lunes, 12 de febrero de 2024

12 DE FEBRERO: SANTA EULALIA, VIRGEN Y MÁRTIR


Santa Eulalia, virgen y mártir

(✝ 304)

Al tiempo que el gobernador Daciano entró en Barcelona para hacer carnicería de los cristianos, vivía retirada en una heredad de sus nobles padres una santa doncella que contaba con trece años de edad, llamada Eulalia, virgen hermosísima, y abrasada del amor de Jesucristo, a quien ya había sido consagrada su pureza virginal.

Al tener conocimiento de la crueldad de Daciano, sentía en su corazón dos emociones contrarias: tristeza y alegría; tristeza porque temía que algunos cristianos débiles desmayasen en la fe por temor a tan terribles tormentos; alegría, porque deseaba morir por Cristo y juzgaba que había llegado el momento en que Dios le quería hacer tan gran galardón.

Y con ese temor y deseo del martirio, movida por el Señor, salió secretamente de la casa de sus padres y se fue al tribunal del juez para reprenderle por la tiranía y crueldad que usaba con los cristianos.

Daciano se asombró al ver aquella niña, y oír sus reproches. No le contestó con palabras suaves, como merecía la hermosa y tierna Eulalia, sino con grandes y horribles amenazas.

- ¿Quién eres tú -le dijo- que así te atreves a menospreciar las leyes de los emperadores?

Respondió la valerosa niña:

- Yo soy Eulalia, sierva de Jesucristo, Hijo de Dios, al cual se debe toda reverencia y adoración, y no a los ídolos vanos. 

Rugió de coraje el gobernador, y ansiaba ver decapitada de un solo golpe a la que así le hablaba, pero no le parecía bien tomar venganza en aquella criatura, y ordenó, que le ataran las manos y fuese conducida a la cárcel, para ver si podían rendirla allí con un cruel castigo de azotes.

Desnudaron, pues, el cuerpo virginal de aquella blanca paloma de Jesucristo, y con bárbara crueldad descargaron sobre ella repetidos y fieros golpes hasta dejarla toda bañada en sangre.

Pero Eulalia ni se quejó ni dio un solo gemido, permanecía con el semblante apacible y sereno.

Tendieron luego aquel santo cuerpecito en el potro y lo atormentaron con uñas de hierro, con antorchas ardientes, con aceite hirviente, con plomo derretido y con cal viva.

La pusieron después en una cruz, y aún en ese ignominioso suplicio prevaleció la santa virgen dejando confusos a los verdugos y al tirano.

Finalmente, después de haber sido paseada por la ciudad para espantar con su imagen a los cristianos, fue degollada en el campo, donde los cristianos la hallaron por la noche cubierta de nieve, y la sepultaron honoríficamente.


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