Por Plinio Corrêa de Oliveira
En 1974, tuve el honor de ser el primero en firmar una declaración publicada en varios de los principales diarios brasileños y reproducida en casi todas las naciones donde existían las entonces once TFP. Su título era “La política vaticana de distensión con los gobiernos comunistas - Para la TFP: ¿No tomar posición? ¿O resistir?” (1).
En esa declaración las organizaciones manifestaron su respetuoso desacuerdo con la "Ostpolitik" dirigida por Pablo VI, y expusieron detalladamente sus razones. Todo ello, dicho sea de paso, fue expresado de manera tan ortodoxa que nadie planteó objeción alguna.
Resumiendo en una frase toda su veneración por el Papado y la firmeza con la que declaraban su resistencia a la Ostpolitik del Vaticano, los TFP dijeron al Pontífice: "Nuestras almas son vuestras, nuestras vidas son vuestras. Mandadnos lo que queráis, pero no nos mandéis a cruzar los brazos ante la embestida del lobo rojo. A eso se opone nuestra conciencia".
He recordado esta afirmación con especial tristeza al leer la carta de Juan Pablo II al cardenal Willebrands (2) con motivo del quinto centenario del nacimiento de Martín Lutero y firmada el pasado 31 de octubre, aniversario del primer acto de rebelión del hereje en la iglesia del castillo de Wittenberg. Está tan lleno de benevolencia y amenidad que me pregunté si el augusto firmante había olvidado las terribles blasfemias que el fraile apóstata había lanzado contra Dios; Jesucristo, el Hijo de Dios; el Santísimo Sacramento; la Virgen María y el propio Papado.
Ciertamente no las ignora, pues están al alcance de cualquier católico culto en respetables libros que aún hoy no son difíciles de conseguir.
Me refiero a dos de ellos. El primero es “A Igreja, a Reforma, e a Civilização” [La Iglesia, la Reforma y la Civilización], del gran jesuita padre Leonel Franca. El silencio de la jerarquía eclesiástica está permitiendo que el polvo se asiente sobre el libro y la memoria de su autor.
El otro libro es de Frantz Funck-Brentano, uno de los historiadores franceses más conocidos de este siglo, miembro del Instituto de Francia, y además, un hombre cuyos motivos son poco sospechosos, ya que él mismo era protestante.
Comenzaremos citando algunos textos del Lutero de Funck-Brentano (3).
Vayamos directamente a esta incalificable blasfemia: “Cristo” -dijo Lutero- “cometió adulterio por primera vez con la mujer del pozo, de la que habla Juan. ¿No murmuraron en torno a él: 'Qué hizo entonces con ella'? Más tarde, hizo lo mismo con Magdalena, y poco después con la mujer adúltera, a la que absolvió con tanta ligereza. Así, Cristo, tan piadoso, también tuvo que fornicar antes de morir” (4).
Habiendo leído esto, no es de extrañar que Lutero piense, como señala Funck-Brentano, que “ciertamente Dios es grande y poderoso, bueno y misericordioso... pero es estúpido -'Deus est stultissimus' (5). Es un tirano. Moisés se movió por su voluntad, actuando como su lugarteniente, como su verdugo, y no fue superado por nadie ni siquiera igualado a la hora de asustar, aterrorizar y martirizar al pobre mundo” (6).
Esto concuerda estrictamente con otra de sus blasfemias que hace a Dios el verdadero responsable de la traición de Judas y de la revuelta de Adán: “Lutero” -comenta Funck-Brentano -“llega a declarar que Judas, al traicionar a Cristo, actuó bajo la imperiosa decisión del Todopoderoso. Su voluntad (la de Judas), fue dirigida por Dios; Dios lo movió con su omnipotencia. El mismo Adán, en el paraíso terrenal, fue obligado a actuar como lo hizo. Fue colocado por Dios en una situación tal que le era imposible no caer” (7).
Consecuente aún con esta abominable secuencia, Lutero, en un panfleto titulado "Contra el Pontificado Romano Fundado por el Diablo" de marzo de 1545, llamó al Papa no "Santidad", según la costumbre, sino "Infernalísimo" y añadió que el Papado siempre se había mostrado sanguinario (8).
No es de extrañar que Lutero, movido por tales ideas, escribiera a Melanchton en relación con las sangrientas persecuciones de Enrique VIII contra los católicos de Inglaterra: “Es lícito enfurecerse cuando se sabe qué clase de traidores, ladrones y asesinos son los papas, sus cardenales y legados. Ojalá que muchos reyes de Inglaterra se dediquen a acabar con ellos” (9).
Por esta misma razón, también exclamó: “Basta de palabras: ¡Fuego y espada!” Y añade: “Castigamos a los ladrones con la espada. ¿Por qué no hemos de apresar al Papa, a los cardenales y a toda la banda de la Sodoma romana y lavarnos las manos con su sangre?” (10).
El odio de Lutero le acompañó hasta el final de su vida: Funck-Brentano afirma: “Su último sermón público en Wittenberg fue el 17 de enero de 1546: un último grito de maldición contra el Papa, el sacrificio de la misa y la devoción a la Virgen” (11).
No es de extrañar que grandes perseguidores de la Iglesia hayan celebrado su memoria. Así, “Hitler ordenó que el 31 de octubre se convirtiera en fiesta nacional en Alemania, conmemorando el día de 1517 en que el rebelde fraile agustino fijó sus famosas 95 tesis contra la supremacía y las doctrinas pontificias en las puertas de la iglesia del castillo de Wittenberg” (12).
A pesar de todo el ateísmo oficial del régimen comunista, el Dr. Erich Honnecker, presidente del Consejo de Estado y del Consejo de Defensa, y máximo responsable de la República Democrática Alemana, aceptó encabezar el comité que organizó el año pasado las chillonas conmemoraciones de Lutero en la Alemania Roja (13).
Nada más natural que el fraile apóstata suscite tales sentimientos en un dirigente nazi y, más recientemente, en un dirigente comunista.
Pero no hay nada más desconcertante, incluso vertiginoso, que lo ocurrido durante la muy reciente conmemoración del quinto centenario del nacimiento de Lutero en un escuálido templo protestante de Roma el pasado 11 de diciembre.
El prelado que participó en ese acto festivo de amor y admiración en memoria del hereje es aquel al que el cónclave de 1978 eligió Papa, cuya misión sería, por tanto, defender los santos nombres de Dios y de Jesucristo, la Santa Misa, la Santa Eucaristía y el Papado ¡contra heresiarcas y herejes!
"Vertiginoso, chocante", gimió mi corazón católico, que sin embargo redobló su fe y veneración por el Papado.
Notas:
1) Folha de S.Paulo, 4/10/74
2) L’Osservatore Romano, 6 de Noviembre de 1983
También disponible en el sitio web del Vaticano en //w2.vatican.va/content/john-paul-ii/en/letters/1983.index.html
La versión alemana se puede leer en //w2.vatican.va/content/john-paul-ii/de/letters/1983/documents/hf_jp-ii_let_19831031_card-willebrands.html
También disponible en el sitio web del Vaticano en //w2.vatican.va/content/john-paul-ii/en/letters/1983.index.html
La versión alemana se puede leer en //w2.vatican.va/content/john-paul-ii/de/letters/1983/documents/hf_jp-ii_let_19831031_card-willebrands.html
11) p. 340
13) Ver German Comments, Osnabrück, West Germany, Abril de 1983
Tradition, Family and Property
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