, pp. 34-37) Pero esto se hizo para saludar la Realeza de Cristo Rey y enfatizar el espíritu combativo necesario para defender la verdadera Fe.
20) Franz Xaver Bischof, München als Treffpunkt der Kirche: Der 37. Eucharistische Weltkongress 1960 (Munich as the Meeting Place of the Church: The 37th International Eucharistic Congress 1960), Münchener Theologische Zeitschrift (The Munich Theological Journal), 62 (2011), pág. . 106.
21) Jungmann lo expresó de esta manera: “El lugar adecuado para la procesión festiva con el Santísimo Sacramento en una colorida celebración del Corpus Christi sería en un ambiente católico cerrado. Este ambiente católico cerrado ya no existe”. (ibíd., pág. 106)
22) Jungmann no logró eliminar por completo las procesiones eucarísticas, ni siquiera en el Congreso de Munich. En aquella ocasión, la procesión del Santísimo Sacramento estuvo encabezada por el legado pontificio, Card. Gustavo Testa. Además, Corpus Christi, llamado "Fronleichnam" en alemán, sigue siendo un día festivo en Baviera y durante siglos ha sido una institución apreciada por derecho propio. Siempre era un espectáculo magnífico, con la gente que participaba en la procesión ataviada con los trajes típicos en honor al Santísimo Sacramento.
23) XXIII, Animo praesentes, 7 de agosto de 1960, Acta Apostolicae Sedis, 1960, p. 774.
24) Encuentro con los Párrocos y el Clero de la Diócesis de Roma, Discurso de Su Santidad Benedicto XVI, Sala de Bendiciones, jueves 7 de febrero de 2008.
25) El papa Benedicto afirmó: “Por mi parte, debo decir que sigue siendo un problema porque la comunión concreta en la celebración es fundamental y no considero que realmente se haya encontrado la respuesta definitiva. También planteé esta pregunta durante el último Sínodo, pero no fue respondida” (ibíd.)
26) Afirmó que “no anhelaba un ayer irremediablemente llevado por el viento”. Vittorio Messori, El Informe Ratzinger, Ignatius Press, 1985, p. 19; y que una “restauración” de la liturgia anterior al Vaticano II no es posible ni deseable. (ibíd. págs. 37-38)
27) Joseph Ratzinger, Milestones: Memoirs 1927-1977, Ignatius Press, 1998, p. 148.
12ª Parte: Los obispos alemanes atacan, Pío XII capitula
13ª Parte: El proceso de apaciguamiento: Alimentar al cocodrilo alemán
14ª Parte: 1951-1955: El Vaticano inicia la reforma litúrgica
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