El cardenal Raymond L. Burke juzga las obras blasfemas enmascaradas como "expresiones artísticas".
El Cardenal Burke ha dicho: "Lo llaman 'arte' pero es una expresión de lo sin sentido de sus vidas sin Dios; ellos odian a Cristo porque él revela ese vacío. Es escandaloso que los obispos y los sacerdotes permanezcan en silencio frente a estos asquerosos ataques contra el Señor, es un signo de la grave crisis en la Iglesia. Los fieles deben realizar actos de reparación y hacer uso de todos los medios legales para evitar que estas obscenidades se multipliquen".
El cardenal Raymond L. Burke no calla sus palabras al juzgar las obras blasfemas enmascaradas como "expresiones artísticas".
El cardenal Raymond L. Burke no calla sus palabras al juzgar las obras blasfemas enmascaradas como "expresiones artísticas".
- Cardenal Burke, hay un crescendo de obras blasfemas con la presunción de ser "artísticas". ¿Que esta pasando?
- En primer lugar, es un fenómeno debido en parte al nihilismo en las artes, que ya no son una expresión de verdad, belleza y bondad, sino que se han convertido en una expresión del vacío de una vida sin Dios; son la expresión de la rebelión contra la ley que Dios ha puesto en nuestros corazones. Esta es la sociedad de hoy; pero también hay un aspecto que concierne a la Iglesia: ha entrado el panteísmo, el sincretismo con las religiones no cristianas e incluso con el secularismo. La figura de Jesús se ha relativizado, ya no es el único Salvador, sino que lo han reducido a ser un buen hombre, un símbolo de todos los méritos y defectos de un hombre. Para un cristiano, esto es lo más grave que podría suceder, Cristo convertido en cualquier cosa. Simplemente lea lo que está escrito en los documentos preparatorios del Sínodo del Amazonas.
- Se podría argumentar que si la divinidad de Jesús ya no es reconocida, no está claro por qué debería haber tanta ira contra Su persona, ¿por qué desfigurar Su rostro?
- Porque así es la vida sin Dios. No hay indiferencia hacia Jesús, sino una intención evidente de destruir a Aquel que es un signo de contradicción, que revela el vacío que existe en sus vidas. Ellos no pueden tolerar su luz.
- Con respecto a la luz, un tema típico de Navidad, parece una extraña coincidencia que estos ataques blasfemos ocurran justo cuando la Iglesia se está preparando para la Navidad. No es una coincidencia, es un acto diabólico. El diablo llega a la escena para destruir la alegría de la Navidad para robar la alegría de los cristianos.
- Una cosa que no puede dejar de notarse es el silencio de la Iglesia frente a estos ataques blasfemos. Los políticos tomaron medidas contra el manifiesto Macro, los laicos protestaron contra la película de Netflix con una gran colección de firmas, pero en ambos casos no ha habido una señal fuerte desde la parte superior, desde los pastores.
- Tienes razón. Este silencio de obispos y sacerdotes es un escándalo. No tengo dudas de que también hay buenos sacerdotes que defienden a su rebaño, pero desafortunadamente estos son casos aislados. También en la Iglesia ha prevalecido una visión politizada de la vida: se divide en campos opuestos, conservadores o progresistas, a favor o en contra del papa. Todo esto es absurdo. La Iglesia se guía por la verdad, no por la conveniencia política. En cambio, la tendencia es hacer lo que es políticamente correcto, por lo que sucede que incluso cuando el Señor es el blanco de los ataques, hay silencio. Es una clara indicación de que la situación en la Iglesia es muy grave.
- Pero ante estos ataques, ¿qué debe hacer un creyente? ¿Cuál debería ser el siguiente paso después de la evidente indignación y dolor?
- En primer lugar, los actos de reparación deben llevarse a cabo. Las intenciones de oración ofrecieron reparar estas terribles ofensas. También las penitencias deben ser servidas para este propósito. Pero luego debemos usar todos los dones dados por Dios que tenemos para evitar que estas obscenidades se propaguen: la escritura y cualquier otra acción legítima para prevenir la repetición y propagación de actos blasfemos. Deberíamos preguntar quiénes son los patrocinadores de ciertas exposiciones o eventos, qué teatros o salas los albergan; y hacer un balance.
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