La higiene y la limpieza son partes integrales del civismo. Son una forma y signo del respeto y la estima que debemos a nuestro cuerpo, a nosotros mismos y a nuestros vecinos con quienes compartimos los placeres y beneficios de la vida social.
Constituyen también una condición y al mismo tiempo una necesidad para la conservación de la salud. Además, la persona limpia y ordenada siempre es apreciada por su apariencia; por el contrario, aquel que se presenta con signos visibles de falta de limpieza es objeto de repulsión. La ignorancia involuntaria puede perdonarse; nadie, sin embargo, perdona la suciedad, la falta de limpieza. No someterse a las leyes de la higiene resulta de una falta del sentido de la dignidad personal. Daña la propia salud, conduce a una vejez prematura e impone a los demás la irritación de un compañero repugnante.
Una buena higiene previene enfermedades y favorece la sociabilidad
Los estudios médicos atestiguan que la falta de higiene es la causa más segura de numerosas enfermedades y la vía normal para adquirir muchos vicios corporales y espirituales.
La higiene comienza por el cuerpo; luego se aplica a la vestimenta y finalmente abarca las formas de vida externas, tanto en el trabajo como en el ocio.
Tomando aire en los días tranquilos del pasado
La persona bien educada utiliza un baño que no es el de su casa con la máxima limpieza y decoro, deja todo en orden y siempre se lava las manos antes de salir.
Respirar es vivir. Respirar es sinónimo de vivir. El mal aliento o la dificultad para respirar disminuye la vitalidad de la persona, reduciendo tanto la calidad como en ocasiones incluso la cantidad de vida. Los ejercicios de respiración que utilizan movimientos de los brazos para inhalar el aire combaten muchos males internos, conservan el buen flujo sanguíneo y prolongan la vida incluso hasta una edad avanzada.
Los primeros momentos de cada día, después de la oración de la mañana, deben consagrarse al ejercicio físico y a la higiene. Este régimen le da a la persona una deliciosa sensación de bienestar. Respirar profundamente despierta el cuerpo, estimula los órganos, elimina toxinas y prepara el terreno para el cultivo intelectual y moral del día.
Los cuatro baños diarios recomendados por los higienistas son:Respirar es vivir. Respirar es sinónimo de vivir. El mal aliento o la dificultad para respirar disminuye la vitalidad de la persona, reduciendo tanto la calidad como en ocasiones incluso la cantidad de vida. Los ejercicios de respiración que utilizan movimientos de los brazos para inhalar el aire combaten muchos males internos, conservan el buen flujo sanguíneo y prolongan la vida incluso hasta una edad avanzada.
Los primeros momentos de cada día, después de la oración de la mañana, deben consagrarse al ejercicio físico y a la higiene. Este régimen le da a la persona una deliciosa sensación de bienestar. Respirar profundamente despierta el cuerpo, estimula los órganos, elimina toxinas y prepara el terreno para el cultivo intelectual y moral del día.
Los cuatro baños diarios
1. Un enjuague bucal con una taza de agua;
2. el baño externo para todo el cuerpo;
3. el baño de aire fresco;
4. y un baño de sol.
Las uñas deben estar limadas y limpias.
En climas donde la temperatura casi siempre es cálida, es necesario lavarse los pies todos los días antes de acostarse.
Siempre se deben lavar las manos antes de cada comida.
Las uñas deben estar limadas y limpias. Permítanme enfatizar en la importancia de mantener limpias las uñas cuando nos encanta hacer todo tipo de trabajo manual que resulta en uñas sucias. Una de las primeras cosas que tu empleador notará son tus uñas sucias. Después del rostro, las manos son las que más muestran y revelan sobre tu higiene personal. Entonces, para mostrar respeto por ti mismo y mantener el respeto de tus familiares y amigos, nunca olvides examinarte las uñas y limpiarlas siempre que sea necesario.
Para evitar ensuciarte las manos y las uñas, hoy en día existen diferentes tipos de guantes desechables de goma, plástico y vinilo, muy económicos, que pueden ahorrar mucho tiempo en la limpieza de las uñas.
La cabeza
La cabeza debe mantenerse ordinariamente en su posición normal, es decir, erguida, ligeramente inclinada hacia delante, sin rigidez ni flacidez. Se debe evitar apoyarla sobre los hombros o el pecho, así como realizar movimientos de rotación precipitados o bruscos.
Las respuestas afirmativas o negativas se expresan con las palabras SÍ o NO, y sin ningún movimiento de cabeza.
Los hombres que utilizan sombrero deben descubrirse la cabeza al entrar en una casa, iglesia, restaurante, club o cualquier otro edificio.
Las mujeres deben mantener la cabeza cubierta dentro de los edificios, durante las visitas a hospitales y museos; en las iglesias siempre es obligatorio.
Se considera un signo de descortesía pasarse frecuentemente la mano por el cabello, rascarse las orejas o la nariz, peinarse o retorcérselo con los dedos. Este comportamiento es descortés, vulgar y ofensivo.
Se considera un signo de descortesía pasarse frecuentemente la mano por el cabello, rascarse las orejas o la nariz, peinarse o retorcérselo con los dedos. Este comportamiento es descortés, vulgar y ofensivo.
El pelo
El pelo debe recortarse cada cinco o seis semanas. Cuando está cortado, da al hombre un aire vigoroso y enérgico; es el estilo de los antiguos romanos.
Según las costumbres occidentales, el pelo largo en el hombre es signo de desorden o de ridícula vanidad. A menudo es señal de un carácter blando y afeminado, de un hombre inclinado a la vanidad, que dedica mucho tiempo al cabello, aplicándole pomadas, tónicos, humedeciéndolo con aguas perfumadas u otros productos.
La caspa debe tratarse con lavados frecuentes con agua y champús especiales y manteniendo el pelo corto.
La cara
La moda actual del piercing es una afrenta a la nobleza del rostro
El rostro exige la mayor limpieza. Se debe lavar con agua y jabón no sólo al levantarse, sino también durante el día cada vez que sea necesario y después de cualquier esfuerzo físico que haga sudar abundantemente. Sécalo con una toalla limpia.
Evita pasar las manos por la cara o el mentón, o tamborilear con los dedos sobre el mentón o las mejillas.
Es muy molesto ver a una persona que constantemente mueve los labios o pasa la lengua por ellos. Todo movimiento de los labios que no sea necesario para una buena pronunciación es descortés y vulgar.
Cada rostro es digno de respeto porque refleja el alma del hombre. Dar bofetadas, puñetazos, golpes o porrazos en la cara de cualquier persona es la injuria suprema, porque indica una falta de respeto suprema hacia la parte ofendida.
Los oídos exigen una limpieza rigurosa
Los oídos, al igual que los ojos, son los órganos más preciados que poseemos para nuestras relaciones exteriores. Merecen un cuidado muy especial y delicado. Son los órganos del sentido social por excelencia. Deben limpiarse adecuadamente a diario. Esto mantendrá y preservará su sistema auditivo evitando la acumulación de cerumen, que a menudo disminuye la capacidad auditiva.
La nariz
Este órgano debe tratarse con especial cuidado. Todo el mundo sabe que puede ser foco de infecciones, pestes y microbios peligrosos si no se mantiene limpio y se le da el tratamiento que exigen las buenas costumbres e higiene.
Es repugnante e intolerable ver a una persona, niño o adulto, meterse los dedos en la nariz. Además de repugnante, es peligroso porque puede provocar una irritación que puede convertirse en una herida que desprende malos olores, lo cual resulta repulsivo.
Uno de los actos que todo hombre bien educado debe ejecutar con atención es el uso discreto del pañuelo para limpiarse la nariz. Sin embargo, son pocos los que lo hacen con civilidad.
♦ En primer lugar, se debe utilizar un pañuelo limpio, lo que implica cambiarlo diariamente
♦ En segundo lugar, al utilizar el pañuelo, uno debe apartarse de las personas con quienes está hablando
♦ En tercer lugar, debe ser lo más discreto posible respecto a los sonidos, evitar hacer ruidos fuertes o groseros
♦ En cuarto lugar, el pañuelo debe ser de un tamaño adecuado, para que no se despliegue como una pancarta
♦ En quinto lugar, no se debe mirar la mucosidad nasal expelida
♦ En sexto lugar, debe doblar el pañuelo como estaba antes de usarlo y devolverlo al bolsillo
♦ En séptimo lugar, no debe sostener el pañuelo en la mano durante una conversión ni dejarlo sobre un mueble.
El pañuelo de bolsillo solía ser una prenda imprescindible en el armario de todo hombre.
Cuando uno se presenta en público, el pañuelo también puede utilizarse para secarse el sudor de la cara o de las manos, para tapar un estornudo o para limpiarse los labios después de beber agua.
Estornudar es un acto reflejo involuntario. Casi cualquier cosa que irrite la nariz puede provocar un ataque de estornudo, incluido el polvo, los olores fuertes, los cambios de temperatura y las infecciones.
Sólo las personas toscas o rústicas consideran impresionante estornudar con gran estrépito, creyendo demostrar la fuerza de sus pulmones con ese ruido inoportuno. El estornudo propaga gérmenes. Por lo tanto, en la medida de lo posible se debe estornudar en el pañuelo; si el estornudo es inesperado, la mano al menos debe servir de escudo a la boca
Es una buena costumbre que los acompañantes digan “Salud” cuando una persona estornuda. La persona debería responder “Gracias”.
Hacer muecas con las mejillas y la nariz es inconveniente, no sólo en público sino en todas partes; También es extremadamente descortés resoplar, eructar, etc. a propósito.
Nadie solía presentarse en público con una mueca indecorosa o con la boca abierta.
La boca es la vía preferida de entrada de microbios al cuerpo, sobre todo entre los dientes. De ahí surge la necesidad de mantener la boca muy limpia.
Se debe lavar mañana y noche, y cepillarse los dientes a diario. Después de ingerir una comida fuerte, es aconsejable limpiar la boca con agua, tanto por motivos de higiene como de civismo. Frecuentemente las úlceras y el cáncer de estómago son resultado del mal estado de la boca y los dientes. Además, después de ingerir algunos alimentos, como los que contienen cebolla y ajo, el aliento puede volverse acre y convertir a la persona en una compañía desagradable.
Un hombre bien educado nunca se mete los dedos en la boca; no mastica distraídamente un papel ni la punta de un lápiz; ni usa chicle, masticando sin cesar sin motivo alguno, como una vaca rumiando. Tales hábitos indican una falta de vigilancia sobre uno mismo, un relajamiento del civismo o ignorancia de los buenos modales.
Se podría recordar esta máxima: Por su boca muere el pez... por su boca el hombre arruina su salud.
Respetándonos a nosotros mismos y a los demás
Debemos respetar nuestro propio rostro y también el rostro de nuestros vecinos. Cualquier bofetada en la cara de otro es siempre una grave injuria.
Cuando era niño, el padre padre San Marcelino Champagnat vio a un profesor algo nervioso darle una bofetada a un alumno por su falta de atención. El buen sentido del niño, que más tarde sería el fundador de una Orden de enseñanza llamada Hermanos Maristas, reprendió aquel acto brutal y obtuvo de sus padres el permiso para no frecuentar más las clases de aquel maestro.
La Historia reprobó la acción de los judíos que ordenaron abofetear al gran Apóstol San Pablo bajo el vano pretexto de haber hablado libremente a un sacerdote de la Antigua Ley Mosaica. En la Ley mosaica, un golpe injusto al cuerpo de un adversario era multado con un solo siclo, o sea 10 dólares de nuestro dinero. Pero un golpe en la cara se castigaba con una multa de 300 denarios, o 4.000 dólares.
Otros malos tratos a la cabeza, como tirar del pelo, de las orejas, etc. recibían penas similares, y con justa causa.
Deberíamos tener por costumbre considerar a nuestro prójimo como un miembro del cuerpo místico de Nuestro Señor Jesucristo y respetarlo como una criatura hecha a imagen de Dios.
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