El propio jesuita ha sido el encargado de dar publicidad de una “bendición” a una pareja homosexual estadounidense en su cuenta de twitter/X: “Tuve el honor de bendecir a mis amigos Jason y Damián esta mañana en nuestra residencia jesuita, de acuerdo con las nuevas pautas establecidas por el Vaticano para parejas del mismo sexo. Pero antes de esto, he sido bendecido por su amistad y apoyo”, ha escrito.
“Consultor del Dicasterio de Comunicación del Vaticano” y “padre sinodal”, este “sacerdote” hace y deshace lo que le viene en gana. Su labor pastoral, está volcada en engañar a los homosexuales para decirles que su pecado (vivir en pareja o tener relaciones sexuales) no lo es. Es más, Martin ha declarado en más de una ocasión que esas relaciones “son fruto del amor de Dios”.
¿Quién es la pareja que ha bendecido James Martin?
Un tuitero ha desvelado quien es esa primera pareja a la que “ha bendecido” James Martin públicamente. Jason es profesor de teología en la Universidad San José de Nueva York. Vive junto con su “esposo” Damián.
Al parecer, se “casaron” en la en la iglesia Judson Memorial en Nueva York.
Jason, el que ejerce como profesor de teología en una universidad, ha criticado en numerosas ocasiones en público a Benedicto XVI y a Juan Pablo II. En otras fotos (que se pueden ver en el enlace anterior) se puede observar que Jason y Damián parecen ser grandes fanáticos de las fiestas sodomitas en playas nudistas.
James Martin no se esconde y en esta “bendición” hay una aprobación explícita por parte del “sacerdote” jesuita. En varias publicaciones en la cuesta de Instagram de uno de ellos, es habitual que salgan besándose y que James Martin dé “me gusta” a esas publicaciones.
¿Quién es responsable?
No nos engañemos. James Martin es listo y ha sabido siempre hasta donde podía llegar para no poner a Roma en un aprieto. El jesuita hereje estaba esperando precisamente a este documento para interpretarlo a su manera más laxa (porque la Declaración de Doctrina de la Fe es digna de ser interpretada en varias direcciones) y así poder seguir dando pasos en el camino de revertir la enseñanza católica.
Según la RAE, la propia palabra “bendición” ya lleva implícito el significado de asentimiento, consentimiento o aprobación. ¿Acaso la propia imagen que ilustra la noticia de Martin con la mano en alto y los otros dos cogidos de la mano no es una aprobación de ese estilo de vida por parte del jesuita?
Según el punto 38 de la Declaración de Doctrina de la Fe, “no se debe ni promover ni prever un ritual para las bendiciones de parejas en una situación irregular, pero no se debe tampoco impedir o prohibir la cercanía de la Iglesia a cada situación en la que se pida la ayuda de Dios a través de una simple bendición. En la oración breve que puede preceder esta bendición espontanea, el ministro ordenado podría pedir para ellos la paz, la salud, un espíritu de paciencia, diálogo y ayuda mutuos, pero también la luz y la fuerza de Dios para poder cumplir plenamente su voluntad”.
Y, ¿cuál es la voluntad de Dios? Muchos de nosotros lo tenemos claro, pero es una tremenda temeridad que Bergoglio y el “cardenal” Tucho Fernández dejen a la libre interpretación cuál es esa voluntad de Dios. ¿Es que no saben Bergoglio y Tucho que entre los católicos también hay muchas conciencias deformadas que buscan adecuar la doctrina a su manera de vivir para calmar sus conciencias?
Por mucho que se diga que la doctrina no cambia y que se cierra la puerta a un ritual litúrgico o a equiparar estas bendiciones a un sacramento, la confusión y el caos durante esta semana es mayúsculo entre muchísimos sacerdotes y el pueblo fiel de Dios.
La foto de Martin quedará ya ahí para siempre y abre la puerta a que muchos otros sigan ese camino, generando escándalo y estupefacción. Mientras no llegue una nota pública de Bergoglio, del Dicasterio para Doctrina de la Fe o de su obispo, se entenderá que la Iglesia Católica acepta y tolera que James Martin apruebe y bendiga comportamientos y estilos de vida pecaminosos que llevan a la condenación eterna. Sería -por lo tanto- justo decir que tanto Francisco como Víctor Manuel Fernández tienen un alto grado de responsabilidad en todo lo que está ocurriendo estos días.
Y un recordatorio para Roma: “Ay de aquel que escandalice: Más le valdría que le ataran al cuello una piedra de molino y lo arrojaran al mar”.
InfoVaticana
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