lunes, 22 de julio de 2024

LAS MONJAS DOMINICAS DE PONTCALEC “ELIGEN” EL NOVUS ORDO PARA SU PROXIMO CAPITULO

Es muy probable que el abandono de la Misa Tradicional por parte de las monjas de Pontcalec en sus escuelas, signifique la muerte de sus establecimientos


Sabíamos por los reveses de la Madre Marie Ferréol y la sentencia del tribunal civil de Lorient enviando a sus perseguidores (la congregación y el cardenal Ouellet) de vuelta a donde pertenecían, que la congregación de las Hermanas Dominicas del Espíritu Santo estaba en una pendiente resbaladiza. La elección deliberada de la misa moderna, en detrimento de su historia y de la sensibilidad litúrgica de tantas monjas, es una nueva etapa de su deslizamiento, que se produce a espaldas de los padres de las alumnas de sus colegios.

Antes de la homilía de la misa del 7 de julio en Pontcalec, el celebrante anunció - escribe Riposte Catholique el 15 de julio, reproduciendo una información publicada en Forum Catholique el mismo día - que “durante su retiro anual del 27 de julio al 2 de agosto, la misa se celebrará según el Novus Ordo, a excepción del domingo 28 de julio, en que la misa se celebrará según el rito dominicano”.

Sin embargo, las Hermanas Dominicas del Espíritu Santo no han hecho ninguna comunicación externa al respecto, ni en su página web ni en sus redes sociales. La página web de la congregación sigue afirmando que “las hermanas [...] conceden gran importancia a la dignidad, la piedad y la belleza del Oficio celebrado en latín según el rito romano, en su Forma Extraordinaria”.


Esta discrepancia (ya habitual entre ellas) entre la comunicación y este anuncio, tan importante en la escala de la congregación y tan poco publicitado, irrita y preocupa a algunos padres de alumnas de las escuelas que la congregación sigue dirigiendo - y que intentan mantenerse al margen de la crisis que sacude a la congregación desde hace años. Las primeras tensiones entre las hermanas aparecieron a principios de los años 2000, mucho antes de la crisis de los exorcismos - que, por cierto, no fueron los primeros que se practicaron en la congregación. “El abate Berto debe de estar revolviéndose en su tumba”, dice abatido un miembro de la congregación de Pontcalec. “Esta innovación, y el hecho de que las monjas no se comuniquen -y por tanto no asuman responsabilidades- no auguran nada bueno”.

En algunas de las escuelas que dirigen las monjas pontcalecas, sobre todo en Nantes (le Fort) y Saint-Cloud, los padres han observado -y deplorado- un “cambio de rumbo”

“Cuando vemos a las monjas alabar en clase la “acogida” de los inmigrantes, nos sentimos algo consternados: no enviamos a nuestras hijas a sus colegios para que reciban el mismo discurso que dan los medios de comunicación, dice un padre de Nantes.

“Y en Nantes, en particular, estamos sufriendo las consecuencias de la descontrolada “acogida” que las autoridades de izquierdas de la ciudad están dando a los migrantes, que está obligando a las familias a abandonar la ciudad porque están muy preocupadas por la seguridad de sus hijos, así que esto ya es el colmo... sobre todo, porque las monjas también han tenido que sufrir desde que se trasladaron a la rue du Fort la proximidad de los campamentos gitanos y las toneladas de basura que les dejan, las molestias, las intrusiones... Podemos entender el concepto abstracto de “acogida”. Los inmigrantes le agradan al “papa” Francisco, entonces que él los adopte en el Vaticano”

En el otro extremo de Francia, en el este, está el Instituto de Santo Domingo en La Baffe. Allí los padres de las escolares están preocupados por la situación de crisis en la que se encuentran las dominicas: “Pontcallec está en el otro extremo de Francia, oímos hablar de ello y no nos tranquiliza en absoluto. Mi apego a la Misa Tridentina es una de las principales razones por las que elegí este colegio, y está muy claro que las Hermanas están sometidas a fuertes presiones externas, y que algunas de ellas piensan que cediendo a estas presiones ganarán en tranquilidad. Sobre todo, porque el corren el riesgo de perder a nuestras hijas, porque para nosotros es non possumus”.

En la Bretaña histórica, escuchar a los padres de los alumnos nos ayuda a comprender hasta qué punto las Dominicas de Pontcallec -cuyos establecimientos fueron en su día la cúspide de la educación no contractual en la región histórica- han perdido su brillo.

“Estamos esperando una plaza en Le Rafflay [el colegio de niñas de la SSPX, al sur del Loira], pero está lleno y hay que esperar mucho. Le Fort era -y sigue siendo- nuestra segunda opción. ¿Y si cambian la misa? No las enviaremos allí, no firmaremos para eso”

En Pontcallec, las escuelas dirigidas por la SSPX son el centro de la preocupación de los padres, e incluso de antiguas alumnas de la escuela que consideran que “el espíritu original se está perdiendo y las Hermanas también están perdiendo el rumbo al escuchar a los que están en el poder”.

Otros padres prefieren esta escuela, juzgada más estricta y menos permeable al sistema educativo “católico” de Nantes, mayoritariamente laico, donde dos colegios tienen profesores transexuales. “Por no hablar de los problemas de abusos, drogas y disciplina, que a menudo se esconden bajo la alfombra cuando los padres o las propias alumnas se quejan”, dice un padre de Nantes, que es “consciente de la crisis de la congregación, pero las Hermanas se las arreglan para evitar que pese demasiado sobre las alumnas y la escuela, y se lo agradecemos”.

En Mauges, en la península de Guérande, en el norte de Vendée, las familias quieren una educación verdaderamente gratuita y tradicional, que no dependa de la buena voluntad de un cardenal quebequés -que además está acusado de abusos en Quebec y persigue a las monjas a este lado del Atlántico-. Es muy probable que el abandono de la Misa Tradicional por las monjas de Pontcalec en sus escuelas, tras su retiro anual y a escondidas, dé un empujón a los nuevos proyectos de escuelas gratuitas, y sea la muerte de sus establecimientos; Pontcalec será quizás un día una congregación con una misa moderna, pero extinta - las alumnas y las vocaciones se irán a otra parte. ¡Que florezcan cien flores, que compitan cien escuelas!




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