Por John Horvat II
El principal vehículo para comunicar este mensaje es un sitio web en idiomas inglés e italiano que dice presentar los resultados de “escuchar” a los “pueblos” y “corazones” para “construir un mundo mejor”. Los eventos y vídeos ocasionales en línea también pueblan el sitio y dan la apariencia de exuberancia juvenil.
No todo lo que reluce es oro
Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. Si se mira bajo la superficie del proyecto se descubren viejos y conocidos errores. Aunque los objetivos declarados pueden parecer loables, la ideología subyacente es cuestionable. Todo lo que hay en la página web parecería mucho más fresco si sus ideas recicladas no fueran tan rancias.
La Economía de Francisco es como vadear una mezcla confusa que parece un revoltijo de informes de comisiones de la ONU, el manifiesto ecológico de Laudato Si', el activismo del New Deal Green (Nuevo Trato Verde) y la cháchara tribal del Sínodo de las Amazonas. Como la mayoría de los proyectos de "escucha" del papa Francisco, éste sólo hace caso de lo que quiere oír.
El núcleo de la “Economía de Francisco” se encuentra en un mensaje hecho “en nombre de los jóvenes y los pobres del mundo”. Aunque el sitio web está hecho para parecer juvenil, tiene un matiz infantil y se lee como Greta Thunberg. El mensaje introductorio de la web pide “un cambio” con el mismo tono desesperado y urgente: “Nuestros tiempos son demasiado difíciles para pedir nada más que lo imposible”.
Falta Dios
Sin embargo, el llamamiento ofrece lo que parece ser “lo imposible”: un mensaje inspirado por el Vaticano que no contiene nada que lo identifique como católico, ni siquiera como religioso. De hecho, en ninguna parte de este llamamiento de casi 900 palabras aparecen las palabras "Dios", "Jesús", "María" o "católico". Tampoco se menciona el pecado ni el vicio. El documento ni siquiera se dirige a los miembros de la Iglesia, sino a “economistas, empresarios, responsables políticos, trabajadores y ciudadanos del mundo”.
El proyecto se centra “en la humanidad” y nada en la divinidad. Tiene la voluntad de ser “inclusivo”, pero excluye a Dios de la solución de los problemas del mundo.
El aspecto materialista es especialmente evidente, ya que el único objetivo del proyecto es construir un mundo mejor a través de la economía. El proyecto está dividido en doce "aldeas", que son grupos de trabajo que discuten temas específicos.
Los doce temas de las aldeas son: la gestión y el don, las finanzas y la humanidad, el trabajo y los cuidados, la agricultura y la justicia, el CO2 de la desigualdad, la vocación y el beneficio, la empresa y la paz, las mujeres para la economía, la energía y la pobreza, las empresas en transición, la vida y el estilo de vida y, por último, las políticas y la felicidad.
Los temas del pueblo ponen de manifiesto algunos ámbitos legítimos de preocupación. Sin embargo, el lenguaje empleado para expresarlos refleja los esquemas secularistas, ecologistas, socialistas y "revolucionarios". Para describir el proyecto con mayor precisión, quizá sería mejor consolidar las doce aldeas en cuatro grupos o koljoses con temas que reflejen mejor la realidad igualitaria de sus propuestas.
El grupo por la lucha de clases y la igualdad
Así, el primer koljós podría destacar el tema de la lucha de clases y la igualdad. Un tema que se repite constantemente en la “Economía de Francisco” es la división del mundo en ricos y pobres o los conflictos generados por las políticas de identidad. En lugar de armonizar la sociedad, este colectivo trata de poner de relieve la lucha de clases como medio de realizar la justicia social.
Así, la desigualdad de las naciones se ve acentuada por la exigencia de compartir las tecnologías avanzadas con los países de bajos ingresos. Dichas tecnologías se utilizarán para alcanzar la "producción sostenible" y la "justicia climática".
El proyecto también critica las "ideologías económicas" que "ofenden y rechazan a los pobres, los enfermos, las minorías y las personas desfavorecidas de todo tipo". El ofensor no es el comunismo, sino aquellos que buscan el beneficio en su trabajo. Además, pide que "las organizaciones económicas y las instituciones civiles no descansen hasta que las trabajadoras tengan las mismas oportunidades que los trabajadores".
En todas partes está la llamada constante a la igualdad. El énfasis implica que las desigualdades justas y ordenadas que Dios desea, como las basadas en el talento, el intelecto, el esfuerzo, etc., son ilegítimas e innecesarias para el progreso humano. Por el contrario, estas desigualdades legítimas son condenadas por no favorecer la creación de "lugares auténticamente humanos y felices".
El grupo por la ecología y la sostenibilidad
El grupo por la ecología y la sostenibilidad promueve una nueva dictadura ecológica que busca orientar todas las cosas hacia el culto a la tierra. Así, se reclama la administración de los bienes comunes, en concreto los ámbitos de "la atmósfera, los bosques, los océanos, la tierra, los recursos naturales, todos los ecosistemas, la biodiversidad y las semillas". Estos temas están en el centro de las preocupaciones para lograr la "justicia climática".
La “Economía de Francisco” hace un llamamiento a las instituciones nacionales e internacionales para que promuevan e incluso "proporcionen premios" a quienes mejor puedan llevar a cabo la "sostenibilidad medioambiental, social, espiritual y, no menos importante, de gestión" que hará posible la "sostenibilidad global de la economía".
El grupo por el Socialismo y la Regulación Global
Los objetivos y planes del grupo por el socialismo y la regulación global van más allá de las meras sugerencias. El socialismo engendra regulación y acción ejecutiva. Como todos los planes maestros socialistas, este colectivo imagina leyes, cartas y tratados globales para hacer cumplir las buenas intenciones de los autores del proyecto.
Así, se piden políticas sociales "reconocidas en todo el mundo por una carta acordada que desaliente las opciones empresariales basadas únicamente en el beneficio". Hay que hacer un nuevo pacto fiscal mundial para abolir inmediatamente los paraísos fiscales, "que roban al presente y al futuro". No se menciona la eliminación del comunismo.
Las nuevas instituciones financieras y las existentes, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, deben "reformarse en un sentido democrático e inclusivo para ayudar al mundo a recuperarse de la pobreza y los desequilibrios producidos por la pandemia". Las grandes empresas y los bancos deben "introducir un comité de ética independiente en su gobernanza con derecho de veto sobre el medio ambiente, la justicia y el impacto sobre los más pobres".
El grupo para la Guerra y la Paz
El último koljós pide la abolición de la guerra y la instauración de la paz. Completa el conjunto de reivindicaciones de la “Economía de Francisco”. “Los jóvenes no podemos seguir tolerando que se detraigan recursos de las escuelas, de la sanidad, de nuestro presente y de nuestro futuro, para construir armas necesarias y venderlas, y así alimentar las guerras”.
La guerra se ve desde la perspectiva materialista marxista de las causas sistémicas. La desigualdad, la pobreza y la vulnerabilidad económica ponen en peligro la paz. La guerra nunca es justa. La guerra no es "el salario del pecado", la naturaleza humana caída o las ideologías malignas (como el comunismo).
Así, los mercados libres son tachados de desequilibrados y considerados fuentes de conflicto, mientras que las estructuras sociales más igualitarias fomentan la paz. La sostenibilidad social y medioambiental traerá la paz y eliminará la guerra para siempre.
Un proyecto decepcionante
La “Economía de Francisco” es un proyecto sin alma. Es una colección de frases hechas tomadas de la ecología, el socialismo y la política "revolucionaria". El sitio web refleja un entusiasmo forzado que caracteriza las "actividades juveniles modernas" propuestas por la Iglesia progresista posterior al Concilio Vaticano II. Y tras la apariencia de exuberancia juvenil se esconden los manidos errores marxistas y ecologistas de tiempos pasados y presentes.
Esos proyectos son superficiales y poco atractivos porque no se centran en objetivos eternos. No hay una llamada a la vuelta a la virtud personal y a la santidad ni a la lucha contra el pecado y el vicio. El llamamiento inicial de la “Economía de Francisco” no invoca a Dios ni busca la ayuda de su gracia.
El resultado es un llamamiento anodino a una existencia material igualitaria. Se pide a los jóvenes promotores del proyecto que "se comprometan a vivir los mejores años de nuestra energía e inteligencia para que la EdC pueda aportar cada vez más sal y levadura a la economía de todos".
Este llamamiento es contrario a la tradicional llamada de la Iglesia a la santidad. En tiempos en que los principios del Evangelio informaban a la sociedad, los corazones y las mentes de la cristiandad se volcaron en el sublime espíritu del Vía Crucis. Este espíritu impregnó la economía, el arte y el pensamiento, y dio valor, significado y belleza a todas las cosas humanas. Así, la economía del "Vía Crucis" se expresó en los sacrificios y la contención vinculados a la satisfacción de las necesidades económicas humanas.
La humanidad nunca encontrará la paz -la tranquilidad del orden- hasta que vuelva a Dios, el centro de todas las cosas. Debe obedecer una vez más el consejo divino: "Buscad, pues, primero el reino de Dios y su justicia, y todas las demás cosas os serán dadas por añadidura" (Mt. 6, 33).
Crisis Magazine
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