Y enumera concretamente estos:
→ En Chile se han quemado iglesias y se han vandalizado templos
→ En Nicaragua el mismo gobierno ha impedido acceder a los servicios religiosos
→ En México, las feministas radicales han vandalizado templos e iglesias. Además, el de sacerdote es uno de los oficios de mayor riesgo en el país. Han asesinado 27 en 7 años.
→ En Argentina las llamadas “Mujeres Autoconvocadas” han atacado la catedral en La Plata y quemado imágenes del papa Francisco
→ En Colombia la izquierda radical ha tratado de arremeter contra los templos
El caso de Chile: hacia el terrorismo
Me voy al primero de los casos, por ser el primero y por la cercanía y el amor que tengo al país. El 18 de octubre estalló la ‘guerra’ en Chile -sí, digo bien, guerra- en el país más largo y angosto del mundo. En este más de mes y medio, ya hay decenas de iglesias profanadas e incendiadas bajo las pintadas de ‘Iglesia bastarda’.
Explica Vallejo que lo que ocurre hoy en Chile “parece la puesta en marcha de lo que alguna vez teorizaron Georg Lukács y los ‘intelectuales’ de la Escuela de Frankfurt, “que lo que querían era provocar «cambios sociales masivos»” para alcanzar la libertad y la felicidad eliminando los valores occidentales, atacando a la familia y la iglesia.
Así es que, con todo esto concluyo: estamos en el puente -a diferentes tiempos, niveles de implantación y en diferentes lugares del planeta- entre la ideología de ‘género’ y lo que voy a llamar ‘terrorismo de género’.
¡Ojalá la sociedad civil conservadora se movilice en Chile y luche, si llega a ser consciente, contra el ataque cultural!
Religión y sexo
“La religión es la causa principal de la opresión del ser humano” y, sobre todo, dicen las feministas radicales, “de la mujer”, y los cristianos somos para ellas “fundamentantalistas”, asegura Begoña García Zapata (Doctora en Filología Clásica por la Universidad Complutense de Madrid y Profesora de Lengua y Literatura en el Colegio Orvalle).
El teólogo Juan José Pérez Soba explica que para comprender la ética puritana se puede representar esta ecuación: Dios = moral = prohibición = represión sexual. “A pesar de la pobreza antropológica del fundamento de esta ideología (de ‘género’), ha sabido presentarse hábilmente mediante unos puntos de referencia que han alcanzado una gran aceptación en los foros internacionales y desde estos extenderse a toda la sociedad”, lamenta.
Juan Claudio Sanahuja denunciaba, por su parte, que la ideología de ‘género’ se ha convertido en la principal enemiga del orden natural y, por tanto, del cristianismo. “El plan de ingeniería social impuesto por las Naciones Unidas y otros organismos internacionales, que se desarrolla sin pausa -advertía el fallecido sacerdote- tiene como objetivo imponer esa ideología a cualquier precio en las legislaciones nacionales: el nuevo derecho fundado en el ‘género’ constituye una amenaza para toda nuestra civilización”.
Como vemos, la destrucción de los valores de occidente, de la Iglesia -como barrera de contención- y de la familia, según los postulados bien implantados a través de leyes orquestadas por los grupos lgbt-, pasa por deglutir poco a poco hasta la más extrema aberración, como, por ejemplo, la aceptación de la pedofilia, legitimada por feministas radicales como Firestone, Millet, etc.
Destaca el politólogo argentino Agustín Laje que la propia Simone de Beauvoir, cuatro meses antes del surgimiento del Frente de Liberación de los Pedófilos en Francia, firmaba un artículo pagado en el diario ‘Le Monde’ en favor de la libertad de tres pedófilos que estaban compareciendo ante la justicia por mantener relaciones sexuales con niños y producir pornografía infantil: “Tres años de prisión por unas caricias y unos besos, ¡ya basta!”.
De hecho, Laje explica que las teóricas feministas también reivindican el incesto y cita a Shulamith Firestone, quien recomienda que para que los niños no crezcan reprimidos sexualmente, sean los padres quienes los inicien en la vida sexual. De hecho, sostiene Laje, la feminista radical recomienda que la primera felación del niño sea practicada por su propia madre.
“En efecto, no hay forma más efectiva de destruir la cultura y la familia que haciendo de la pedofilia y del incesto conductas apropiadas”, dice el escritor.
La familia tradicional debe desaparecer, la monogamia es una atadura y los hijos no deben ser de los padres sino del Estado.
Y por supuesto, la religión es un impedimento para la consecución de todo esto y no seduce nada a nuestros jóvenes que se les hable de los valores de occidente, de una educación en valores.
¡Adiós iglesia y adiós religión! Del sexo, prefiero no hablar en público…
Aborto y Síndrome de Down
Me he vuelto a preguntar lo de siempre, una de las preguntas del millón: ¿Por qué los promuerte-proaborto admiten el genocidio por malformación fetal mientras se llenan la boca de solidaridad cuando hablan de las personas con Síndrome de Down?
¡Son muy incongruentes! ¿Por qué se permite en esta sociedad del siglo XXI ensalzar a algunos Síndrome de Down mientras se hace una aplicación eugenésica?
Estos son algunos titulares:
→ Alumnos con discapacidad intelectual entran en la UCM por la puerta grande
→ Renuevan un convenio sociolaboral que ayudará a personas con síndrome de Down
→ La niña con síndrome de Down que conquistó las pasarelas como modelo
→ Un niño con Síndrome de Down abraza a su compañero con autismo que lloraba
→ La joven con Síndrome de Down que arrasa con su empresa de bisutería
Actualmente, no nace el 90% de los niños con síndrome de Down que nacía hace unos años. Esto no lo digo yo, lo dice el recurso de inconstitucionalidad presentado por el PP a la ley que amplió el acceso al aborto, a la ley socialista conocida como ‘ley Aído’.
Jérôme Lejeune quería curar el síndrome de Down, en el sentido de atenuar la expresión de ese tercer cromosoma en el par 21. No lo consiguió. Es más, su descubrimiento sirve para que muchos seres humanos sean descartados a manos de la industria del aborto. ¿Fracasó?. Esto le pregunta el director de Actuall, Nicolás de Cárdenas, a José Javier Esparza.
“Lo cierto es que Lejeune fue mucho más que un científico que descubrió la causa genética del síndrome de Down. Lo mismo estuvo en la Casa Blanca que en el Kremlin, Buckinham Palace o en La Sorbona del Mayo del 68 (uno de los pocos profes que no cedió a la huelga). O con Balduino de Bélgica, asesorándole en su destacado gesto de conciencia pro vida. Y cómo no, su amistad con Juan Pablo II. Todo eso, más renunciar de facto al Nobel al mantenerse firme en sus convicciones”, nos cuenta De Cárdenas en su pieza informativa titulada:
Esparza: "Los Down tienen un cromosoma de más, el que les dota de afectividad extrema"
Hasta la definición de la trisomía 21 como una enfermedad de origen genético, socialmente estaba acompañada de trato de culpabilidad sobre los padres. ¡Que al niño se le escondía!
El único que nunca tuvo el Premio Nobel fue el primero que descubrió el origen genético de una enfermedad. Cosa que hasta entonces nadie había demostrado. Él sí.
Se quedó sin el Nobel. Se quedó sin el nobel sencillamente porque puso por delante su combate de los laureles. Y esto es así.
Yo creo que siempre tuvo la impresión no exactamente de que fracasó, pero sí de que el éxito se le escapó de las manos. El éxito en lo que él quería, no el éxito personal, que ése lo podía tener, es el primer catedrático de genética de la universidad francesa. Pero el éxito en lo que era su objetivo era curar, curar, curar.
El hecho brutal que marca su vida, de descubrir que el mundo quiere utilizar su hallazgo, no para curar si no para matar, para él es un absoluto revulsivo.
Todo lo que le va pasando en su vida va al compás de grandes acontecimientos de los que él además terminará siendo protagonista.
También es guerrero porque por su vida han pasado de una u otra manera nazismo, comunismo, la bomba nuclear, el mayo del 68 y ha sobrevivido cuando no ha sido protagonista de todo ello.
Se consiguieron muchas cosas, porque, en la estela del trabajo de Lejeune, tanto en vida de él como después, se han encontrado vías para atenuar la expresión del síndrome de Down, fundamentalmente para que sea más fácil cuidarlos y, por tanto, que ellos –los pacientes con trisomía- puedan tener una vida más plena. Todo eso es obra, sin ninguna duda, del camino de investigación que emprende Jérôme Lejeune.
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