El centro de Europa se consolida como un oasis, en medio de un globalismo impulsado con cada vez mayor fuerza desde Bruselas. Los países que padecieron el comunismo le recuerdan a las demás naciones que rechazan el socialismo en todas sus variantes. En Hungría encuentra su referente más destacado: su primer ministro, Viktor Orbán.
Por Mamela Fiallo
Orbán fue el primer político que exigió públicamente el retiro de tropas soviéticas en un histórico discurso en 1989 con apenas 26 años. Allí comenzó su carrera política, haciendo oposición a la tiranía comunista de la mano de la Alianza de Jóvenes Demócratas, cuyo nombre en húngaro es Fidesz, su partido actual.
Con la caída del muro de Berlín y consigo del telón de acero que mantuvo a Europa bajo las garras del socialismo soviético, la izquierda se reorganizó bajo un nuevo rostro. El ambientalismo se volvió la nueva utopía y junto al culto al planeta surgió un sistema político acorde: el globalismo, la nueva forma del internacionalismo.
Frente a esto, Orbán ha forjado un escudo, a nivel cultural y también en la frontera y por ello se ha convertido en un problema para la Unión Europea, ya que choca con su proyecto multiculturalista y de agenda lgbt.
Sobre todo en el tema fronterizo Orbán encontró un aliado ideal: el comentarista Tucker Carlson, promotor del muro de Donald Trump que señala la complicidad de Joe Biden en su documental “La Invasión Ilegal”. Carlson viajó desde EE.UU. hasta Hungría, donde elogió el trabajo del primer ministro y fue replicado por los medios locales alineados como referente.
«La élite política estadounidense se ha vuelto demasiado mediocre y estúpida para enfrentar la verdad», dijo Carlson en una entrevista con el semanario húngaro Mandiner. «La élite se ha vuelto contra su propia gente, y eso no es saludable. En pocas palabras, el liderazgo del país odia al pueblo estadounidense», continuó.
Siguiendo esa línea, elogió al Sr. Orbán: «Está defendiendo la democracia contra los multimillonarios irresponsables, las organizaciones no gubernamentales (ONG) y ciertos gobiernos occidentales. Está luchando por la democracia contra aquellas fuerzas que quisieran enterrarla».
Carlson fue citado como «el pensador conservador más influyente de Estados Unidos» por la Fundación Centroeuropea de Prensa y Medios (KESMA), progubernamental, que comprende 457 estaciones de radio y televisión, portales de noticias en línea y periódicos diarios y regionales.
Según reporta Forbes, Tucker Carlson Tonight fue el programa de noticias por cable más visto en el segundo trimestre del 2021, con una audiencia total de 2.924 millones de espectadores. Tucker Carlson también terminó primero en la demostración clave, con una audiencia promedio de 487.000 espectadores.
El enfrentamiento de Carlson al establishment y los medios masivos se ve en el éxito de su audiencia, la gente quiere escuchar una versión alternativa. Mientras CNN bajó un 68 % su audiencia, Fox News tuvo cuatro de los cinco programas más vistos en las noticias por cable, con Tucker Carlson Tonight en primer lugar entre el total de espectadores, seguido de Hannity (2.653 millones de espectadores), The Five (2.632 millones de espectadores) y The Ingraham Angle (2.071 millones de espectadores). El único programa destacado de izquierda “progresista” fue The Rachel Maddow Show de MSNBC (2.504 millones de espectadores)
Denuncian autoritarismo de Orbán
Ya está al aire la entrevista que le hizo Tucker Carlson al primer ministro de Hungría. “En caso que se lo hayan perdido”, avisa Carlson en redes sociales, está disponible la entrevista que le hizo a Viktor Orban tanto en su programa de reportajes como en formato documental.
Llega en un momento clave al país, ya que las elecciones están a menos de ocho meses y Orbán aspira a la reelección, luego de once años en el Gobierno. Sus críticos acusan su permanencia en el poder, lo cual ha provocado la creación de una oposición que integra a partidos de la esfera política.
«Tucker está utilizando la plataforma masiva que tiene a su disposición, a través de Rupert Murdoch, para legitimar el autoritarismo», dijo Kurt Bardella, asesor del Comité de Campaña del Congreso Demócrata. «No es especulación. El Partido Republicano ha dejado muy claro que su agenda es instituir un estilo autocrático de gobierno hasta el punto en que estén dispuestos a deshacerse de la democracia cuando las elecciones no salgan como ellos quieren».
Incluso han acusado a Orbán de utilizar el software espía Pegasus comprado a la empresa israelí NSO para intervenir los teléfonos y extraer los datos personales de hasta 300 periodistas independientes, abogados y empresarios que no están alineados con su partido Fidesz.
El primer ministro ha sido acusado de autoritario por los mismos organismos que han guardado silencio respecto a Cuba, una tiranía comunista que lleva en el poder más de 62 años. La Unión Europea no solo ha sido blanda respecto a su postura frente al régimen de partido único, también ha sido cómplice.
Lo cual ha demostrado que en la lista de prioridades de la UE hay otras preocupaciones. Por ejemplo, la causa lgbt. Bruselas inició acciones legales contra Hungría y Polonia por prohibir la propaganda homosexual para menores de edad.
El parlamento de Hungría aprobó una ley que restringe la «promoción o difusión de contenidos que expresan la homosexualidad» o presentan «desviación de identidad en cuanto al género de nacimiento» a un radio de 200 metros de iglesias, escuelas e instituciones de protección infantil.
Cuando se aprobó la ley en junio del 2021, el primer ministro Viktor Orbán dijo que la prohibición tenía por objeto «luchar contra la pedofilia y proteger a los niños». Luego de duras críticas de los burócratas de la Unión Europea, Orbán anunció que habrá un referéndum para evaluar el apoyo a la medida. El plebiscito está previsto para principios del 2022.
En rechazo a dicha ley, el alcalde de la ciudad alemana de Munich le pidió permiso a la UEFA para que el estadio en el cual Alemania jugaría contra Hungría, el Allianz Arena, se iluminara con los colores del arco iris (símbolo lgbt). «Esta es una señal importante de tolerancia e igualdad», dijo el alcalde Dieter Reiter.
Sin embargo, la UEFA no lo permitió, alegando que la UEFA es un organismo que debe ser neutro. “Gracias a Dios que en los círculos del liderazgo futbolístico todavía prevalezca el sentido común y no colaboraron con la provocación política”, dijo en respuesta el ministro de relaciones exteriores húngaro Peter Szijjarto.
Hungría no se arrodilla ante Black Lives Matter
También en la cancha de fútbol Hungría se manifestó en contra de los mandatos del “progresismo” internacional. Los jugadores de la selección nacional no se arrodillaron en nombre de la causa Black Lives Matter, mientras sus pares irlandeses sí y estos fueron abucheados por los hinchas húngaros.
Según Orbán, “un húngaro se arrodilla ante Dios, ante su tierra natal, y si le está proponiendo matrimonio a su ser amado, aún queda esa tercera instancia esperada. En Hungría, cualquier otro caso de arrodillarse es un acto culturalmente ajeno”.
Los jugadores de la selección se limitaron a señalar el logo en la camiseta donde dice “respeto”. Se manifestaron en contra del racismo y del respeto pero no se arrodillaron ante una organización fundada por tres “marxistas entrenadas”. “Esperamos que luchen, que ganen, y si sucede que no lo consiguen, que mueran de pie”, exclamó el primer ministro respecto a la selección húngara.
En resumen, Hungría ha ido en contracorriente a las tendencias en Europa. Por ejemplo, mientras declina la población en el viejo continente, Hungría ha incentivado las familias numerosas. A partir de cuatro hijos, las familias no pagan impuesto sobre la renta de por vida, por medio del llamado plan de protección de la familia.
“Hay cada vez menos niños nacidos en Europa. Para Occidente, la respuesta (a ese reto) es la inmigración. Para cada niño que falta, debería entrar otro y luego los números estarán bien”, señaló Orbán ante Reuters. “Pero nosotros no necesitamos números. Necesitamos niños húngaros”, anunció.
Cuando en España los candidatos a la presidencia debatieron sobre la solución a la falta de niños (debido a su impacto en las pensiones, al tener una población donde mueren más personas que las que nacen), cada uno respondió de acuerdo a su ideología y corriente política. El candidato socialista propuso más migración, Ciudadanos propuso vientres de alquiler, aunque el PP habló de la posibilidad de reducir impuestos, solo Vox llamó abiertamente a incentivar el crecimiento de las familias españolas (también con incentivos fiscales).
El decrecimiento poblacional es una realidad europea. “Somos una nación moribunda”, anunció la ministra de salud de Italia en el 2015. Hay partidos y políticos conscientes de ello. Uno de ellos es Orbán. Pero eso le trae problemas con la Unión Europea que fomenta la misma solución que los socialistas europeos: fomentar la inmigración para contrarrestar la falta de población.
Gaceta
Por Mamela Fiallo
Orbán fue el primer político que exigió públicamente el retiro de tropas soviéticas en un histórico discurso en 1989 con apenas 26 años. Allí comenzó su carrera política, haciendo oposición a la tiranía comunista de la mano de la Alianza de Jóvenes Demócratas, cuyo nombre en húngaro es Fidesz, su partido actual.
Con la caída del muro de Berlín y consigo del telón de acero que mantuvo a Europa bajo las garras del socialismo soviético, la izquierda se reorganizó bajo un nuevo rostro. El ambientalismo se volvió la nueva utopía y junto al culto al planeta surgió un sistema político acorde: el globalismo, la nueva forma del internacionalismo.
Frente a esto, Orbán ha forjado un escudo, a nivel cultural y también en la frontera y por ello se ha convertido en un problema para la Unión Europea, ya que choca con su proyecto multiculturalista y de agenda lgbt.
Sobre todo en el tema fronterizo Orbán encontró un aliado ideal: el comentarista Tucker Carlson, promotor del muro de Donald Trump que señala la complicidad de Joe Biden en su documental “La Invasión Ilegal”. Carlson viajó desde EE.UU. hasta Hungría, donde elogió el trabajo del primer ministro y fue replicado por los medios locales alineados como referente.
«La élite política estadounidense se ha vuelto demasiado mediocre y estúpida para enfrentar la verdad», dijo Carlson en una entrevista con el semanario húngaro Mandiner. «La élite se ha vuelto contra su propia gente, y eso no es saludable. En pocas palabras, el liderazgo del país odia al pueblo estadounidense», continuó.
Siguiendo esa línea, elogió al Sr. Orbán: «Está defendiendo la democracia contra los multimillonarios irresponsables, las organizaciones no gubernamentales (ONG) y ciertos gobiernos occidentales. Está luchando por la democracia contra aquellas fuerzas que quisieran enterrarla».
Carlson fue citado como «el pensador conservador más influyente de Estados Unidos» por la Fundación Centroeuropea de Prensa y Medios (KESMA), progubernamental, que comprende 457 estaciones de radio y televisión, portales de noticias en línea y periódicos diarios y regionales.
Según reporta Forbes, Tucker Carlson Tonight fue el programa de noticias por cable más visto en el segundo trimestre del 2021, con una audiencia total de 2.924 millones de espectadores. Tucker Carlson también terminó primero en la demostración clave, con una audiencia promedio de 487.000 espectadores.
El enfrentamiento de Carlson al establishment y los medios masivos se ve en el éxito de su audiencia, la gente quiere escuchar una versión alternativa. Mientras CNN bajó un 68 % su audiencia, Fox News tuvo cuatro de los cinco programas más vistos en las noticias por cable, con Tucker Carlson Tonight en primer lugar entre el total de espectadores, seguido de Hannity (2.653 millones de espectadores), The Five (2.632 millones de espectadores) y The Ingraham Angle (2.071 millones de espectadores). El único programa destacado de izquierda “progresista” fue The Rachel Maddow Show de MSNBC (2.504 millones de espectadores)
Denuncian autoritarismo de Orbán
Ya está al aire la entrevista que le hizo Tucker Carlson al primer ministro de Hungría. “En caso que se lo hayan perdido”, avisa Carlson en redes sociales, está disponible la entrevista que le hizo a Viktor Orban tanto en su programa de reportajes como en formato documental.
Llega en un momento clave al país, ya que las elecciones están a menos de ocho meses y Orbán aspira a la reelección, luego de once años en el Gobierno. Sus críticos acusan su permanencia en el poder, lo cual ha provocado la creación de una oposición que integra a partidos de la esfera política.
«Tucker está utilizando la plataforma masiva que tiene a su disposición, a través de Rupert Murdoch, para legitimar el autoritarismo», dijo Kurt Bardella, asesor del Comité de Campaña del Congreso Demócrata. «No es especulación. El Partido Republicano ha dejado muy claro que su agenda es instituir un estilo autocrático de gobierno hasta el punto en que estén dispuestos a deshacerse de la democracia cuando las elecciones no salgan como ellos quieren».
Incluso han acusado a Orbán de utilizar el software espía Pegasus comprado a la empresa israelí NSO para intervenir los teléfonos y extraer los datos personales de hasta 300 periodistas independientes, abogados y empresarios que no están alineados con su partido Fidesz.
El primer ministro ha sido acusado de autoritario por los mismos organismos que han guardado silencio respecto a Cuba, una tiranía comunista que lleva en el poder más de 62 años. La Unión Europea no solo ha sido blanda respecto a su postura frente al régimen de partido único, también ha sido cómplice.
Lo cual ha demostrado que en la lista de prioridades de la UE hay otras preocupaciones. Por ejemplo, la causa lgbt. Bruselas inició acciones legales contra Hungría y Polonia por prohibir la propaganda homosexual para menores de edad.
El parlamento de Hungría aprobó una ley que restringe la «promoción o difusión de contenidos que expresan la homosexualidad» o presentan «desviación de identidad en cuanto al género de nacimiento» a un radio de 200 metros de iglesias, escuelas e instituciones de protección infantil.
Cuando se aprobó la ley en junio del 2021, el primer ministro Viktor Orbán dijo que la prohibición tenía por objeto «luchar contra la pedofilia y proteger a los niños». Luego de duras críticas de los burócratas de la Unión Europea, Orbán anunció que habrá un referéndum para evaluar el apoyo a la medida. El plebiscito está previsto para principios del 2022.
En rechazo a dicha ley, el alcalde de la ciudad alemana de Munich le pidió permiso a la UEFA para que el estadio en el cual Alemania jugaría contra Hungría, el Allianz Arena, se iluminara con los colores del arco iris (símbolo lgbt). «Esta es una señal importante de tolerancia e igualdad», dijo el alcalde Dieter Reiter.
Sin embargo, la UEFA no lo permitió, alegando que la UEFA es un organismo que debe ser neutro. “Gracias a Dios que en los círculos del liderazgo futbolístico todavía prevalezca el sentido común y no colaboraron con la provocación política”, dijo en respuesta el ministro de relaciones exteriores húngaro Peter Szijjarto.
Hungría no se arrodilla ante Black Lives Matter
También en la cancha de fútbol Hungría se manifestó en contra de los mandatos del “progresismo” internacional. Los jugadores de la selección nacional no se arrodillaron en nombre de la causa Black Lives Matter, mientras sus pares irlandeses sí y estos fueron abucheados por los hinchas húngaros.
Según Orbán, “un húngaro se arrodilla ante Dios, ante su tierra natal, y si le está proponiendo matrimonio a su ser amado, aún queda esa tercera instancia esperada. En Hungría, cualquier otro caso de arrodillarse es un acto culturalmente ajeno”.
Los jugadores de la selección se limitaron a señalar el logo en la camiseta donde dice “respeto”. Se manifestaron en contra del racismo y del respeto pero no se arrodillaron ante una organización fundada por tres “marxistas entrenadas”. “Esperamos que luchen, que ganen, y si sucede que no lo consiguen, que mueran de pie”, exclamó el primer ministro respecto a la selección húngara.
En resumen, Hungría ha ido en contracorriente a las tendencias en Europa. Por ejemplo, mientras declina la población en el viejo continente, Hungría ha incentivado las familias numerosas. A partir de cuatro hijos, las familias no pagan impuesto sobre la renta de por vida, por medio del llamado plan de protección de la familia.
“Hay cada vez menos niños nacidos en Europa. Para Occidente, la respuesta (a ese reto) es la inmigración. Para cada niño que falta, debería entrar otro y luego los números estarán bien”, señaló Orbán ante Reuters. “Pero nosotros no necesitamos números. Necesitamos niños húngaros”, anunció.
Cuando en España los candidatos a la presidencia debatieron sobre la solución a la falta de niños (debido a su impacto en las pensiones, al tener una población donde mueren más personas que las que nacen), cada uno respondió de acuerdo a su ideología y corriente política. El candidato socialista propuso más migración, Ciudadanos propuso vientres de alquiler, aunque el PP habló de la posibilidad de reducir impuestos, solo Vox llamó abiertamente a incentivar el crecimiento de las familias españolas (también con incentivos fiscales).
El decrecimiento poblacional es una realidad europea. “Somos una nación moribunda”, anunció la ministra de salud de Italia en el 2015. Hay partidos y políticos conscientes de ello. Uno de ellos es Orbán. Pero eso le trae problemas con la Unión Europea que fomenta la misma solución que los socialistas europeos: fomentar la inmigración para contrarrestar la falta de población.
Gaceta
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