martes, 16 de enero de 2024

EL TÉRMINO “PASTORAL” COMO PALABRA TALISMÁN

Se trata de utilizar la palabra “pastoral” como “palabra talismán”. Esa palabra se está utilizando para justificar hasta lo injustificable.

Por Aurelio Porfiri


Una de las expresiones que más escuchamos en los últimos años es “pastoral”. Se utilizan “razones pastorales” para justificar algunas iniciativas en el ámbito eclesial, como hemos visto en Fiducia supplicans. Los “motivos pastorales” también están detrás de muchos cambios en la liturgia y la música sacra. Casi parece que la “pastoral” se ha convertido en una especie de pasaporte para poder dejar pasar cualquier cosa. Además, uno de los centros más importantes de “renovación litúrgica”, el Centre de Pastorale Liturgique francés, fundado en 1943, incluyó esta palabra en su nombre, indicando así un tema de acción.

Es cierto que la pastoral es un elemento importante de la acción eclesial. Es la manera en que el Dogma y la Teología consiguiente se traducen en acciones concretas a favor de los fieles. Es la forma en que la Doctrina se traduce para el mundo. Si reflexionamos sobre esto, tenemos una comprensión clara de cómo la Doctrina (Dogma, Escritura, Teología, Tradición…) precede a la pastoral y la informa. Es decir, la pastoral es el desarrollo concreto de elementos doctrinales. En la liturgia, la “pastoral” que se ha aplicado en muchos puntos ha negado la verdadera Doctrina, buscando un encuentro acrítico con el mundo que no ha producido resultados positivos, sino que ha hecho la liturgia irreconocible.

A menudo digo que son precisamente aquellos que se preocupan por el Vaticano II y su espíritu auténtico quienes deberían protestar enérgicamente contra la forma en que se ha desfigurado la liturgia, pero estas protestas siempre me parecen demasiado débiles. Lo que hemos presenciado y lo que aún presenciamos no es el buen uso de la pastoral sino su perversión. Se trata de utilizar la palabra “pastoral” como “palabra talismán”, como observó Plinio Corrêa de Oliveira. La palabra se utiliza para justificar hasta lo injustificable.

Dicho esto, veamos lo que se dice en Fiducia supplicans 12:
12. Se debe también evitar el riesgo de reducir el sentido de las bendiciones solo a este punto de vista, porque nos llevaría a pretender, para una simple bendición, las mismas condiciones morales que se piden para la recepción de los sacramentos. Este riesgo exige que se amplíe más esta perspectiva. De hecho, existe el peligro que un gesto pastoral, tan querido y difundido, se someta a demasiados requisitos morales previos que, bajo la pretensión de control, podrían eclipsar la fuerza incondicional del amor de Dios en la que se basa el gesto de la bendición.
Pero, ¿qué significa todo esto? ¿que se puede separar un “gesto pastoral” de la obediencia a la ley de Dios? Es evidente que la solicitud pastoral de la Iglesia debe dirigirse a todos para que nadie se sienta excluido, pero ello con el fin de su propia conversión, sin hacer creer al pecador que el pecado en el que se encuentra es de alguna manera aprobado por la autoridad de la Iglesia. La mejor misericordia es ciertamente la justicia, es saber lo que está bien y lo que no, y esto se aplica tanto a mí (pecador) como a todos aquellos que se encuentran luchando con el pecado. La pastoral debe ser una manera de escapar del pecado, no de dejar al pecador dentro de él.

De esta manera (y esto me parece aún más terrible), parece crearse una dicotomía entre pastoral y Doctrina, es decir, la pastoral puede bendecir lo que la Doctrina rechaza. Como hemos dicho anteriormente, esto lo hemos visto en acción en la liturgia y en la música sacra, donde bajo el pretexto de “razones pastorales” se han negado muchas cosas que en realidad fueron solicitadas en los documentos del Concilio, por ejemplo, el uso del latín, el canto gregoriano, el órgano y mucho más.

Esta ambigüedad (y lo digo precisamente en un sentido pastoral), no es buena para los fieles, a quienes se les hace creer que lo que en realidad está mal, está bien. Como se mencionó, una cosa es prestar atención al sufrimiento humano y a las miserias de todo tipo, pero otra cosa es fallar en el papel de anunciar al hombre la Verdad sobre sí mismo y su relación con Dios.


One Peter Five




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