Cuatro personas murieron y decenas resultaron heridas en un atentado con bomba en una misa católica en un campus universitario en Filipinas el domingo.
Al menos cuatro personas murieron y decenas resultaron heridas cuando un artefacto explosivo detonó mientras participaban de una misa católica en una universidad en la ciudad de Marawi, al sur de Filipinas. El grupo ISIS reivindicó el atentado. Minutos después de que se conociera el hecho, Francisco envió un mensaje de solidaridad con las víctimas: “Estoy cerca de las familias y del pueblo de Mindanao que ya ha sufrido tanto”.
La explosión, que ocurrió a primera hora del domingo 3 de diciembre, tuvo lugar en el gimnasio de la Universidad Estatal de Mindanao, en Marawi, la mayor ciudad musulmana del país. Según informó un jefe policial a la prensa local, el ataque dejó al menos 50 heridos (seis de ellos de gravedad), la mayoría de ellos estudiantes y profesores. De acuerdo a las primeras investigaciones, el atentado podría haberse producido en represalia de una serie de operaciones militares llevadas a cabo contra grupos islamistas en los últimos días.
El presidente de Filipinas, Ferdinand Marcos, se expresó al respecto en un comunicado: “Condeno en los términos más fuertes posibles los actos atroces y sin sentido perpetrados por terroristas extranjeros contra la Universidad Estatal de Mindanao”. La casa de estudios también condenó “el acto de violencia”, suspendió las clases y desplazó más personal de seguridad al campus, indicó la institución de manera oficial.
“Los soldados del califato detonaron un artefacto explosivo en una gran reunión de cristianos… en la ciudad de Marawi”, dijo el grupo terrorista en un comunicado difundido en sus canales Telegram, según la agencia AFP. La supuesta bomba se habría fabricado con munición de mortero, según las primeras pesquisas en el lugar.
El hecho ocurrió luego de que las fuerzas armadas filipinas lanzaran el pasado viernes un ataque aéreo que mató a 11 combatientes islamistas de la organización Dawlah Islamiyah-Philippines, en Mindanao.
La región sufrió, durante décadas, ataques contra autobuses, templos católicos y mercados públicos. El Gobierno filipino firmó en 2014 un acuerdo de paz con el mayor grupo rebelde del país, el Frente Moro Islámico de Liberación, que puso fin a su alzamiento armado; sin embargo, grupos menores de combatientes musulmanes contrarios al acuerdo de paz permanecen activos, incluidos algunos leales al grupo Estado Islámico (EI).
”Nuestra ciudad ha sido por mucho tiempo un ejemplo de coexistencia pacífica y armonía, y no permitiremos que tales actos de violencia opaquen nuestro compromiso colectivo con la paz y la unidad”, indicó el alcalde de Marawi, Majul Gandamra.
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