lunes, 13 de junio de 2011

LA ORACIÓN DE UN NIÑO

¿Cómo hacer oración? Es una pregunta que tiene muchas respuestas. Incluso podríamos decir que hay tantos modos de hablar con Dios como personas, pues cada una hablará con Dios de acuerdo con su modo de ser.

Por el Pbro. José Martínez Colín

1) Para saber

Cuando a nuestro Señor Jesucristo le pidieron que les enseñara a orar, Él les enseñó el Padrenuestro. Así nos descubrió que hemos de hablar como un hijo habla con su padre. Y como frente a Dios somos muy pequeños, podemos hablarle como hijos pequeños.

San Josemaría nos lo recuerda: “Delante de Dios, que es Eterno, tú eres un niño más chico que, delante de ti, un pequeño de dos años. Y, además de niño, eres hijo de Dios. –No lo olvides” (Camino 860).

2) Para pensar

Recibí el relato de una señora que me pareció edificante y ahora lo transcribo:

La semana pasada llevé a mis niños a un restaurante. Mi hijo de 6 años de edad preguntó si podía hace la bendición. Cuando inclinamos nuestras cabezas el dijo: "Dios es bueno, Dios es grande. Gracias por los alimentos, yo estaría aún más agradecido si mamá nos diese helado para el postre. Libertad y Justicia para todos. Amén"

Junto con las risas de los clientes que estaban cerca, escuché a una señora comentar: "Eso es lo que está mal en este país, los niños de hoy en día no saben cómo orar, pedir a Dios helado... ¡Nunca había escuchado esto antes!"

Al oír esto, mi hijo empezó a llorar y me preguntó: "¿Lo hice mal? ¿Está enojado Dios conmigo?”

Le dije a mi hijo que había hecho una estupenda oración y Dios seguramente no estaría enojado con él.

Un señor de edad se aproximó a la mesa. Guiñó su ojo a mi hijo y le dijo: "Llegué a saber que Dios pensó que aquella fue una excelente oración".

“¿En serio?” -Preguntó mi hijo. –“¡Por supuesto!” Luego en un susurro dramático añadió, indicando a la mujer del comentario negativo: "Muy mal; por lo visto ella nunca pidió helado a Dios. Un poco de helado, a veces es muy bueno para el alma".

Como era de esperar, compré a mis niños helados al final de la comida. Mi hijo se quedó mirando fijamente el suyo por un momento y luego hizo algo que nunca olvidaré por el resto de mi vida. Tomó su helado y sin decir una sola palabra avanzó hasta ponerlo frente a la señora. Con una gran sonrisa le dijo: "Tómelo, es para usted. El helado es bueno para el alma y mi alma ya está bien".

3) Para vivir


Entre los diferentes caminos que hay para hablar con Dios, está el de sabernos pequeños. Observar cómo son los niños nos ayudará a ser sencillos ante Dios, y a confiarnos plenamente en sus manos. Es el llamado camino de infancia espiritual.

Para terminar, un consejo más de San Josemaría para nuestra vida: “Ese descorazonamiento que te producen tus faltas de generosidad, tus caídas, tus retrocesos –quizá sólo aparentes– te da la impresión muchas veces de que has roto algo de subido valor (tu santificación). No te apures: lleva a la vida sobrenatural el modo discreto que para resolver conflicto semejante emplean los niños sencillos.

Han roto –por fragilidad, casi siempre– un objeto muy estimado por su padre. –Lo sienten, quizá lloran, pero van a consolar su pena con el dueño de la cosa inutilizada por su torpeza..., y el padre olvida el valor –aunque sea grande– del objeto destruido, y, lleno de ternura, no sólo perdona, sino que consuela y anima al chiquitín. –Aprende.” (Camino 887).


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