Los cristianos del mundo entero, unos comenzando el otoño, otros comenzando la primavera, iniciamos el tiempo de Cuaresma. Cinco semanas preparando Pascua…
Homilía 1-03-09
Por Mons. Miguel Esteban Hesayne
Correremos el riesgo de entrar en este tiempo cuaresmal como simple fecha calendario tal cual se ha entrado en el Carnaval anual… Costumbre antiquísima con más o menos o ninguna repercusión en la vida personal…
Este riesgo lo corren aún muchas personas piadosas integrantes de nuestras comunidades cristianas. Incluso entre quienes asisten a las ceremonias cuaresmales desde la imposición de la Ceniza -la observancia de ayunos y abstinencia-hasta las ceremonias de Semana Santa…
En la situación mundial y más concretamente nacional que estamos padeciendo corremos un doble riesgo de no vivir el tiempo cuaresmal como corresponde. Las prácticas cuaresmales no son un tranquilizante de una religión espiritualista. Desde el rito de la imposición de la Ceniza, es un llamado a convertirnos a Jesús y su Evangelio. Es un llamado a despertar, entre todos los miembros de la Iglesia, la pasión por seguir a Jesús, con autenticidad heroica. Sí, heroica. La mediocridad es abominable (Ap.3,16).
Ya no necesitamos gastarnos en denunciar la catástrofe social que padecemos. El mal social a todo nivel ha subido como las aguas de una inundación amenazantes hasta las mismas puertas de preciosas mansiones de ricos y famosos…
Hoy la miseria argentina en la Argentina riquísima, desgarra corazones con inconscientemente injustos reclamos a Dios. El grito “dónde está Dios” ante situaciones límites, es un desafío a pastores y fieles de la Iglesia de Jesucristo. Como lo manifestó Juan Pablo II al comenzar el siglo XXI “los hombres de nuestro tiempo… piden a los creyentes de hoy no tanto hablar de Cristo, sino en cierto modo hacérselo ver”
Ante hechos, desde cholulos a aberrantes de sectores de la sociedad argentina que pretende construir una Nación al margen de Jesús y su Evangelio, los cristianos creyentes han de volverse a Jesús con heroica fidelidad a poner en práctica las máximas evangélicas en su vida personal-familiar-social-política. Han de pasar de ser simples bautizados a ardorosos discípulos del único Maestro porque es Dios, quien enseña por boca del Judío Nazareno, Jesús. Los pastores y el laicado en general con coraje y seriedad han de encarar todos los cambios pastorales tal cual pide el episcopado en Aparecida para que el Evangelio sea hoy lo que fue intención de sus autores: un intento de abrir posibilidades de un encuentro personal de cada persona con Jesucristo salvador.
Si en esta Cuaresma, católicos argentinos aceptan fielmente el llamado de Jesús a optar por sus enseñanzas y no quedar satisfechos simplemente por asistir los domingos a misa, las cosas irán mejorando… Las parroquias dejarán de ser simple “lugar” de rezos… la Misa se irá transformando en lo que debe ser: fuente y cumbre de vida cristiana…, fuerza de lo Alto para encarar una vida humana conforme al plan de Dios… Aparecerán comunidades testigos de que Dios está ahí… Está ahí donde dos o tres se reúnan para orar con el Evangelio y procesarlo con los conflictos de la existencia.
La crisis económica-social-política-familiar requiere grupos de creyentes en Jesús y su Evangelio, análogos a las que surgieron en los orígenes cristianos. Comunidades contagiadas por la pasión de Jesús por Dios -su Padre y por la gente- sus hermanas y hermanos. El hambre, el abismo entre ricos y pobres, la crisis argentina, un país con mayoría bautizados en la Iglesia Católica, tiene su raíz profunda en la falta de fe en Jesús muerto y resucitado. La Argentina necesita de Comunidades de Fe en Jesucristo. Necesita de Comunidades empapadas en el Evangelio que, codo a codo, con gente honesta se pongan a reconstruir el tejido social resquebrajado por la injusticia social y la corrupción. Así la Iglesia ofrece lo mejor: su Fe en Jesús, el Señor.
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Correremos el riesgo de entrar en este tiempo cuaresmal como simple fecha calendario tal cual se ha entrado en el Carnaval anual… Costumbre antiquísima con más o menos o ninguna repercusión en la vida personal…
Este riesgo lo corren aún muchas personas piadosas integrantes de nuestras comunidades cristianas. Incluso entre quienes asisten a las ceremonias cuaresmales desde la imposición de la Ceniza -la observancia de ayunos y abstinencia-hasta las ceremonias de Semana Santa…
En la situación mundial y más concretamente nacional que estamos padeciendo corremos un doble riesgo de no vivir el tiempo cuaresmal como corresponde. Las prácticas cuaresmales no son un tranquilizante de una religión espiritualista. Desde el rito de la imposición de la Ceniza, es un llamado a convertirnos a Jesús y su Evangelio. Es un llamado a despertar, entre todos los miembros de la Iglesia, la pasión por seguir a Jesús, con autenticidad heroica. Sí, heroica. La mediocridad es abominable (Ap.3,16).
Ya no necesitamos gastarnos en denunciar la catástrofe social que padecemos. El mal social a todo nivel ha subido como las aguas de una inundación amenazantes hasta las mismas puertas de preciosas mansiones de ricos y famosos…
Hoy la miseria argentina en la Argentina riquísima, desgarra corazones con inconscientemente injustos reclamos a Dios. El grito “dónde está Dios” ante situaciones límites, es un desafío a pastores y fieles de la Iglesia de Jesucristo. Como lo manifestó Juan Pablo II al comenzar el siglo XXI “los hombres de nuestro tiempo… piden a los creyentes de hoy no tanto hablar de Cristo, sino en cierto modo hacérselo ver”
Ante hechos, desde cholulos a aberrantes de sectores de la sociedad argentina que pretende construir una Nación al margen de Jesús y su Evangelio, los cristianos creyentes han de volverse a Jesús con heroica fidelidad a poner en práctica las máximas evangélicas en su vida personal-familiar-social-política. Han de pasar de ser simples bautizados a ardorosos discípulos del único Maestro porque es Dios, quien enseña por boca del Judío Nazareno, Jesús. Los pastores y el laicado en general con coraje y seriedad han de encarar todos los cambios pastorales tal cual pide el episcopado en Aparecida para que el Evangelio sea hoy lo que fue intención de sus autores: un intento de abrir posibilidades de un encuentro personal de cada persona con Jesucristo salvador.
Si en esta Cuaresma, católicos argentinos aceptan fielmente el llamado de Jesús a optar por sus enseñanzas y no quedar satisfechos simplemente por asistir los domingos a misa, las cosas irán mejorando… Las parroquias dejarán de ser simple “lugar” de rezos… la Misa se irá transformando en lo que debe ser: fuente y cumbre de vida cristiana…, fuerza de lo Alto para encarar una vida humana conforme al plan de Dios… Aparecerán comunidades testigos de que Dios está ahí… Está ahí donde dos o tres se reúnan para orar con el Evangelio y procesarlo con los conflictos de la existencia.
La crisis económica-social-política-familiar requiere grupos de creyentes en Jesús y su Evangelio, análogos a las que surgieron en los orígenes cristianos. Comunidades contagiadas por la pasión de Jesús por Dios -su Padre y por la gente- sus hermanas y hermanos. El hambre, el abismo entre ricos y pobres, la crisis argentina, un país con mayoría bautizados en la Iglesia Católica, tiene su raíz profunda en la falta de fe en Jesús muerto y resucitado. La Argentina necesita de Comunidades de Fe en Jesucristo. Necesita de Comunidades empapadas en el Evangelio que, codo a codo, con gente honesta se pongan a reconstruir el tejido social resquebrajado por la injusticia social y la corrupción. Así la Iglesia ofrece lo mejor: su Fe en Jesús, el Señor.
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