domingo, 25 de agosto de 2019

¿POR QUÉ EL PAPA FRANCISCO NO VISITA ARGENTINA?

Dicen los católicos comprometidos: si los izquierdistas incondicionales regresan al poder, “él volverá al país”.

Por George Neumayr
The Spectator


El sábado pasado llegué a una fría Buenos Aires. Seguramente fue casualidad, pero mi llegada coincidió con el derrumbe del peso. El dólar avanzó un largo camino en Argentina. Por U$ 40, los americanos pueden conseguir un hotel cuatro estrellas; por U$ 4, comer un exquisito bife. Los signos de los problemas económicos en Argentina abundan, desde los barrios marginales en las afueras de Buenos Aires hasta los vagabundos que duermen en sucios colchones en el centro de la ciudad. A los argentinos les encantan los dólares, y ofrecen buenas ofertas para comprarlos en efectivo.

Parece que los peronistas están al borde la victoria. Así como Brasil votó por la derecha, Argentina vuelve a la izquierda, como una suerte de adicción a sus tradiciones socialistas.

El propósito principal de mi visita a Buenos Aires fue averiguar sobre quien no es precisamente uno de sus hijos favoritos, Jorge Bergoglio, que todavía no visitó Argentina desde que fue se convirtió en el papa Francisco. Durante mis primeros días en el país, pregunté a cada católico con el que me encontré que me explicara esta anomalía. Y conseguí respuestas brutales.

“Todos sabemos que es un hijo de puta”, me dijo un ex-fiscal. “Estamos avergonzados de él. Representa nuestras peores cualidades”.

Su amigo agregó que los católicos consideran que Francisco “es una farsa, un papa imaginario”, y añadió, “que es un hombre inculto y mal educado”.

El ex fiscal me expresó su desprecio por Francisco: “No sabe nada, ni moral, ni teología, ni historia. Nada. Solo le interesa el poder”.

Me doy cuenta que la descripción del papa Francisco como un ideólogo enloquecido por el poder está muy extendida. Hablé extensamente con Antonio Caponnetto, autor argentino de varios libros sobre el papa Francisco. “En el seminario, sus compañeros de clase lo llamaban Maquiavelo”, señaló.

Caponnetto da dos razones por las cuales el Papa ha evitado regresar a su país de origen: primera, porque al menos la mitad del país lo odia, y segunda, porque a Francisco no le gusta el régimen supuestamente “conservador” y pro capitalista de Macri. Esta última razón es absurda: Macri no es conservador y los conservadores argentinos son los primeros en decirlo.

El miércoles por la mañana visité a Santiago Estrada, ex embajador de Argentina ante la Santa Sede. Ha estado cerca de Bergoglio durante décadas, y sabe que Bergoglio “odia a los hombres de negocios”. No le gusta Macri, dijo, no porque Macri sea un pilar del conservadurismo sino porque Macri simplemente no es tan anti-empresarial “como el papa”. Estrada era reacio a criticar a su amigo, pero reconoció que la promoción que el papa ha realizado de obispos con antecedentes de abusos sexuales es “inexplicable”.

Los predecesores del papa visitaron su países de origen. Incluso el tímido papa Benedicto XVI desafió a sus críticos alemanes y viajó a su patria.

¿Sería realmente posible que el papa Francisco pudiera boicotear a Argentina por el resto de su mandato?

Probablemente no. Por un lado, dicen los católicos comprometidos, si los izquierdistas incondicionales regresan al poder, “él volverá al país”. Estrada cree que “definitivamente regresará el próximo año” si Macri pierde, pero que llamará a su viaje una “visita pastoral”.

“Francisco ha estado trabajando detrás de escena” para ayudar al oponente de Macri, me dijo un agente político argentino. “Quiere que Macri pierda”.

Los conservadores temen la posibilidad de una victoria peronista. Uno, que tiene un blog político, me dijo: “Dejaré el país. Ya no será seguro para nosotros”.

Lo comprobé el martes cuando pasé frente a la oficina de uno de los partidos de izquierda de Argentina. Tan pronto como saqué mi cámara para tomar algunas fotos, un par de matones aspirantes a peronistas salieron corriendo de la oficina para interrogarme. “¿Qué estás haciendo?”, me preguntaron. Los ignoré, mientras que otro miembro de mi grupo trató de apaciguarlos con una pieza de falsa adulación hábilmente compuesta.

Un católico conservador que me llamó la atención me dijo que el peronismo de los francisquistas es tan fuerte que algunos acólitos del papa están hablando de canonizar a Evita.


The Wanderer


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