miércoles, 24 de enero de 2024

LÍDERES AFORTUNADOS

Pero, ¿tal mensaje, lo escuchará el gobernante?
Tal vez no, pero la verdad fue dicha de manera tajante.



“Si el Señor no construye la casa, en vano trabajan los que la construyen. Si el Señor no vigila la ciudad, en vano vela el centinela” (Sal. CXXVI, 1). 

Más aún para los que construyen un Estado. Afortunados los políticos de hoy que tienen sacerdotes católicos que les recuerdan cómo servir verdaderamente a su tierra. Por desgracia, los políticos de hoy apenas tienen oídos para escuchar esas antiguas e importantes verdades. 

Los dirigentes de Suiza han tenido recientemente un sacerdote de este tipo, un sacerdote suizo de la “Resistencia”, que les ha pedido someter la dirección de los asuntos de su país al único Dios verdadero del pasado católico de Suiza. La reacción de ellos parece haber sido mínima. Como el resto de nosotros, puede que tengan que aprender por las malas. Pero mientras tanto, he aquí el llamamiento de este sacerdote:

“Honorable Señora Presidenta, honorables damas y caballeros recientemente elegidos o reelegidos como Consejeros Federales, Estatales o Locales para los años 2023 a 2027, ¡enhorabuena por su reelección! Permítanme, como sacerdote católico de los Apóstoles de Jesús y de María, una petición para que el gobierno de nuestro país vuelva públicamente a la profesión y al respeto de la religión cristiana. Así podremos esperar la bendición de Dios y la protección de nuestro amado país. He aquí cuatro pensamientos:

1- En la última gran reunión de la más antigua de todas las iglesias cristianas, el Concilio Vaticano II de la Iglesia Católica Romana, celebrado en Roma de 1962 a 1965, muchos líderes católicos, enfrentados a nuestros tiempos impíos, juzgaron que lo mejor para la Iglesia de Dios era modernizarse. Ese era el problema correcto, pero la solución equivocada, ya que significaba, por ejemplo, que la religión sería en adelante un asunto meramente privado. Grave error. Desde mucho antes de la fundación de Suiza en 1291, Jesucristo había sido Creador y Redentor de todos los hombres y, hasta el fin del mundo, Señor, Juez y Rey de Suiza y del mundo entero.

2- Como resultado de que Cristo y su única y verdadera Iglesia hayan sido eliminados por el deísmo, el naturalismo y el liberalismo, Cristo ha sido rebajado al mismo nivel que todas las demás religiones, y todo lo sobrenatural pierde todo interés. La humanidad fue entregada a la tiranía de los Estados civiles, ahora puramente seculares. Porque dondequiera que la majestad del único Dios verdadero se pone entre corchetes, algún antidios está obligado a ocupar su lugar.

3- A mediados del siglo XVII, un santo sacerdote alemán, el Venerable Bartolomé Holzhauser (1613–1658), recibió del Cielo visiones de toda la historia de la Iglesia en siete Edades, incluyendo la Quinta Edad de Apostasía desde Lutero hasta hoy. Pero nos hemos vuelto demasiado ciegos para poder ver nuestros tiempos así.

4 -El santo patrón de Suiza, Nicolás de Flüe (1417–1487), es famoso por su frase: “Si Dios es expulsado de un Estado, éste está condenado a la destrucción”. Así pues, los 700 años de existencia de Suiza como democracia cristiana están llegando a su fin, a menos que podamos revivir la profesión de fe en Dios de nuestros antepasados.

Honorables dirigentes de nuestro Gobierno, sólo Jesucristo puede llevarnos al Cielo. Testigos de ese hecho son las iglesias, cruces y capillas esparcidas por todo nuestro país, así como los valores cristianos aún enterrados en el fondo de la conciencia de muchos suizos. Pero estos valores se están ensuciando, o se están borrando por completo. El país va camino de su destrucción, como cuando hace tres años se engañó al pueblo suizo para que votara una ley contraria a Dios y a la naturaleza, a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo. Si eso es libertad de religión y de conciencia, conducirá a la pérdida de toda religión y de toda conciencia.

Delante de nosotros está el Cristianismo o el Comunismo. Todos estamos hechos para el Cielo. Que nuestros gobernantes creen condiciones favorables para la Iglesia, y la Iglesia cuidará de nuestro pueblo y de nuestra juventud. Señoras y Señores, gobernantes todos, permítanme pedirles que respeten los derechos de Dios y de la familia católica a profesar y promover la religión cristiana, y a mantener la neutralidad cristiana de nuestra tierra. Y que Dios esté con todos vosotros. Rezo por vosotros todos los días, en la Misa y con el Santo Rosario.

Con el mayor respeto, y con todas las bendiciones, 

P. Aloysius Bruehwiler”.



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