sábado, 18 de febrero de 2023

LOS CUENTOS CHINOS DEL PAPA FRANCISCO

Lo hemos dicho muchas veces y aburre volver una y otra vez a las banalidades e inconsistencias del papa Francisco, que afloran en él de un modo particularmente exuberante en las conferencias de prensa que brinda cuando está montado en un avión. 


Sin embargo, lo que dijo en su regreso del viaje que realizó a dos países africanos va más allá de la banalidad y es un mentira pura y dura, fácilmente identificable; como él mismo define este tipo de comentarios -refiriéndose a otros, por supuesto-, un "cuento chino".

Sus palabras fueron las siguientes:
Sobre este punto, me gustaría decir que pude hablar de todo con el papa Benedicto, e intercambiar puntos de vista, y él siempre estuvo a mi lado, apoyándome; y si tenía alguna dificultad, me lo decía y hablábamos y no había ningún problema.

Una vez hablé sobre el ‘matrimonio’ de los homosexuales, sobre el hecho de que el matrimonio es un sacramento y no podemos hacer un sacramento, pero existe la posibilidad de asegurar la propiedad por derecho civil -; cualquier persona puede hacer una unión civil, no necesariamente una pareja, […]. Entonces una persona, que se cree un gran teólogo, a través de un amigo del papa Benedicto, acudió a él y presentó la denuncia contra mí. Benedicto no se asustó, llamó a cuatro cardenales teólogos de primera fila y les dijo: 'Explíquenme esto', y ellos lo explicaron. Y así terminó la historia.

Es una anécdota para mostrar cómo se movía Benedicto cuando había una queja. Algunas de las historias que se cuentan, de que Benedicto estaba amargado por tal o cual nuevo papa... son "cuentos chinos". Al contrario, a Benedicto lo consulté antes de tomar algunas decisiones y estuvo de acuerdo.

Creo que la muerte de Benedicto ha sido instrumentalizada por personas que quieren llevar agua a su propio molino.
Lo primero que deja ver el texto es el veneno que hierve en el corazón pontificio por lo ocurrido con la muerte del papa Benedicto. Un funeral abarrotado de fieles y la exaltación de un pontífice anciano y conservador, frente a la evidencia de la inanidad de su propio pontificado, el que a duras penas logra reunir una escuálida cantidad de fieles y al que le prensa universal —sus antiguos aliados— no prestan la menor atención, le ha amargado la vida. Specola nos informaba que Francisco, luego de los primeros días en África, estaba furioso por la menos que escasa cobertura que se estaba dando a su viaje y parece que en Roma varias cabezas del área de prensa penden de un hilo.

En segundo lugar, por el tenor de la pregunta que le hace el periodista, no era necesario que diera una respuesta de este tipo. Podría haberla evadido brevemente y con elegancia. Pero si es algo que justamente le falta a Bergoglio es elegancia y sutileza. Estaba esperando la pregunta que le diera la posibilidad de descargar sus iras. El hecho de pronunciar en una conferencia de prensa y de publicar posteriormente en el sitio oficial del Vaticano una expresión como esta: “Entonces una persona, que se cree un gran teólogo, a través de un amigo del papa Benedicto, acudió a él y presentó la denuncia contra mí”, habla de la hondura de sus odios. Una persona con un mínimo de roce social o de caridad cristiana nunca dice eso, y no sólo por educación, sino porque esas palabras están revelando las opacidades de su corazón. Muchas cosas podría decir Lacan al respecto…

Pero vayamos a la mentira pontificia. Francisco afirma que el papa Benedicto XVI estuvo de acuerdo con la aceptación de las uniones civiles de personas del mismo sexo. Relata que “alguien que se cree un gran teólogo” lo denunció ante el papa emérito, que este se asesoró con cuatro cardenales teólogos y aprobó ese tipo de uniones. Lo primero que cuesta creer es que el papa Ratzinger hubiese tenido necesidad del asesoramiento teológico en una cuestión tan clara, y no de uno sino de cuatro especialistas y que, además, eran purpurados. En todo caso, la situación sería al revés, pues habitualmente era él quien asesoraba en materia teológica.

Pero la evidencia mayor del carácter abiertamente mentiroso del pontífice reinante es que el mismo papa Benedicto, siendo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el 3 de junio de 2003, publicó un documento aprobado por Juan Pablo II en el que declaraba frontalmente la oposición del magisterio de la Iglesia a las uniones civiles entre personas del mismo sexo. El documento puede leerse aquí. Destaco este pasaje contundente:
Ante el reconocimiento legal de las uniones homosexuales, o la equiparación legal de éstas al matrimonio con acceso a los derechos propios del mismo, es necesario oponerse en forma clara e incisiva. Hay que abstenerse de cualquier tipo de cooperación formal a la promulgación o aplicación de leyes tan gravemente injustas, y asimismo, en cuanto sea posible, de la cooperación material en el plano aplicativo. (n. 5)
Allí, Ratzinger desarrolla una sólida argumentación teológica para fundamentar su resolución.

¿Es, entonces, creíble, que apenas quince años después de firmar una declaración tan fundamentada y terminante, el papa Benedicto XVI hubiese cambiado de idea? No, es absolutamente imposible. Y, consecuentemente, las palabras de Bergoglio son cuentos chinos y sus mentiras tienen las patas más cortas que las de una hormiga.


Wanderer


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