domingo, 8 de febrero de 2009

COMPARTIENDO EL EVANGELIO: CURACIONES DE JESÚS


Reflexión de Mons. Rubén Oscar Frassia

Domingo 8 de febrero de 2009
5º domingo durante el año
Evangelio según San Marcos 1, 29-39 (Ciclo B)



Para recordar: El miércoles 11 de febrero celebramos a Nuestra Señora de Lourdes, patrona de los enfermos. Iremos a rezar a su Santuario, en la calle Guido Spano 1062 de Lanús oeste, para celebrar y festejar con todos los peregrinos y fieles.

Evangelio: varias curaciones de Jesús

Estamos ante el comienzo del ministerio público de Cristo. Él viene a darnos su doctrina, su enseñanza y comunicarnos su amor. Nos enseña qué significa anunciar o predicar su doctrina: fundamentalmente es instalar su Reino, es hacerlo presente.
¿Y cómo se hace presente al Reino de Dios? En su Palabra, que nos purifica, nos sana y nos cura de nuestros pecados, de nuestros males, de nuestras afecciones. Y él se constituye, con su presencia, como consuelo, como bálsamo, como sanador en todo el buen sentido de la palabra.
Hoy en día, frente a tantas desgracias, tanta inseguridad, tantos miedos, tantos problemas, todos buscamos alguien que sea distinto, que nos hable de Dios. ¡Es así! La Iglesia tiene ese poder que se le ha confiado, para sanar, para curar, para bendecir, para extirpar en su nombre. Uno es un administrador, no es un propietario.
En la Iglesia nosotros somos administradores y por eso siempre el discípulo va a ser maestro, pero seguirá siendo un buen maestro en la medida que siga siendo discípulo. Porque si no vive en Dios, ¿qué cosas va a comunicar?
Sabemos por experiencia que hay cosas que se dicen “en nombre de Dios” y no son dichas por Dios mismo. Hay un abuso, una especie de atribución desmedida, apropiación injusta. Una cosa es la voz de Dios y otra cosa es la voz del hombre.
Muchas veces el hombre puede decir “Palabra de Dios” pero no necesariamente son dichas las Palabras de Dios. El Señor ya lo advierte en el Evangelio: “no todo aquél que dice Señor, Señor, ese hace la voluntad de mi Padre”, porque una cosa es decir y otra cosa es hacer.
Uno tiene que tratar de buscar, de pedir, síntesis en la vida, unión de vida. Unión de fe y unión de obra. Las dos cosas son distintas y van parejas, pero no siempre están unidas. Y es muy importante el discernimiento para poder decir y para poder hacer la voluntad de Dios.
Otro aspecto que remarca el Evangelio de San Marcos es que Jesús viene para todos. Estaba con tanta gente que lo escuchaba, porque había curado a muchos enfermos que sufrían de diversos males, había expulsado demonios y a éstos no los dejaba hablar porque los demonios creen en Cristo y saben muy bien quien era el Señor y Él quería preservar el secreto mesiánico porque no era el momento del gran anuncio del Señor, el Mesías. Y se va a predicar a otras ciudades.
Uno está en un lugar pero siempre debe tener una dimensión católica, una dimensión universal. Uno no puede reducirse y agotarse en un solo aspecto, una sola realidad. Uno es para todos. El sacerdote es para todos y ustedes tienen que ayudar a los sacerdotes que sean para todos porque esa es su vocación primera y esencial. La universalidad, la misión, es para todos.
Jesús respondió “vayamos a otra parte, a predicar a poblaciones vecinas, porque para eso he salido, para eso he venido.”
¿Ven? La misión está en tu casa,
la misión en tu vida personal,
la misión está en tu trabajo,
la misión está en la parroquia,
la misión está en el barrio.
La misión está en la sociedad, en la profesión.
La misión está en lo político, en tantas realidades que cada uno pueda tocar e imaginar, pero en todas ellas ¡uno tiene que estar como sal y como luz; y nunca tornarse insípida, sin gusto y nunca tiene que opacar la luz que tiene que brillar en cada uno de nosotros!
Lo universal no es abstracto. Lo universal es también concreto, por lo tanto uno puede decir “quiero amar a todos”, pero para amar a todos tengo que amar, en concreto, a los que me rodean y con quienes convivo.
No usemos a Dios, no pongamos excusas porque a veces no es suficiente nombrarlo, sino es importante nombrarlo cumpliendo y haciendo su voluntad.
Que Dios nos bendiga a todos y nos dé el discernimiento para que podamos vivir como El nos enseña: fe y vida; vida llena y colmada por la fe.
Queridos hermanos, les dejo m i bendición en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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