Por Debbie Lerman
Cuando una persona o un grupo puede censurar la expresión de los demás, existe -por definición- un desequilibrio de poder. Quienes ejercen el poder pueden decidir qué información y qué opiniones están permitidas y cuáles deben suprimirse. Para mantener su poder, naturalmente suprimirán la información y las opiniones que cuestionen su posición.
La libertad de expresión es la única forma pacífica de exigir responsabilidades a los gobernantes, cuestionar políticas potencialmente perjudiciales y denunciar la corrupción. Quienes tenemos el privilegio de vivir en democracias comprendemos instintivamente este valor casi sagrado de la libertad de expresión para mantener nuestras sociedades libres y abiertas.
¿O no?
De manera alarmante, parece que muchas personas en lo que llamamos naciones democráticas están perdiendo esa comprensión. Y parecen dispuestos a ceder su libertad de expresión a gobiernos, organizaciones y grandes empresas tecnológicas que, supuestamente, necesitan controlar el flujo de información para mantener a todo el mundo “seguro”.
El lugar en el que se está produciendo este preocupante alejamiento de la libertad de expresión es la plaza pública global del siglo XXI: Internet. Y las razones proclamadas para permitir que los que están en el poder disminuyan nuestra libertad de expresión en Internet son: “desinformación” y “discurso del odio”.
En este artículo, repasaré el proceso de tres pasos con el que se introducen las leyes contra la “desinformación”. A continuación, repasaré algunas de las leyes que se están poniendo en marcha en múltiples países casi simultáneamente, y lo que dichas leyes implican en términos de aumentar enormemente el potencial de censura del flujo global de información.
Cómo aprobar leyes de censura
Paso 1: Declarar una amenaza existencial para la democracia y los derechos humanos
Paso 2: Afirmar que la solución protegerá la democracia y los derechos humanos.
Paso 3: Promulgar la censura antidemocrática y contraria a los derechos humanos rápidamente y al unísono.
Las mentiras, la propaganda, las “falsificaciones profundas” y todo tipo de información engañosa siempre han estado presentes en Internet. El vasto centro mundial de información que es la World Wide Web brinda inevitablemente oportunidades a delincuentes y otros actores nefastos, incluidos traficantes de sexo infantil y dictadores malvados.
Al mismo tiempo, Internet se ha convertido en el lugar central del discurso abierto para la población mundial, democratizando el acceso a la información y la capacidad de publicar las propias opiniones a una audiencia global.
Lo bueno y lo malo de Internet refleja lo bueno y lo malo del mundo real. Y cuando regulamos el flujo de información en Internet, debe aplicarse el mismo cuidadoso equilibrio entre bloquear a los actores verdaderamente peligrosos y conservar al mismo tiempo el máximo de libertad y democracia.
Resulta preocupante que la reciente oleada de leyes que regulan la información en Internet se incline significativamente hacia la limitación de la libertad de expresión y el aumento de la censura. La razón, afirman los reguladores, es que las noticias falsas, la desinformación y la incitación al odio son amenazas existenciales para la democracia y los derechos humanos.
He aquí ejemplos de advertencias funestas, emitidas por destacadas organizaciones internacionales, sobre las amenazas catastróficas para nuestra propia existencia que supuestamente plantea la desinformación:
En su Informe de Política de la Agenda Común de junio de 2023, “Integridad de la información en las plataformas digitales”, (en inglés aquí) la ONU detalla el marco jurídico internacional de los esfuerzos para contrarrestar la “incitación al odio” y la “desinformación”.
En primer lugar, nos recuerda que la libertad de expresión y de información son derechos humanos fundamentales:
Si la “incitación al odio” y la “desinformación” son los precursores de horrores genocidas inevitables, la única manera de proteger al mundo es mediante un esfuerzo internacional coordinado. ¿Quién debe liderar esta campaña?
Según el FEM, “los gobiernos pueden aportar algunas de las soluciones más significativas a la crisis promulgando normativas de gran alcance”.
¿Qué es exactamente lo que están haciendo?
Estados Unidos
En Estados Unidos, la libertad de expresión está consagrada en la Constitución, por lo que es difícil aprobar leyes que puedan violarla.
En cambio, el gobierno puede trabajar con organizaciones académicas y no gubernamentales para obligar a las empresas de las redes sociales a censurar contenidos desfavorables. El resultado es el Censorship-Industrial Complex (Complejo Industrial de la Censura), una vasta red de organizaciones académicas y sin ánimo de lucro adyacentes al gobierno dedicadas a “la lucha contra la desinformación”, todas ellas aparentemente movilizadas para controlar las expresiones on line con el fin de “protegernos” de lo que consideran la próxima calamidad aniquiladora de la civilización.
Los Archivos de Twitter y recientes casos judiciales revelan cómo el gobierno de EE.UU. utiliza estos grupos para presionar a las plataformas en línea para censurar el contenido que no le gusta:
Twitter posteos sobre Cov1d (en inglés aquí)
La Ley de Servicios Digitales (en inglés aquí) entró en vigor el 16 de noviembre de 2022. La Comisión Europea se alegró de que “Las responsabilidades de los usuarios, las plataformas y las autoridades públicas se reequilibran de acuerdo con los valores europeos” (en inglés aquí). Pero, ¿quién decide cuáles son las responsabilidades y cuáles son los “valores europeos”?
El proyecto de Ley de Seguridad Online (en inglés aquí) fue aprobado el 19 de septiembre de 2023. El gobierno británico afirma que “hará responsables a las empresas de redes sociales de la seguridad de sus usuarios en sus plataformas”.
Según la organización de vigilancia de Internet Reclaim the Net, este proyecto de ley constituye uno de los ataques más amplios contra la privacidad y la libertad de expresión en una democracia occidental:
Australia
El proyecto de Ley de Enmienda de la Legislación de Comunicaciones (Lucha contra la Información falsa y la Desinformación) de 2023 (en inglés aquí) se publicó en forma de borrador el 25 de junio de 2023 y se espera que se apruebe a finales de 2023. Según el gobierno australiano:
Canadá
La Ley de Transmisión en Línea (Proyecto de Ley C-10) (en inglés aquí) se convirtió en ley el 27 de abril de 2023. Así es como la describe el gobierno canadiense, en relación con la Comisión Canadiense de Radiotelevisión y Telecomunicaciones (CRTC):
Organización Mundial de la Salud
En su propuesta de nuevo Tratado sobre Pandemias y en las enmiendas a su Reglamento Sanitario Internacional, que espera aprobar en 2024, la OMS pretende que los gobiernos miembros
Nos encontramos en un momento crucial de la historia de las democracias occidentales. Gobiernos, organizaciones y empresas tienen más poder que nunca para decidir qué información y opiniones se expresan en Internet, la plaza pública mundial de la información y las ideas.
La propaganda, la desinformación y las noticias falsas tienen el potencial de polarizar la opinión pública, promover el extremismo violento y la incitación al odio y, en última instancia, socavar las democracias y reducir la confianza en los procesos democráticos.Teniendo en cuenta el peligro existencial de la “desinformación” y la “incitación al odio”, estos mismos grupos afirman que cualquier solución promoverá obviamente lo contrario:
Council of Europe
El mundo debe abordar el grave daño global causado por la proliferación del odio y la mentira en el espacio digital.
United Nations
La incitación al odio y la desinformación en línea llevan mucho tiempo incitando a la violencia y, en ocasiones, a atrocidades masivas.
World Economic Forum (WEF)/The New Humanitarian
Ante una amenaza tan global, es evidente que necesitamos una solución global. Y, por supuesto, tal solución aumentará la democracia, protegerá los derechos de las poblaciones vulnerables y respetará los derechos humanos. - WEFAdemás, más allá de la mera afirmación de que el aumento de la democracia y el respeto de los derechos humanos están integrados en la lucha contra la “desinformación”, es preciso invocar el Derecho internacional.
En su Informe de Política de la Agenda Común de junio de 2023, “Integridad de la información en las plataformas digitales”, (en inglés aquí) la ONU detalla el marco jurídico internacional de los esfuerzos para contrarrestar la “incitación al odio” y la “desinformación”.
En primer lugar, nos recuerda que la libertad de expresión y de información son derechos humanos fundamentales:
El artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos y el artículo 19 (2) del Pacto protegen el derecho a la libertad de expresión, que incluye la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras y por cualquier medio de expresión.A continuación, el escrito de la ONU explica que la “desinformación” y la “incitación al odio” son males tan colosales y omnímodos que su mera existencia es antitética al disfrute de cualquier derecho humano:
Vinculada a la libertad de expresión, la libertad de información es en sí misma un derecho. La Asamblea General ha declarado: “La libertad de información es un derecho humano fundamental y es la piedra de toque de todas las libertades a las que las Naciones Unidas están consagradas” (p. 9).
La incitación al odio ha sido precursora de crímenes atroces, incluido el genocidio. La Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de 1948 prohíbe “la incitación directa y pública a la comisión de genocidio”.Este enrevesado laberinto de jerga jurídica conduce a una secuencia absurda y autocontradictoria de ilógica:
En su resolución 76/227, adoptada en 2021, la Asamblea General hizo hincapié en que todas las formas de desinformación pueden repercutir negativamente en el disfrute de los derechos humanos y las libertades fundamentales, así como en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Del mismo modo, en su resolución 49/21, adoptada en 2022, el Consejo de Derechos Humanos afirmó que la desinformación puede afectar negativamente al disfrute y la realización de todos los derechos humanos.
Todo lo que se supone que la ONU debe proteger se basa en la libertad de información, que junto con la libertad de expresión es un derecho humano fundamental.La ONU cree que la “incitación al odio” y la “desinformación” destruyen todos los derechos humanos.POR LO TANTO, cualquier cosa que hagamos para combatir la “incitación al odio” y la “desinformación” protege todos los derechos humanos, aunque derogue los derechos humanos fundamentales de libertad de expresión e información, de los que dependen todos los demás derechos.
En la práctica, esto significa que, aunque en un momento de su historia la ONU consideró que la libertad de expresión e información era fundamental para todos los demás derechos, ahora cree que los peligros de la “incitación al odio” y la “desinformación” eclipsan la importancia de proteger esos derechos.
Esa misma deformación de los valores democráticos se está produciendo ahora en las democracias de todo el mundo.
Leyes y acciones de censura que ya están ocurriendo
Si la “incitación al odio” y la “desinformación” son los precursores de horrores genocidas inevitables, la única manera de proteger al mundo es mediante un esfuerzo internacional coordinado. ¿Quién debe liderar esta campaña?
Según el FEM, “los gobiernos pueden aportar algunas de las soluciones más significativas a la crisis promulgando normativas de gran alcance”.
¿Qué es exactamente lo que están haciendo?
Estados Unidos
En Estados Unidos, la libertad de expresión está consagrada en la Constitución, por lo que es difícil aprobar leyes que puedan violarla.
En cambio, el gobierno puede trabajar con organizaciones académicas y no gubernamentales para obligar a las empresas de las redes sociales a censurar contenidos desfavorables. El resultado es el Censorship-Industrial Complex (Complejo Industrial de la Censura), una vasta red de organizaciones académicas y sin ánimo de lucro adyacentes al gobierno dedicadas a “la lucha contra la desinformación”, todas ellas aparentemente movilizadas para controlar las expresiones on line con el fin de “protegernos” de lo que consideran la próxima calamidad aniquiladora de la civilización.
Los Archivos de Twitter y recientes casos judiciales revelan cómo el gobierno de EE.UU. utiliza estos grupos para presionar a las plataformas en línea para censurar el contenido que no le gusta:
Twitter posteos sobre Cov1d (en inglés aquí)
Descubrimiento en Missouri de la Demanda de Biden para censurar el tema del Cov1d (en inglés aquí)
Posible Descubrimiento del pleito Berenson contra Biden (en inglés aquí)
Google
En algunos casos, las empresas pueden incluso encargarse de controlar la narrativa de acuerdo con su propia política y los “valores” que profesan, sin necesidad de intervención gubernamental. Por ejemplo: Google, la empresa de información más poderosa del mundo, ha sido denunciada por arreglar sus algoritmos para promover, degradar y desaparecer contenidos según directrices internas de “imparcialidad” no reveladas.
Esto fue revelado por un informante llamado Zach Vorhies en su libro casi completamente ignorado, Google Leaks, y por Project Veritas, en una operación encubierta contra Jen Gennai, Jefa de Innovación Responsable de Google (video en inglés aquí).
En su benévolo deseo de protegernos de la “incitación al odio” y la “desinformación”, Google y YouTube eliminaron inmediatamente de Internet el video original de Project Veritas.
Unión Europea
Esto fue revelado por un informante llamado Zach Vorhies en su libro casi completamente ignorado, Google Leaks, y por Project Veritas, en una operación encubierta contra Jen Gennai, Jefa de Innovación Responsable de Google (video en inglés aquí).
En su benévolo deseo de protegernos de la “incitación al odio” y la “desinformación”, Google y YouTube eliminaron inmediatamente de Internet el video original de Project Veritas.
Unión Europea
La Ley de Servicios Digitales (en inglés aquí) entró en vigor el 16 de noviembre de 2022. La Comisión Europea se alegró de que “Las responsabilidades de los usuarios, las plataformas y las autoridades públicas se reequilibran de acuerdo con los valores europeos” (en inglés aquí). Pero, ¿quién decide cuáles son las responsabilidades y cuáles son los “valores europeos”?
Las plataformas muy grandes y los motores de búsqueda on line muy grandes [están obligados] a prevenir el uso indebido de sus sistemas adoptando medidas basadas en el riesgo y mediante auditorías independientes de sus sistemas de gestión de riesgos
Los países de la UE tendrán el papel principal [de supervisión], con el apoyo de un nuevo Consejo Europeo de Servicios Digitales
David Thunder, colaborador de Brownstone, explica cómo la ley ofrece un potencial esencialmente ilimitado para la censura:
REINO UNIDO
Esta ley supedita la libertad de expresión a las inclinaciones ideológicas de funcionarios europeos no elegidos y sus ejércitos de “guardianes de confianza”.
La Comisión Europea también se otorga a sí misma el poder de declarar una emergencia a escala europea que le permitiría exigir intervenciones adicionales de las plataformas digitales para contrarrestar una amenaza pública.
REINO UNIDO
El proyecto de Ley de Seguridad Online (en inglés aquí) fue aprobado el 19 de septiembre de 2023. El gobierno británico afirma que “hará responsables a las empresas de redes sociales de la seguridad de sus usuarios en sus plataformas”.
Según la organización de vigilancia de Internet Reclaim the Net, este proyecto de ley constituye uno de los ataques más amplios contra la privacidad y la libertad de expresión en una democracia occidental:
El proyecto de ley confiere al gobierno un poder tremendo: la capacidad de exigir que los servicios en línea empleen software aprobado por el gobierno para escanear el contenido de los usuarios, incluidas fotos, archivos y mensajes, con el fin de identificar contenidos ilegales.La Electronic Frontier Foundation, organización sin ánimo de lucro dedicada a defender las libertades civiles en el mundo digital, advierte: “la ley crearía un modelo para la represión en todo el mundo”.
Australia
El proyecto de Ley de Enmienda de la Legislación de Comunicaciones (Lucha contra la Información falsa y la Desinformación) de 2023 (en inglés aquí) se publicó en forma de borrador el 25 de junio de 2023 y se espera que se apruebe a finales de 2023. Según el gobierno australiano:
Los nuevos poderes permitirán a la ACMA [Australian Communications and Media Authority] supervisar los esfuerzos y exigir a las plataformas digitales que hagan más, colocando a Australia a la vanguardia en la lucha contra la información falsa y la desinformación en línea perjudiciales, al tiempo que se equilibra la libertad de expresión.Reclaim the Net explica:
Esta legislación otorga una amplia gama de nuevos poderes a la ACMA, que incluye la aplicación de una “norma” para toda la industria que obligará a las plataformas digitales a eliminar lo que determinen como información falsa o desinformación.Rebekah Barnett, colaboradora de Brownstone, lo explica:
La ACMA no obligará a las plataformas a vigilar la información falsa y la desinformación difundida por fuentes oficiales del gobierno o de noticias.
La legislación permitirá la proliferación de las narrativas oficiales, ya sean verdaderas, falsas o engañosas, al tiempo que anula la oportunidad de que compitan las narrativas disidentes.
Canadá
La Ley de Transmisión en Línea (Proyecto de Ley C-10) (en inglés aquí) se convirtió en ley el 27 de abril de 2023. Así es como la describe el gobierno canadiense, en relación con la Comisión Canadiense de Radiotelevisión y Telecomunicaciones (CRTC):
La legislación aclara que los servicios de streaming en línea entran en el ámbito de la Ley de Radiodifusión y garantiza que la CRTC disponga de las herramientas adecuadas para establecer un marco regulador moderno y flexible para la radiodifusión. Estas herramientas incluyen la capacidad de establecer normas, recopilar información y asignar sanciones por incumplimiento.Según Open Media, una organización de derechos digitales impulsada por la comunidad:
El proyecto de ley C-11 otorga a la CRTC una autoridad reguladora sin precedentes para controlar todos los contenidos audiovisuales en línea. Este poder se extiende a sancionar a los creadores de contenidos y a las plataformas y, a través de ellas, a los creadores de contenidos que no cumplan las normas.
Organización Mundial de la Salud
En su propuesta de nuevo Tratado sobre Pandemias y en las enmiendas a su Reglamento Sanitario Internacional, que espera aprobar en 2024, la OMS pretende que los gobiernos miembros
Contrarresten y aborden los efectos negativos de la información falsa, la desinformación, la incitación al odio y la estigmatización relacionadas con la salud, especialmente en las plataformas de los medios sociales, en la salud física y mental de las personas, a fin de reforzar la prevención, la preparación y la respuesta ante las pandemias, y fomenten la confianza en los sistemas y las autoridades de salud pública.David Bell, colaborador de Brownstone, escribe que, en esencia, esto otorgará a la OMS, un organismo internacional que nadie ha elegido:
el poder de calificar las opiniones o la información como “información errónea” o “desinformación”, y exigir a los gobiernos de los países que intervengan y pongan fin a tal expresión y difusión. Esto... es, por supuesto, incompatible con la Declaración Universal de los Derechos Humanos, pero parece que estos ya no son principios rectores para la OMS.
Conclusión
Nos encontramos en un momento crucial de la historia de las democracias occidentales. Gobiernos, organizaciones y empresas tienen más poder que nunca para decidir qué información y opiniones se expresan en Internet, la plaza pública mundial de la información y las ideas.
Es natural que quienes detentan el poder quieran limitar la expresión de ideas y la difusión de información que pueda cuestionar su posición. Pueden creer que utilizan la censura para protegernos de los graves perjuicios de la “desinformación” y la “incitación al odio”, o pueden estar utilizando esas razones cínicamente para consolidar su control sobre el flujo de información.
En cualquier caso, la censura conlleva inevitablemente la supresión de la libertad de expresión y de información, sin las cuales la democracia no puede existir.
¿Por qué los ciudadanos de las naciones democráticas consienten la usurpación de sus derechos humanos fundamentales? Una de las razones puede ser la naturaleza relativamente abstracta de los derechos y libertades en el ámbito digital.
En el pasado, cuando los censores quemaban libros o encarcelaban a disidentes, los ciudadanos podían reconocer fácilmente esos daños e imaginar lo terrible que sería que esas acciones negativas se volvieran contra ellos. También podían sopesar el impacto negativo muy personal e inminente de la censura generalizada frente a peligros mucho menos frecuentes, como el tráfico sexual de menores o el genocidio. No es que se ignoren o resten importancia a esos peligros, pero estaría claro que las medidas para combatirlos no deberían incluir la quema generalizada de libros o el encarcelamiento de opositores al régimen.
En el mundo virtual, si no es tu post el que eliminan, o tu video el que prohíben, puede ser difícil comprender el amplio alcance de los daños del control y la censura masivos de la información en línea. También es mucho más fácil en Internet que en el mundo real exagerar los peligros de amenazas relativamente raras, como las pandemias o la injerencia extranjera en los procesos democráticos. Los mismos poderosos, gobiernos y empresas que pueden censurar la información en línea también pueden inundar el espacio en línea con propaganda, aterrorizando a los ciudadanos en el espacio virtual para que renuncien a sus derechos en el mundo real.
El enigma para las sociedades libres y abiertas siempre ha sido el mismo: cómo proteger los derechos humanos y la democracia de la “incitación al odio” y la “desinformación” sin destruir los derechos humanos y la democracia en el proceso.
La respuesta encarnada en la reciente promulgación coordinada de leyes mundiales de censura no es alentadora para el futuro de las sociedades libres y abiertas.
Brownstone Institute
En cualquier caso, la censura conlleva inevitablemente la supresión de la libertad de expresión y de información, sin las cuales la democracia no puede existir.
¿Por qué los ciudadanos de las naciones democráticas consienten la usurpación de sus derechos humanos fundamentales? Una de las razones puede ser la naturaleza relativamente abstracta de los derechos y libertades en el ámbito digital.
En el pasado, cuando los censores quemaban libros o encarcelaban a disidentes, los ciudadanos podían reconocer fácilmente esos daños e imaginar lo terrible que sería que esas acciones negativas se volvieran contra ellos. También podían sopesar el impacto negativo muy personal e inminente de la censura generalizada frente a peligros mucho menos frecuentes, como el tráfico sexual de menores o el genocidio. No es que se ignoren o resten importancia a esos peligros, pero estaría claro que las medidas para combatirlos no deberían incluir la quema generalizada de libros o el encarcelamiento de opositores al régimen.
En el mundo virtual, si no es tu post el que eliminan, o tu video el que prohíben, puede ser difícil comprender el amplio alcance de los daños del control y la censura masivos de la información en línea. También es mucho más fácil en Internet que en el mundo real exagerar los peligros de amenazas relativamente raras, como las pandemias o la injerencia extranjera en los procesos democráticos. Los mismos poderosos, gobiernos y empresas que pueden censurar la información en línea también pueden inundar el espacio en línea con propaganda, aterrorizando a los ciudadanos en el espacio virtual para que renuncien a sus derechos en el mundo real.
El enigma para las sociedades libres y abiertas siempre ha sido el mismo: cómo proteger los derechos humanos y la democracia de la “incitación al odio” y la “desinformación” sin destruir los derechos humanos y la democracia en el proceso.
La respuesta encarnada en la reciente promulgación coordinada de leyes mundiales de censura no es alentadora para el futuro de las sociedades libres y abiertas.
Brownstone Institute
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