Por Josefina López Mac Kenzie
Imagen superior: Plano de planta de Esteco II (Nuestra Señora de Talavera de Madrid), anónimo y sin fecha. Indica la asignación de solares en el trazado de esta ciudad. ARCHIVO GENERAL DE INDIAS (SEVILLA)
“Voy ahora pisando tu memoria enterrada, Esteco; recorriendo tu olvido polvoso, tu savia seca, ardiente todavía”, escribió en los años cincuenta Manuel J. Castilla, el máximo poeta del noroeste argentino. Hablaba de Nuestra Señora de Talavera, más conocida como Esteco, una de las primeras ciudades coloniales de lo que más tarde sería Argentina, y la más curiosa. Fundada en 1566 en la espesura del chaco salteño, en la antigua Gobernación del Tucumán, logró un desarrollo agroganadero extraordinario. Fue un gran nexo con el Alto Perú, al que surtía con materias primas y elaboradas. Y sus habitantes ayudaron a fundar Córdoba, Salta y La Rioja. Pero en 1692 un terremoto la borró del mapa y la dejó atrapada en uno de los grandes mitos locales.
Ese relato dice que Dios castigó a Esteco por su opulencia, lujuria y vanidad y la redujo a polvo. En cambio, salvó a la ciudad de Salta (140 kilómetros al norte) por su fe: los salteños sacaron en andas a un Cristo y una Virgen tallados en madera, oro y piedras preciosas que habían llegado de España un siglo antes tras una odisea por mar y tierra, y el terremoto cesó. La Procesión del Milagro perdura entre las principales del calendario católico de Latinoamérica.
En el siglo XX, varias expediciones rastrearon la legendaria Esteco. Según documentos, en 1609, tras 43 años, había migrado 100 kilómetros al noroeste para fusionarse con otro pueblo y formar Nuestra Señora de Talavera de Madrid. Un antropólogo de La Plata, Alfredo Tomasini, ya fallecido, logró documentar ambos sitios a partir de 1999. La llamada Esteco I, en el paraje El Vencido, estaba cubierta de vegetación. Y Esteco II, en el municipio Río Piedras, quedó expuesta cuando una empresa movía el suelo para plantar cítricos. Fue deslumbrante. En esta, la que arrasó el terremoto, identificaron sectores urbanos, vestigios del cabildo y conventos, y el único fuerte colonial de adobe [barro] de Latinoamérica. El paraíso perdido al que temían los fieles y soñaban poetas y buscadores de oro era ahora una joya para la ciencia y una escuela de campo para arqueólogos.
Pero no se supo mucho más hasta que apareció una fuente clave. Investigando en el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, el genealogista Gastón Doucet descubrió el Interrogatorio para Las Indias Occidentales de 1604 y los informes remitidos por el teniente de gobernador, vecinos, moradores y residentes de Nuestra Señora de Talavera en 1608. Esta suerte de censo tiene 355 preguntas y respuestas transcritas en un documento de 140 páginas. Son testimonios de primera mano, casi una foto de esa efímera ciudad. Devela estructuras familiares, oficios y preocupaciones concretas (el clima, los caminos, la subsistencia). Tres antropólogas hicieron una laboriosa transcripción paleográfica (está escrito en la letra procesal encadenada del siglo XVI, la de los notarios) y el Fondo Editorial de Salta la convirtió en libro.
Fragmento del Interrogatorio para Las Indias Occidentales de 1604 y los informes remitidos por el teniente de gobernador, vecinos, moradores y residentes de Nuestra Señora de Talavera en 1608. ARCHIVO Y BIBLIOTECA NACIONALES DE BOLIVIA (ABNB)
Memoria escrita
“La riqueza del documento es enorme. Desde el mayor de los respetos tratamos de abordar estas voces, que nos permiten acercarnos a esta sociedad y desmitificar varias cuestiones”, dice Julia Simioli, una de las autoras (con María Maschoff y Ana Porter), discípula de Tomasini. Por ejemplo, la idea de ciudad española. En verdad, hijos y nietos de españoles confluyeron allí con montañeses [mestizos] y portugueses, que eran el 30% de la población. Entraron por Buenos Aires, fueron comerciantes y algunos tuvieron esclavos. Baltazar Martínes, por caso, declara que trajo “negros del Reino de Angola”, con un aparente permiso para traficarlos. Domingo Lorenço dice que compró en el puerto una pareja de esclavos porque no tiene “indios que le sirvan”.
El sistema de encomiendas [mano de obra indígena gratuita] sostenía la ciudad. Los vecinos declaran sus indios como bienes, junto a sus armas, vacas, yeguas, ovejas y cultivos (trigo, maíz, vides y algodón, que se usaba para las mechas de las velas). López, hijo de un sevillano y una chilena, tiene 30 indios y les provee vestimenta, salud y doctrina (un cura que iba a sus aldeas). Días Moreno, hijo de mexicano y santiagueña, declara 20. Xuares, de Lisboa, 40. Isabel, criolla, un mulato, siete negros y 60 indios. Otra mujer dice 30; agrega que es hija, hermana y viuda de conquistadores que pasaron penurias comiendo “hierbas silvestres y carne de caballo”. Aparecen caciques de una veintena de etnias –hasta una de caníbales–, en vínculos algo más complejos que una dicotomía blanco-indio. Y se percibe la fuerte relación de Esteco con Santiago del Estero, la “Madre de ciudades” y capital de la Gobernación.
Cuenco de mayólica de manufactura sevillana denominada 'Sevilla blue on blue' hallada en Esteco I. MUSEO DE ANTROPOLOGÍA DE SALTA
España sondeaba sus dominios con estos interrogatorios. Este se implementó en las nueve ciudades de Tucumán, pero nunca volvió: el original está en Sucre con otros dos, y seis desaparecieron. “Cuatro siglos después, esto viene a echarnos luz sobre aspectos que, del otro lado del mar, nunca pudieron conocer”, reflexiona el antropólogo Leonardo Mercado, director del Museo de Antropología de Salta. Con aportes de Simioli –ambos son expertos en este sitio, que excavaron como estudiantes y profesionales–, montó una exposición de 60 piezas recogidas allí en 20 años de campañas arqueológicas. La colección tiene fragmentos locales e importados por los conquistadores. Hay vidrio, tejas, porcelana china, cerámica de Talavera de la Reina, cerámica indígena y trompes [arpas de boca]. Nunca se habían exhibido.
Como el censo, esta colección ayuda a reconstruir la historia social de Esteco para ganarle al mito. No fue tan hispana. Ni tan opulenta (no apareció oro). Ni su ocaso tan abrupto. Se estima que, para fin del siglo XVII, por pestes y cambios en los caminos, ya estaba liquidada. Antes del terremoto que la etiquetó como una Sodoma o Gomorra argentina, más que una urbe pecadora para castigar, era apenas un fuerte donde pocos soldados resistían a las tribus más bravas del monte chaqueño (El Pais).
HISTORIA DE ESTECO
El prestigioso historiógrafo en temas religiosos, Sacerdote Cayetano Bruno S.D.B. , publicó en 1987 “Historia sobre la destrucción de Esteco”, cuenta que coincidentemente -13 de setiembre de 1692- “el terremoto que sacudió todo el antiguo Tucumán, redujo a polvo esta ciudad y trajo a la de Salta la celebración del "Milagro", con procesión del Santo Cristo Crucificado (donado por el Obispo Fray Francisco de la Victoria, asistente al acto fundacional de la ciudad de Salta por Hernando de Lerma aquel 16 de abril de 1592) y de la Inmaculada Virgen”.
En este trabajo de Cayetano Bruno continúa diciendo que “la ciudad de Nuestra Señora de Talavera de Madrid de Esteco (o directamente Esteco) ha pasado a nuestra historia con destello de leyenda”.
Para fundamentar su obra, Bruno recurrió, entre otras fuentes, al: Archivo Secreto Vaticano, Archivo General de Indias, Archivo de la Biblioteca Nacional, Archivo de la Curia Eclesiástica de Salta y a la bibliografía de Enrique de Gandía, Pedro Lozano, Arsenio Seage S.D.B., Monseñor Julián Toscano, José Torre Revello y Monseñor Miguel Ángel Vergara.
Sobre “Salta saltará; Esteco perecerá. (San Miguel de Tucumán florecerá)” se trata de una profecía de San Francisco Solano al observar la vida corrompida que ostentaban los pobladores, vaticinio que en muy poco lapso pasó a convertirse en una copla popular; mientras que el encabezamiento se trata de un poema difundido en Salta en el siglo XVIII y que fuera rescatado por Juan Alfonso Carrizo y divulgado en su obra "El Cancionero Popular de Salta", de la Universidad Nacional de Tucumán.
No son poco los historiadores que asemejan el vaticinio del santo Francisco Solano con aquel episodio bíblico que se registra en el Antiguo Testamento (especialmente Gén. 18 y 19), vinculado Sodoma y Gomorra, nombre de dos antiguas ciudades cercanas al mar Muerto.
Las penurias de Esteco
Esteco es una voz cacana (lengua que hablaban los diaguitas) es interpretada por algunos filólogos como: "es-is=expresión de lo que pasa"; "te-ti=grandeza, reunión"; "kot-kot=renovación de la vida, abundancia".
Con respecto a la existencia de Esteco, pueblo de indígenas, se caracterizó en su tiempo por tener una historia dorada, con muchos tesoros, pero con una subsistencia insuficientemente memorable. Juan Alfonso Carrizo quien recorrió la zona a comienzos del siglo XX ubica a Esteco en el actual paraje conocido como El Vencido, a unos 32 kilómetros al sur de El Quebrachal (departamento de Anta, cuya capital es Joaquín V. González) y a 12 kilómetros de las márgenes del río Juramento.
Esteco, poblado con fatalismo histórico, en razón que la ciudad en diversas oportunidades debió cambiar lugar de asentamiento; soportó con heroico sufrimiento el permanentemente ataque de los indios mocovíes que quemaban las viviendas, saqueaban y robaban cuanto podían: muebles, platería, dinero, ganado y alimentos; a ello debe agregarse periodos de hambre que debían pasar los vecinos por la sequía y la escasez de agua para riego; en 1635 la comunidad de los misioneros jesuitas se obligó a interrumpir sus florecientes misiones hasta llegar a disolver el Colegio de Esteco a causa de las continuas enfermedades contagiosas, y de haber perdido sus bienes, y por falta de indios que sirvieran.
La opulenta Esteco
La primera ciudad de Esteco se prolongó hasta 1610, fecha en que pasó con Madrid de las Juntas a una nueva localización sobre el camino de carretas, entre San Miguel y Salta, a 33 kilómetros de la primera y a 13 de la segunda. La nueva Esteco pasó a llamarse Nuestra Señora de Talavera de Madrid aunque esta fusión popularmente se la conocía como Esteco.
En 1611, el gobernador Alonso de Rivera le cuenta a Felipe III que este asiento cuenta con cuarenta casas, una iglesia de buen diseño y de la construcción de dos conventos. Uno para los franciscanos y el otro para los de La Merced.
En oportunidad de la visita del Obispo de Buenos Aires, don Antonio de Azcona Imberto informa a la Corona que “la ciudad de Esteco es la más opulenta de aquella provincia del Tucumán, porque su distrito es el más fértil de toda ella, y en él tenían sus vecinos gruesas estancias de ganado que conducían a los minerales de Perú”.
Tal es la importancia de Esteco que apelando a la "Historia de Metán y de la Frontera Salteña", del catedrático e historiador Eduardo R. Poma, cuenta que la primera colación de grado doctoral tuvo lugar en Esteco.
Los graduados pertenecían al Nuevo Colegio Máximo fundado en Córdoba con la contribución económica del Obispo Fernando de Trejo y Sanabria, en 1613, perteneciente a la Compañía de Jesús, quien aspiraba que este establecimiento brindara los estudios de latín, filosofía y teología.
Este Colegio fue elevado a la categoría de Universidad, en 1621, por Gregorio XV, y autorizado por Cédula Real de Felipe II. Esta casa creada por Fernando de Trejo y Sanabria está considerada como el germen de la Universidad de Córdoba (considerada el primer centro universitario argentino, que desde 1854 es la Universidad Nacional de Córdoba).
Por su parte Juan Alfonso Carrizo, en su Cancionero Popular de Salta, cuenta que era tan grande la vanidad de los estequeños que si alguna persona se le caía el pañuelo de seda traído de Castilla no se incomodaba en levantarlo y si al hornear el pan se le quemaba alguno, tiraba toda la horneada para que coman los chanchos.
Con el culto a la riqueza se olvidaron de Dios; los templos estaban vacíos y se predestinaba adversidades. Dentro de la leyenda que cubre a la Esteco de la opulencia se dice que un día llegó a una casa un peregrino en procura de un plato de comida. Como respuesta recibió insultos por parte de los ricos comensales. El famélico hombre comenzó a expresar a todo cuello: "¡Se pierde Esteco! ¡Se pierde Esteco! Salta saltará, ¡Esteco se hundirá! (Portal de Salta)
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