Oración tomada del VADEMÉCUM DEVOCIONARIO del padre Santiago Lichius - Congregación del Verbo Divino (10 de septiembre de 1958)
en el cual, por efecto admirable de tu omnipotencia sin límites,
de tu sabiduría infinita y maravillosa bondad,
estás verdaderamente presente en cuerpo y alma.
Espero de Ti, fuente inagotable de todo bien, de ti espero gracia y misericordia.
Es verdad, Señor, que yo no soy digno de que vengas a mí,
pero di una sola palabra,
Tú, a quien basta una seña sola para obrar inmensos prodigios;
dime tan solo una palabra, y será curada mi alma, lánguida y miserable.
Yo te amo, buen Jesús mío, que primero me has amado, tan ardiente, generosa y tiernamente,
yo te amo con todo mi corazón y sobre todas las cosas.
Y como Tú eres mi fin al cual deben dirigirse todos mis afectos y pensamientos;
como tú eres mi esperanza de la cual todo he de esperar en el tiempo y en la eternidad;
como Tú eres mi bien supremo, mi Dios y todas mis cosas:
yo deseo con todo el fuego de mi corazón recibirte sacramentalmente,
a fin de unirme irrevocablemente a Ti, Vivir de Ti, en Ti y para Ti.
En tanto que no tenga la dicha de recibirte sacramentalmente,
únete espiritualmente a mí, Jesús mío; lléname de tu Espíritu,
absorbe todos mis afectos y pensamientos para que solo Tú vivas en mí.
Amén.
V. Creo en Ti ¡Oh Dios mío!
R. Porque eres la Verdad Eterna.
V. Espero en Ti ¡Oh Dios mío!
R. Porque eres inmensamente bondadoso, fiel y omnipotente.
V. Te amo ¡Oh Dios mío! de todo corazón y me pesa haberte ofendido.
R. Porque eres infinitamente bueno y amable
V. Por mi amor estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar
R. Por eso deseo recibirte, ¡mi amantísimo Jesús!
V. Envíame del Padre al Espíritu Santo con sus siete dones
R. A fin de que en todo glorifique a Dios. Así sea.
Espero de Ti, fuente inagotable de todo bien, de ti espero gracia y misericordia.
Es verdad, Señor, que yo no soy digno de que vengas a mí,
pero di una sola palabra,
Tú, a quien basta una seña sola para obrar inmensos prodigios;
dime tan solo una palabra, y será curada mi alma, lánguida y miserable.
Yo te amo, buen Jesús mío, que primero me has amado, tan ardiente, generosa y tiernamente,
yo te amo con todo mi corazón y sobre todas las cosas.
Y como Tú eres mi fin al cual deben dirigirse todos mis afectos y pensamientos;
como tú eres mi esperanza de la cual todo he de esperar en el tiempo y en la eternidad;
como Tú eres mi bien supremo, mi Dios y todas mis cosas:
yo deseo con todo el fuego de mi corazón recibirte sacramentalmente,
a fin de unirme irrevocablemente a Ti, Vivir de Ti, en Ti y para Ti.
En tanto que no tenga la dicha de recibirte sacramentalmente,
únete espiritualmente a mí, Jesús mío; lléname de tu Espíritu,
absorbe todos mis afectos y pensamientos para que solo Tú vivas en mí.
Amén.
Comunión espiritual
R. Porque eres la Verdad Eterna.
V. Espero en Ti ¡Oh Dios mío!
R. Porque eres inmensamente bondadoso, fiel y omnipotente.
V. Te amo ¡Oh Dios mío! de todo corazón y me pesa haberte ofendido.
R. Porque eres infinitamente bueno y amable
V. Por mi amor estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar
R. Por eso deseo recibirte, ¡mi amantísimo Jesús!
V. Envíame del Padre al Espíritu Santo con sus siete dones
R. A fin de que en todo glorifique a Dios. Así sea.
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