viernes, 14 de junio de 2024

GENERACIÓN CERO: POR QUÉ EL MUNDO SE ESTÁ QUEDANDO SIN BEBÉS

Las generaciones anteriores se han denominado con letras como Generación X y Generación Z. La última generación ya ha sido etiquetada como Alfa. Quizá la siguiente deba tomar el nombre de Generación Cero.

Por Gary Isbell


La razón será la falta de bebés para formar una generación. Se acerca un invierno demográfico. El control de la natalidad y el aborto han logrado el objetivo de librar a la sociedad de embarazos no deseados, ya que las actitudes sociales han eliminado el deseo de embarazos.

Ya se sabe. La superpoblación no es una amenaza. La infrapoblación, reflejada en el descenso de la natalidad mundial, ha alcanzado un punto crítico, señal de una crisis demográfica.

Las tasas de fertilidad están cayendo en picada en todo el mundo, lo que plantea importantes retos religiosos, económicos, sociales y geopolíticos. Este fenómeno del descenso de la natalidad afecta a todos los segmentos de la sociedad, independientemente de sus ingresos, educación o situación laboral.

Las implicaciones son profundas y afectan a las opciones de estilo de vida, las proyecciones económicas y el equilibrio de poder mundial. Muchos países ya han caído muy por debajo de la tasa de fecundidad de sustitución de 2,2 hijos por mujer.

Las proyecciones prevén un descenso de la población mundial en las próximas cuatro décadas, un acontecimiento histórico poco frecuente. Los líderes políticos reconocen que se trata de un problema acuciante con implicaciones para la vitalidad social y la sostenibilidad a largo plazo.

Incluso India y las naciones del Tercer Mundo que normalmente tienen altas tasas de natalidad están experimentando un importante descenso de la población. La urbanización e Internet han expuesto a las mujeres a la posibilidad de tener menos hijos o ninguno y disfrutar de un mayor placer.

En el África subsahariana, por ejemplo, el porcentaje de mujeres que utilizan métodos anticonceptivos aumentó del 17% al 23% en los últimos diez años. Este cambio puede atribuirse a los líderes africanos que promueven la anticoncepción y el aborto y a los programas occidentales que fomentan estas prácticas.

Muchos asocian este descenso de la natalidad con un giro malsano hacia el egoísmo y el individualismo, que se traduce en un menor énfasis en el matrimonio, la familia y la paternidad
Otros factores son las leyes estatales, las tasas de desempleo, la disponibilidad de programas de seguros de salud de los gobiernos, el coste de la vivienda, el uso de anticonceptivos, el coste de las guarderías y la deuda estudiantil.

Sin embargo, ninguno de estos factores aborda la causa de fondo. Los observadores especulan con que la raíz se encuentra en lo más profundo del alma humana. Este cambio es, sobre todo, el resultado de una crisis moral en la que se desordenan todas las prioridades y se pierde el sentido de la dirección y el propósito.

Así, las preferencias personales de los adultos dan ahora prioridad a la construcción de carreras, actividades de ocio y relaciones fuera del hogar. El mandato fundamental de "Id y multiplicaos" se sustituye por consideraciones egoístas.

Los gobiernos de todo el mundo se enfrentan al descenso de las tasas de fertilidad aplicando políticas pronatalistas. Japón, por ejemplo, lleva aplicando incentivos a la natalidad desde principios de los noventa, como permisos parentales y guarderías subvencionadas. Sin embargo, las tasas de natalidad siguen descendiendo.

Más tarde, Japón introdujo la atención gratuita a la maternidad en hospitales y subsidios a la natalidad que elevaron temporalmente las tasas de fertilidad de 1,26 a 1,45 durante varios años. Sin embargo, las tasas siguen descendiendo hasta alcanzar el 1,26 en 2022. El primer ministro Fumio Kishida presentó recientemente un programa que ofrece subsidios mensuales a todos los menores de 18 años, universidad gratuita para las familias con tres o más hijos y baja parental remunerada para fomentar más nacimientos.

El problema de todos estos esfuerzos es que intentan aplicar soluciones financieras a cuestiones morales. Las familias no tendrán hijos únicamente por incentivos monetarios.

Por lo tanto, los incentivos económicos siempre se quedarán cortos, ya que las parejas deben estar motivadas por el amor a Dios para hacer el sacrificio necesario de tener hijos. Las guarderías gratuitas, las bajas por maternidad y los subsidios mensuales son útiles, pero no abordan la causa de fondo, que es el egoísmo.

Existe una correlación directa entre la pérdida de valores religiosos y el descenso de la natalidad. El declive de la religión conduce a un menor número de matrimonios, cuyo fin primordial es la procreación, no el placer. En la Iglesia Católica, el matrimonio es un sacramento que proporciona a las parejas la gracia para mantenerse a sí mismas y a sus familias.

La crisis dentro de la Iglesia Católica contribuye a este declive, ya que muchos clérigos liberales han hecho la vista gorda ante la anticoncepción, el aborto y la virtud moral para concentrarse en cuestiones de “justicia social”.

Debido al descuido de las enseñanzas tradicionales de la Iglesia, un número significativo de católicos se divorcian, se “vuelven a casar”, practican la anticoncepción, están a favor del “matrimonio” entre personas del mismo sexo, dejan de ir a Misa, no creen en la Presencia Real en la Sagrada Comunión o han abandonado su fe por completo. Esta es la tormenta perfecta que producirá la Generación Cero.


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