Por Carlos Esteban
Cualquiera que entre inopinadamente y al azar en un templo católico medio se sorprenderá de saber que Francisco ha expresado su deseo de “desmasculinizar la Iglesia”, porque la experiencia común es exactamente la contraria: el número de mujeres que atiende a la iglesia supera con mucho la presencia de varones, e incluso hay quien señala que la atmósfera misma de las parroquias tiende bastante más hacia lo femenino que hacia lo masculino.
Tendría algún sentido, quizá, si Bergoglio hiciese referencia a la imposible posibilidad (permítasenos el oxímoron) de abrir el sacerdocio a la mujer. Pero esta opción la ha rechazado ya pública y tajantemente en numerosas ocasiones, aun si se permite en el famoso sínodo interminable que los padres y madres sinodales se entretengan en estas especulaciones.
Todo, pues, queda en la más absoluta indefinición, y no entendemos muy bien lo de que “la Iglesia es femenina” o en qué podría consistir esa deseada ‘desmasculización’ que, en cualquier caso, para cualquiera con ojos en la cara parece ya muy avanzada. Da la sensación de que en esto, como en otros aspectos, Bergoglio se limita a alinearse con las tendencias ideológicas que el mundo aplaude al tiempo que evita comprometerse a nada concreto.
Quiere la casualidad -o la Providencia- que estas declaraciones pontificias coincidan en el tiempo con las represalias en vivienda y sueldo que ha lanzado contra el cardenal Raymond Burke, porque precisamente el purpurado norteamericano se ha manifestado en el pasado contra la desmasculinización de la Iglesia.
En declaraciones de hace ya algunos años, Burke afirmaba que “el feminismo radical que ha asaltado a la Iglesia y a la sociedad desde los años 1960 ha dejado a los hombres muy marginados”. Y continuaba: “Desafortunadamente, el movimiento feminista radical influyó fuertemente en la Iglesia, lo que llevó a la Iglesia a abordar constantemente los problemas de las mujeres a expensas de abordar cuestiones críticas importantes para los hombres; la importancia del padre, ya sea en la unión matrimonial o no; la importancia de un padre para los hijos; la importancia de la paternidad para los sacerdotes; el impacto crítico de un carácter varonil; el énfasis en los dones particulares que Dios da a los hombres para el bien de toda la sociedad”.
Estas declaraciones de Burke se ven refrendadas con una encuesta realizada por el sitio Crux en 2015 donde tres cuartas partes de los consultados coinciden con el cardenal en que la Iglesia se ha feminizado.
InfoVaticana
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