Por el padre Javier Olivera Ravasi, SE
Venga entonces un resumen y a qué va esta película.
La finalidad, amén de mostrar parte de la vida y obra del actual pontífice, Francisco (Jonathan Price, de un parecido increíble), es la de denostar, por contraposición, la persona de Benedicto XVI (Anthony Hopkins).
El film comienza mostrando la victoria del cónclave que llevó a Ratzinger al pontificado frente a los votos del cardenal Martini y el cardenal Bergoglio, presentados como el ala progresista de la Iglesia (verosímil).
Venga entonces un resumen y a qué va esta película.
La finalidad, amén de mostrar parte de la vida y obra del actual pontífice, Francisco (Jonathan Price, de un parecido increíble), es la de denostar, por contraposición, la persona de Benedicto XVI (Anthony Hopkins).
El film comienza mostrando la victoria del cónclave que llevó a Ratzinger al pontificado frente a los votos del cardenal Martini y el cardenal Bergoglio, presentados como el ala progresista de la Iglesia (verosímil).
Ante esto, Bergoglio decide renunciar a su cardenalato y, para ello, se dirige al Vaticano donde encuentra a Benedicto XVI y, juntos, reflexionan acerca de la vigencia de la doctrina de la Iglesia.
Bergoglio hace entender a Benedicto XVI que la Iglesia debe cambiar, como él mismo ha cambiado a lo largo de su vida. “Cambiar no es ceder”, dice Bergoglio, mientras Benedicto XVI le dice: “Ceder es cambiar”.
Luego de narrar la vida del jesuita, de sus años de sacerdote, de su vocación, etc., Benedicto XVI le confiesa que hace tiempo que deseaba renunciar al pontificado pero que, lo que lo detenía era el temor a que él mismo, Bergoglio, fuese nombrado Papa, dada la elección de 2005.
Bergoglio narra también sus pesares, especialmente los que lo atormentaban por no haber sido comprendido en su accionar respecto de lo que fue el proceso militar en la Argentina, mientras era superior provincial de los jesuitas. Obviamente que, en toda esta narración se adhiere al mito de “dictadura mala vs curas tercermundistas y guerrilla buenos”, como así también al mítico número de los “30.000 desparecidos”.
Ambos se vuelven amigos y hasta Bergoglio termina confesando al Papa Benedicto XVI, quien, amén de decir que “ya no oye a Dios”, termina pidiendo perdón por los casos de abusos sexuales, puntualmente por el caso de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo (clarísima calumnia: todo el mundo sabe que fue justo Ratzinger quien, apenas subido al pontificado, se dedicó en persona desmontar la mentira de este psicópata).
Básicamente, la película es una enorme propaganda para el pontífice reinante y una desvergonzada acusación de “rigidez”, “poca apertura”, y “conservadurismo” de Ratzinger. En el medio de todo esto, los dos Papas hablan sobre los Beatles, el progreso y el tango.
En conclusión: por un lado, uno sale con la idea de que Benedicto XVI no sólo fue un encubridor de los casos de abusos sexuales en la Iglesia sino que era un hombre que no concordaba con estos tiempos de “primavera eclesial”; por otro, que Francisco no sólo fue la mejor opción en el último cónclave sino el candidato apoyado por el hoy, Papa emérito.
Es decir, como dicen los ingleses, story, no history. Y propaganda.
Que no te la cuenten…
Luego de narrar la vida del jesuita, de sus años de sacerdote, de su vocación, etc., Benedicto XVI le confiesa que hace tiempo que deseaba renunciar al pontificado pero que, lo que lo detenía era el temor a que él mismo, Bergoglio, fuese nombrado Papa, dada la elección de 2005.
Bergoglio narra también sus pesares, especialmente los que lo atormentaban por no haber sido comprendido en su accionar respecto de lo que fue el proceso militar en la Argentina, mientras era superior provincial de los jesuitas. Obviamente que, en toda esta narración se adhiere al mito de “dictadura mala vs curas tercermundistas y guerrilla buenos”, como así también al mítico número de los “30.000 desparecidos”.
Ambos se vuelven amigos y hasta Bergoglio termina confesando al Papa Benedicto XVI, quien, amén de decir que “ya no oye a Dios”, termina pidiendo perdón por los casos de abusos sexuales, puntualmente por el caso de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo (clarísima calumnia: todo el mundo sabe que fue justo Ratzinger quien, apenas subido al pontificado, se dedicó en persona desmontar la mentira de este psicópata).
Básicamente, la película es una enorme propaganda para el pontífice reinante y una desvergonzada acusación de “rigidez”, “poca apertura”, y “conservadurismo” de Ratzinger. En el medio de todo esto, los dos Papas hablan sobre los Beatles, el progreso y el tango.
En conclusión: por un lado, uno sale con la idea de que Benedicto XVI no sólo fue un encubridor de los casos de abusos sexuales en la Iglesia sino que era un hombre que no concordaba con estos tiempos de “primavera eclesial”; por otro, que Francisco no sólo fue la mejor opción en el último cónclave sino el candidato apoyado por el hoy, Papa emérito.
Es decir, como dicen los ingleses, story, no history. Y propaganda.
Que no te la cuenten…
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