martes, 27 de febrero de 2024

27 DE FEBRERO: SAN LEANDRO, ARZOBISPO DE SEVILLA


27 de febrero: San Leandro, Arzobispo de Sevilla

(✞ 603)


El gloriosísimo apóstol de los godos San Leandro, fue hijo de Severiano, hombre principal y de gran linaje en Cartagena. Tuvo por hermanos a San Fulgencio, Obispo de Écija, a San Isidoro, que le sucedió en la iglesia de Sevilla, y a Santa Florentina, abadesa y maestra de muchas santas vírgenes dedicadas al Señor.

Dando libelo de repudio al mundo, tomó el hábito de San Benito, y resplandeció tanto por su vida santa y doctrina, que por común consentimiento de todos fue elegido para la cátedra arzobispal de Sevilla.

Reinaba a la sazón Leovigildo, rey godo, hereje arriano y enemigo de los católicos, y como su único hijo Hermenegildo abrazó muy de corazón la verdadera Fe, hubo entre el padre y el hijo muchos y muy grandes disgustos y contiendas por causa de la Religión. El enfrentamiento llegó a tal punto que el reino se dividió en dos bandos, uno de católicos y otro de herejes. Cuando finalmente cayó el hijo y príncipe Hermenegildo en manos de su padre; éste lo encarceló. Y por no haber querido comulgar de mano de un obispo arriano, que el padre le había enviado a la cárcel el día de Pascua,  lo hizo matar.

Desterró luego de España a los Obispos Católicos principalmente a San Leandro y a San Fulgencio, su hermano, se apoderó de los bienes de las iglesias y dio muerte a muchos católicos.

Más cuando la tempestad estaba más brava y furiosa, comenzó el rey a reconocer su gran pecado, para lo cual le ayudaron algunos milagros que obró el Señor en el sepulcro de su hijo mártir, y padeciendo una enfermedad de la cual falleció, encomendó a Recadero, su otro hijo, que tuviese en lugar de padre a San Leandro y a San Fulgencio.

Así, pues, Recadero después de la muerte de su padre, por consejo de San Leandro, convocó un concilio nacional, que fue el tercero Toledano, en el cual se halló San Leandro, y aún presidió en él (como dice San Isidoro su hermano).

Este famoso concilio se celebró con grande paz y conformidad, y el rey se mostró piadosísimo y celosísimo de la Fe Católica, la cual abrazaron universalmente todos los godos, y San Leandro hizo una docta y elegante oración, alabando a nuestro Señor por las mercedes que había hecho aquel día toda la nación y reino de España, y a toda la Iglesia Católica.

Finalmente, volviendo San Leandro a su iglesia de Sevilla, y gobernándola como santísimo prelado, pasando de esta vida mortal a la edad de ochenta años, para recibir de la mano del Señor la corona por sus grandes merecimientos.



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