Hace pocas horas el blog español siempre bien informado de la Cigüeña de la Torre nos decía que “furioso por los resultados electorales en Argentina, con la peor derrota histórica sufrida por su peronismo, el papa Francisco continúa con su afán de ‘misericordiar’ buenos obispos. La elocuencia avasallante de las urnas en su país lo ha llevado, en los últimos días, a descargar sus iras con miembros del episcopado argentino. Por un lado, se siente como ‘traicionado’ por buena parte de su cúpula; que, según él, ‘no hizo todo lo posible para restarle votos a Milei, en favor de Massa’; y, por el otro, ha puesto en su mira a un puñadito de obispos fieles -que se pueden contar, en Argentina, con los dedos de una mano-, a los que considera poco funcionales a su ideología”.
Pues bien, el primero de ese pequeño puñado de obispos fieles en caer será Mons. Nicolás Baisi, obispo de Puerto Iguazú, quien ha sido notificado por el Dicasterio de los Obispos que en diciembre recibirá una “visita fraterna” a raíz de algunas noticias que ha recibido la Santa Sede con “cuestionamientos sobre el gobierno pastoral de la diócesis”.
El visitador fraterno será el obispo de Temuco (Chile), Mons. Jorge Enrique Concha Cayuqueo, con un perfil más bien inquietante.
Ya sabemos cómo terminan las “visitas fraternas”. Mons. Biasi, en los primeros meses del año próximo, será presionado para que renuncie. Y, si no lo hace, será despojado de su diócesis como los fue Mons. Strickland.
Esta es la “misericordia”, esta es la “sinodalidad”, esta es la “escucha” y estos son los lugares que Francisco prepara para “todos, todos, todos”.
Wanderer
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