Por Carlos Esteban
“El hecho es que en China se ha originado una pandemia que se ha propagado rápidamente por todo el mundo”, señala Zen, que hace una dura crítica contra el fenómeno de la globalización, al tiempo que recuerda que “en China, la gente es esclava del Partido Comunista”.
En su intervención, el cardenal chino aprovechó esta peste “de dimensiones apocalípticas” para llamar a que se revisen las premisas de la globalización. “La globalización”, dijo, “es un hecho con diferentes aspectos”.
“El Papa Juan Pablo II distinguía una ‘globalización de la solidaridad’ de la ‘globalización de la marginación’, aplicada la primera por quienes se preocupan por el verdadero bien de todos los seres humanos, condicionada la segunda por el interés egoísta de individuos y grupos”, sostiene Zen. Es esta segunda forma de globalización, en la que China cumple un papel crucial, es el objetivo de sus críticas.
Aunque la globalización, como fenómeno, fue acogido inicialmente con entusiasmo, el prelado asegura que “sus resultados reales han sido muy decepcionantes”. Para el cardenal, “los países pobres no sienten que hayan tenido ayuda alguna de la economía globalizada del planeta”, ya que quienes gestionan esta globalización son “los ricos y los fuertes”, haciendo directa mención al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional.
Ese tipo de instituciones supranacionales, se lamenta Zen, “acaban ayudando a los gobiernos de los países pobres, a los ricos y poderosos de esos países, no a los pobres, porque los pobres de los países pobres no han sido invitados a formar parte activa del proceso”.
A continuación, Su Eminencia se refirió a la persecución que sufren los católicos en China y al pacto secreto firmado por el Vaticano con la administración comunista. “China”, dice Zen, “ofrece hoy la imagen de un país rico, pero en un régimen totalitario la gente contribuye a la riqueza de la nación sin obtener una parte justa de su prosperidad. En China, la gente es esclava del Partido Comunista”. Y a los esclavos, añade Zen, “no se les permite el lujo de la dignidad”.
InfoVaticana
Aunque la globalización, como fenómeno, fue acogido inicialmente con entusiasmo, el prelado asegura que “sus resultados reales han sido muy decepcionantes”. Para el cardenal, “los países pobres no sienten que hayan tenido ayuda alguna de la economía globalizada del planeta”, ya que quienes gestionan esta globalización son “los ricos y los fuertes”, haciendo directa mención al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional.
Ese tipo de instituciones supranacionales, se lamenta Zen, “acaban ayudando a los gobiernos de los países pobres, a los ricos y poderosos de esos países, no a los pobres, porque los pobres de los países pobres no han sido invitados a formar parte activa del proceso”.
A continuación, Su Eminencia se refirió a la persecución que sufren los católicos en China y al pacto secreto firmado por el Vaticano con la administración comunista. “China”, dice Zen, “ofrece hoy la imagen de un país rico, pero en un régimen totalitario la gente contribuye a la riqueza de la nación sin obtener una parte justa de su prosperidad. En China, la gente es esclava del Partido Comunista”. Y a los esclavos, añade Zen, “no se les permite el lujo de la dignidad”.
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