lunes, 13 de noviembre de 2023

“LA IGLESIA DEBE CAMBIAR” ¿PERO POR QUÉ? ¿Y QUIÉN LO DECIDIÓ?

“La Iglesia Católica debe cambiar”, ese ha sido el leitmotiv de la gran mayoría de hombres (y mujeres) de la Iglesia desde el Vaticano II hasta hoy. 


Francisco lo ha convertido en el objetivo de su pontificado y por eso insiste mucho en la “sinodalidad”, como también reiteró en una nueva entrevista, explicando también cómo se producirá este cambio. Francamente, después de todas estas décadas, todavía no hemos comprendido por qué la Iglesia debe necesariamente cambiar y, sobre todo, quién lo ha decidido.

Francisco concedió una entrevista a la periodista Bernarda Llorente para el canal de televisión Télam. Abordaron diversos temas de actualidad, pero queremos destacar en particular la respuesta que dio Bergoglio respecto al “cambio” en la Iglesia:
La Iglesia debe cambiar. Pensemos en cómo ha cambiado desde el Concilio hasta hoy y cómo debe seguir cambiando, para proponer una verdad inmutable. Es decir, la revelación de Jesucristo no cambia, los dogmas de la Iglesia no cambian, crecen y se ennoblecen como la savia de un árbol. Quien no sigue este camino sigue un camino que da pasos hacia atrás, un camino que se cierra sobre sí mismo. Los cambios en la Iglesia ocurren dentro de este flujo de identidad de la Iglesia. Y debe seguir cambiando a lo largo del camino, a medida que se enfrentan los desafíos. Por eso el núcleo del cambio es fundamentalmente pastoral, sin negar la esencia de la Iglesia”.
Está claro que Bergoglio quiere, por un lado, tranquilizar a ese pequeño rebaño que se resiste a los cambios, afirmando que no habrá variaciones doctrinales, pero insiste en que el cambio es irreversible y no se puede detener. No será la Doctrina la que cambiará, sino la “pastoral”, o más bien la manera de abrirla y vivirla.

Éste es, en realidad, el engaño del progresismo, heredero y evolución del modernismo.

Mientras los modernistas querían dejar intacto el exterior de la Iglesia, cambiando su sustancia, los progresistas se engañan cambiando el exterior, dejando intacta su sustancia, abusando del “cuidado pastoral”.

La pastoral consiste en dar alimento al rebaño, es decir, la Doctrina y los Sacramentos, no en encontrar “paradigmas existenciales” adecuados a los tiempos actuales, de lo contrario caeremos en la primacía de la praxis marxista.

De hecho, el razonamiento de Bergoglio en esta entrevista es muy peligroso: “El fallecido académico católico polaco y amigo de Juan Pablo II, Stanislaw Grygiel, había reconocido desde el principio, durante los sínodos sobre la familia de 2014 y 2015, que esas asambleas promoverían cambios en la práctica pastoral como medio para socavar la doctrina -un enfoque que él comparaba con un principio clave y defectuoso del marxismo, según el cual “la praxis decide lo que es verdad a cualquier precio, conduciendo a lo que no es verdad”.

Bergoglio, además, es seguidor de la “teología del pueblo”, una variante argentina de la teología marxista de la liberación, en la que se considera a la Iglesia como un pueblo en viaje a través de la historia, sin un destino preciso. De hecho, la sinodalidad así entendida es una práctica procesal sin término. De hecho, el viaje es el mismo destino.

Sin embargo, después de todas estas décadas, los fieles católicos se preguntan por qué la Iglesia debe cambiar. Los santos nunca se preocuparon por cambiar la Iglesia, sino por defenderla, santificarse a sí mismos y a los demás.

Dios pidió al primer Francisco en la historia de la Iglesia, el Santo de Asís, que restaurara su Casa, no que la cambiara. ¿Y cómo lo restauró San Francisco? Con su vida santa y santificadora. Se santificó a sí mismo y a los demás viviendo el Evangelio al pie de la letra, no pensó en absoluto en adaptarlo según el siglo o las circunstancias personales.

Además, los fieles católicos se preguntan quién decidió que la Iglesia necesariamente debe cambiar. Esperamos que los conciliaristas / sinodalistas no tengan el valor de responder: “el Espíritu Santo”. La Tercera Persona de la Santísima Trinidad ha sido tomada en vano durante demasiado tiempo...


Cronicas de papa Francisco


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