Por el padre Philippe Bourrat
La Sábana Santa sigue fascinando a las mentes, hasta el punto de que su historia y las aportaciones de la ciencia sobre la imagen del Crucificado, con las huellas que la acompañan, se acumulan a favor de su autenticidad. Les guste o no a los propagandistas enemigos de Cristo, la evidencia de que la gran tela de lino recogió el cuerpo de Cristo tras su descenso de la cruz está ya fuera de toda duda para los especialistas que la han estudiado de cerca. Sólo el origen de la formación de la imagen del cuerpo flagelado coronado de espinas sigue siendo un misterio. La resurrección de Cristo puede ser la única explicación, aunque la ciencia no es capaz de explicar la génesis exacta, y mucho menos de reproducirla.
A continuación, el autor analiza las aportaciones de la ciencia y la sucesión de estudios que precedieron y siguieron a la famosa datación por carbono 14 de 1988, que fijó la fecha de la Sábana Santa en torno al siglo XIII. Este acontecimiento, ampliamente difundido, desacreditó a los laboratorios que participaron en este fiasco científico a los ojos de las personas informadas, cuyos resultados detallados no se publicaron en su momento, como ocurre con cualquier publicación científica seria. El cuestionamiento de esta pseudoconclusión no impidió que los opositores a la Sábana Santa siguieran difundiendo las mismas mentiras sobre la Sábana, repitiendo una y otra vez que se trata de una falsificación medieval. Lo que está en juego en el plano religioso es evidente.
A pesar de las afirmaciones, a veces sorprendentes y discutibles (la datación de los cuatro Evangelios en los años 70, p. 29 -¡la muerte de Jesús a los 39 años! - oscuridad del Viernes Santo a partir de la muerte de Jesús y no de la hora sexta (San Mateo XXVII, 45) p. 401 y otras libertades tomadas sobre la letra del Evangelio-, el autor ofrece una clara reconstitución de las hipótesis relativas a la localización de la Sábana Santa y una síntesis accesible de las aportaciones científicas más recientes sobre todo lo que se ha podido observar en la Sábana de Turín. Mientras que el estudio acerca la Sábana Santa al Sudario de Oviedo y a la Túnica de Argenteuil para mostrar las convergencias científicamente observadas de las tres reliquias, uno se asombra de que se haya dejado de lado el llamado Velo de la Verónica, a pesar del milagro ocurrido ante numerosos testigos durante su ostensión el 6 de enero de 1849, autentificado por un breve de León XIII el 1 de octubre de 1885).
Distinguiendo correctamente entre el carácter histórico de la Resurrección y el acto de fe que requiere en el camino de la salvación, Jean-Christian Petitfils ha escrito una obra que responde a las preguntas que se hacen los creyentes y los incrédulos honestos sobre un testimonio irrefutable de la Pasión y la Resurrección de Nuestro Señor.
La Porte Latine
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