Buena parte de la vacunas que se distribuyen en el mundo contra las principales enfermedades proceden de investigaciones que comienzan con un aborto provocado. Sin embargo, existen alternativas éticas que no implican la muerte de un ser humano.
Por Nicolás de Cárdenas
Quizá usted no sepa que cuando pone a sus niños de 12 meses o de 4 años la triple viral (sarampión, paperas y rubeóla) está al final de una cadena que comienza con un aborto provocado. Y que importantes laboratorios como Merck o Glaxo Smith Kline elaboran vacunas procedentes de fetos abortados.
Las vacunas, pensadas para luchar contra las enfermedades, pueden tener un origen de muerte. Porque desde hace décadas, las farmacéuticas y la industria del aborto se han dedicado a comerciar con material biológico proveniente de abortos provocados para la obtención de vacunas y realizar otro tipo de desarrollos biotecnológicos.
De este material biológico se obtienen células diploides (llamadas así porque poseen la dotación completa de material genético) para poder realizar los cultivos en líneas estables que son capaces de dividirse sin cambiar de morfología ni de función, lo que las hace muy aptas para la investigación.
La obtención de estas líneas celulares es muy compleja y costosa, por lo que es habitual que la mayoría de los laboratorios las compren. Tan es así, que una buena parte de las vacunas elaboradas con células diploides humanas, provienen de dos líneas celulares concretas conocidas como WI-38 y MRC-5, aunque no son las únicas. Ambas provienen de abortos provocados.
Utilizan células humanas porque los monos se acaban
Todo empezó en los años 60. Las primeras líneas celulares WI, fueron elaboradas en el Wistar Institute de la Universidad de Pennsylvania (Philadelphia, EE.UU.). Dichas líneas celulares provenían de diferentes tejidos fetales que se picaban con bisturíes o tijeras hasta obtener fragmentos de 1 a 4 milímetros. Estos tejidos fetales provenían de abortos provocados, la mayoría de ellos en el tercer mes de gestación.
En concreto, la línea celular WI-38, creada en julio de 1962, se obtuvo de tejido fetal femenino. Según revela el especialista, doctor José Luis Redondo Calderón en un estudio publicado en Cuadernos de Bioética titulado ‘Vacunas, biotecnología y su relación con el aborto provocado’, se eligió específicamente el feto que fue utilizado para la WI-38.
¿Por qué escoger ese y no otro? Por selección eugenésica:
“Se conocía a los dos padres, los cuales estaban casados y se encontraban bien. El aborto se llevó a cabo porque pensaban que tenían demasiados hijos. No había enfermedades familiares en el historial de ninguno de ellos ni historia de cáncer en las familias materna ni paterna”, narra Redondo.
Uno de los responsables de la línea celular WI-38, Hayflick, señaló en una publicación de 1963 en la American Review of Respiratory Disease, que prefería las células diploides humanas frente a las procedentes de monos, porque el continuo sacrificio de monos provocaba “riesgo de que se agote el suministro”.
Parece ser que el material fetal estaba asegurado pese a que el aborto no estaba aún legalizado en los EE.UU. en 1973. De hecho, el suministro llegaba desde Suecia.
La otra línea celular básica es la MRC-5, proveniente del Medical Reseach Council de Londres (Reino Unido), que entre 1971 y 1976 utilizó fetos provenientes de 3.429 abortos provocados y sólo 16 de espontáneos. Las células para la MRC-5 se obtuvieron en 1966 de los pulmones de un varón abortado de forma provocada a las 14 semanas de vida prenatal.
Su madre, tenía 27 años en ese momento y un historial genético familia normal, sin indicios de enfermedades que provocaran la aparición de tumores debido a una división excesiva de las células (neoplasia).
Muchas otras líneas celulares utilizadas en la fabricación de vacunas tienen orígenes parecidos:
MRC-9: Obtenida en 1974 de un feto femenino de 15 semanas de gestación con un normal desarrollo. Fue abortado porque su madre no estaba casada. Tenía 14 años. Se extrajeron los pulmones.
IMR-90: Desarollada por el Institute for Medical Research (New Jersey, EE UU), procedente de muestras de tejido pulmonar procedentes del aborto provocado de un feto que medía 7 centímetros. Su madre tenía 38 años.
R-17: Estas células proceden de un feto femenino de 18 semanas y 20 centímetros de longitud, cuya madre, de 19 años y sin anomalías físicas ni mentales, fue sometida a un aborto provocado.
C6: Esta línea celular parte de tejido de retina de un feto sano de 18 semanas, cuyo desarrollo embrionario era normal. El aborto provocado, realizado en los Países Bajos, se realizó bajo la simple excusa de que el padre de la criatura era desconocido. La madre dio a luz al menos a dos hijos con posterioridad en el mismo hospital en el que abortó a éste. Esta línea PER.C6 es una marca registrada por la empresa holandesa biotecnológica Crucell, subsidiaria de la multinacional Johnson & Johnson.
Estos abortos tuvieron que ser programados y coordinados con las empresas farmacéuticas dado que, para preservar la ‘utilidad’ de estos tejidos para desarrollar líneas celulares es imprescindible que se trate de materia prima muy reciente porque, como señala Redondo, «los tejidos se valoran según su frescura».
La paradoja de la vacuna contra la rubeola
La rubeola es una enfermedad vírica contagiosa, que se manifiesta de forma leve en los niños, pero que tiene consecuencias graves para el ser humano que se desarrolla durante el embarazo.
“Cuando el virus de la rubeola infecta a una mujer embarazada en las primeras etapas del embarazo, la probabilidad de que la mujer transmita el virus al feto es del 90 %. Esto puede provocar aborto espontáneo, nacimiento muerto o defectos congénitos graves”, según explica la Organización Mundial de la Salud.
Se da la paradoja de que justo en los años 60, cuando se empezaron a desarrollar las principales líneas celulares, hubo en los Estados Unidos una epidemia que provocó 20.000 casos de rubeola congénita, que derivaron en miles de abortos espontáneos o quirúrgicos, muertes neonatales, casos de sordera y ceguera así como de retraso mental.
La urgencia por parar esta plaga vírica que ataca de forma tan directa y cruel al feto sirvió de detonante para la carrera que permitiera la vacunación masiva contra la enfermedad.
Y dicha carrera ha sido tan acelerada y descarnada que, precisamente tratando de preservar el embrión de uno de sus peores enemigos víricos, ha provocado la muerte de otros seres humanos en desarrollo intrauterino y el desarrollo de una simbiosis sangrienta entre las farmacéuticas y la industria del aborto que llega hasta nuestros días.
Evidentemente, las líneas celulares provenientes de tejidos de seres humanos a los que se les ha matado de forma intencionada en un aborto para la creación de vacunas, no sólo han sido usadas contra la rubeola.
Al menos existe una veintena de vacunas contra diferentes enfermedades que provienen de líneas celulares derivadas de abortos provocados: varicela, hepatitis, sarampión, paperas, poliomielitis, artritis reumatoidea, sepsis, herpes, viruela…
Pero también están en desarrollo, con los mismo orígenes, vacunas contra el ébola, la gripe aviar o el virus de inmunodeficiencia humana (VIH).
Si esto es así ¿qué podemos hacer?
Esto evidentemente pone en un dilema moral a quienes tiene la obligación de proteger de peligrosas enfermedades a sus hijos con el uso de vacunas, pero entienden que ninguna vida humana puede ser eliminada para luego usar sus partes como materia prima en el desarrollo de vacunas, por buenas o necesarias que estas sean.
Más aún cuando la mayoría de los antígenos (esto es sustancias que desencadena la formación de anticuerpos) para estas enfermedades figuran como obligatorios en los calendarios de vacunación infantil.
Con todo, tal vez lo más trágico es que no es necesario provocar abortos para obtener las vacunas, dado que el virus también puede cultivarse para ese fin en células no provenientes de abortos, sino en células de origen animal.
Así, al menos existen alternativas éticas a estas vacunas contra la mayoría de las enfermedades enumeradas cuyas líneas celulares provienen del mono, la levadura, el pollo, el conejo o el hámster.
Alternativa a la triple vírica
Una de las vacunas más conocidas y que todos los ninos españoles reciben de forma universal es la famosa triple vírica, que se aplica a los 12 meses y a los cuatro años para prevenir precisamente la rubeola, el sarampión y las paperas.
Esta triple vírica se puede encontrar, por ejemplo, bajo el nombre comercial de ‘MMR’, de los laboratorios Merck o ‘Priorix’, producida por GlaxoSmithKline (GSK), proveniente de las líneas celulares obtenidas de abortos provocados WI-38, MRC-5 y RA-273. Nótese que el código RA-273 significa Rubella Abortus, 27º especímen, 3ª muestra.
Pues bien, existe una opción ética ante la triple vírica combinada, aunque de momento está sólo disponible en Japón. Tiene el nombre comercial de MR+M, ha sido desarrollada por Kitasato Daiichi Sankyoy sus líneas celulares provienen de gallinas y conejos.
Además, se pueden logar alternativas a cada una de las vacunas por separado: a la del sarampión, con ‘Attenuvax’, de los laboratorios Merck; a la de las paperas, con ‘Mumpsvax’, de la misma firma; y a la de la rubeola, con la vacuna ‘Takahashi’ desarrollada por el Instituto Kitasato de Tokyo, disponible por ahora sólo en Japón.
Para que los usuarios de las vacunas pudieran tomar una decisión libre e informada al respecto, sería necesario que fuera obligatorio ofrecer información sobre el origen de las líneas celulares a los pacientes antes de la aplicación de las vacunas.
Ese es el empeño de la organización Children of God for Life que mantiene actualizada una lista de vacunas provenientes de abortos provocados y sus alternativas éticas, cuando existen.
Actuall
Quizá usted no sepa que cuando pone a sus niños de 12 meses o de 4 años la triple viral (sarampión, paperas y rubeóla) está al final de una cadena que comienza con un aborto provocado. Y que importantes laboratorios como Merck o Glaxo Smith Kline elaboran vacunas procedentes de fetos abortados.
Las vacunas, pensadas para luchar contra las enfermedades, pueden tener un origen de muerte. Porque desde hace décadas, las farmacéuticas y la industria del aborto se han dedicado a comerciar con material biológico proveniente de abortos provocados para la obtención de vacunas y realizar otro tipo de desarrollos biotecnológicos.
De este material biológico se obtienen células diploides (llamadas así porque poseen la dotación completa de material genético) para poder realizar los cultivos en líneas estables que son capaces de dividirse sin cambiar de morfología ni de función, lo que las hace muy aptas para la investigación.
La obtención de estas líneas celulares es muy compleja y costosa, por lo que es habitual que la mayoría de los laboratorios las compren. Tan es así, que una buena parte de las vacunas elaboradas con células diploides humanas, provienen de dos líneas celulares concretas conocidas como WI-38 y MRC-5, aunque no son las únicas. Ambas provienen de abortos provocados.
Utilizan células humanas porque los monos se acaban
Todo empezó en los años 60. Las primeras líneas celulares WI, fueron elaboradas en el Wistar Institute de la Universidad de Pennsylvania (Philadelphia, EE.UU.). Dichas líneas celulares provenían de diferentes tejidos fetales que se picaban con bisturíes o tijeras hasta obtener fragmentos de 1 a 4 milímetros. Estos tejidos fetales provenían de abortos provocados, la mayoría de ellos en el tercer mes de gestación.
En concreto, la línea celular WI-38, creada en julio de 1962, se obtuvo de tejido fetal femenino. Según revela el especialista, doctor José Luis Redondo Calderón en un estudio publicado en Cuadernos de Bioética titulado ‘Vacunas, biotecnología y su relación con el aborto provocado’, se eligió específicamente el feto que fue utilizado para la WI-38.
¿Por qué escoger ese y no otro? Por selección eugenésica:
“Se conocía a los dos padres, los cuales estaban casados y se encontraban bien. El aborto se llevó a cabo porque pensaban que tenían demasiados hijos. No había enfermedades familiares en el historial de ninguno de ellos ni historia de cáncer en las familias materna ni paterna”, narra Redondo.
Uno de los responsables de la línea celular WI-38, Hayflick, señaló en una publicación de 1963 en la American Review of Respiratory Disease, que prefería las células diploides humanas frente a las procedentes de monos, porque el continuo sacrificio de monos provocaba “riesgo de que se agote el suministro”.
Parece ser que el material fetal estaba asegurado pese a que el aborto no estaba aún legalizado en los EE.UU. en 1973. De hecho, el suministro llegaba desde Suecia.
La otra línea celular básica es la MRC-5, proveniente del Medical Reseach Council de Londres (Reino Unido), que entre 1971 y 1976 utilizó fetos provenientes de 3.429 abortos provocados y sólo 16 de espontáneos. Las células para la MRC-5 se obtuvieron en 1966 de los pulmones de un varón abortado de forma provocada a las 14 semanas de vida prenatal.
Su madre, tenía 27 años en ese momento y un historial genético familia normal, sin indicios de enfermedades que provocaran la aparición de tumores debido a una división excesiva de las células (neoplasia).
Muchas otras líneas celulares utilizadas en la fabricación de vacunas tienen orígenes parecidos:
MRC-9: Obtenida en 1974 de un feto femenino de 15 semanas de gestación con un normal desarrollo. Fue abortado porque su madre no estaba casada. Tenía 14 años. Se extrajeron los pulmones.
IMR-90: Desarollada por el Institute for Medical Research (New Jersey, EE UU), procedente de muestras de tejido pulmonar procedentes del aborto provocado de un feto que medía 7 centímetros. Su madre tenía 38 años.
R-17: Estas células proceden de un feto femenino de 18 semanas y 20 centímetros de longitud, cuya madre, de 19 años y sin anomalías físicas ni mentales, fue sometida a un aborto provocado.
C6: Esta línea celular parte de tejido de retina de un feto sano de 18 semanas, cuyo desarrollo embrionario era normal. El aborto provocado, realizado en los Países Bajos, se realizó bajo la simple excusa de que el padre de la criatura era desconocido. La madre dio a luz al menos a dos hijos con posterioridad en el mismo hospital en el que abortó a éste. Esta línea PER.C6 es una marca registrada por la empresa holandesa biotecnológica Crucell, subsidiaria de la multinacional Johnson & Johnson.
Estos abortos tuvieron que ser programados y coordinados con las empresas farmacéuticas dado que, para preservar la ‘utilidad’ de estos tejidos para desarrollar líneas celulares es imprescindible que se trate de materia prima muy reciente porque, como señala Redondo, «los tejidos se valoran según su frescura».
Imagen intrauterina de un ser humano en desarrollo / Wikimedia |
La rubeola es una enfermedad vírica contagiosa, que se manifiesta de forma leve en los niños, pero que tiene consecuencias graves para el ser humano que se desarrolla durante el embarazo.
“Cuando el virus de la rubeola infecta a una mujer embarazada en las primeras etapas del embarazo, la probabilidad de que la mujer transmita el virus al feto es del 90 %. Esto puede provocar aborto espontáneo, nacimiento muerto o defectos congénitos graves”, según explica la Organización Mundial de la Salud.
Se da la paradoja de que justo en los años 60, cuando se empezaron a desarrollar las principales líneas celulares, hubo en los Estados Unidos una epidemia que provocó 20.000 casos de rubeola congénita, que derivaron en miles de abortos espontáneos o quirúrgicos, muertes neonatales, casos de sordera y ceguera así como de retraso mental.
La urgencia por parar esta plaga vírica que ataca de forma tan directa y cruel al feto sirvió de detonante para la carrera que permitiera la vacunación masiva contra la enfermedad.
Y dicha carrera ha sido tan acelerada y descarnada que, precisamente tratando de preservar el embrión de uno de sus peores enemigos víricos, ha provocado la muerte de otros seres humanos en desarrollo intrauterino y el desarrollo de una simbiosis sangrienta entre las farmacéuticas y la industria del aborto que llega hasta nuestros días.
Evidentemente, las líneas celulares provenientes de tejidos de seres humanos a los que se les ha matado de forma intencionada en un aborto para la creación de vacunas, no sólo han sido usadas contra la rubeola.
Al menos existe una veintena de vacunas contra diferentes enfermedades que provienen de líneas celulares derivadas de abortos provocados: varicela, hepatitis, sarampión, paperas, poliomielitis, artritis reumatoidea, sepsis, herpes, viruela…
Pero también están en desarrollo, con los mismo orígenes, vacunas contra el ébola, la gripe aviar o el virus de inmunodeficiencia humana (VIH).
Si esto es así ¿qué podemos hacer?
Esto evidentemente pone en un dilema moral a quienes tiene la obligación de proteger de peligrosas enfermedades a sus hijos con el uso de vacunas, pero entienden que ninguna vida humana puede ser eliminada para luego usar sus partes como materia prima en el desarrollo de vacunas, por buenas o necesarias que estas sean.
Más aún cuando la mayoría de los antígenos (esto es sustancias que desencadena la formación de anticuerpos) para estas enfermedades figuran como obligatorios en los calendarios de vacunación infantil.
Con todo, tal vez lo más trágico es que no es necesario provocar abortos para obtener las vacunas, dado que el virus también puede cultivarse para ese fin en células no provenientes de abortos, sino en células de origen animal.
Así, al menos existen alternativas éticas a estas vacunas contra la mayoría de las enfermedades enumeradas cuyas líneas celulares provienen del mono, la levadura, el pollo, el conejo o el hámster.
Vacuna MMR de los laboratorios Merck, triple vírica, contra el sarampión, las paperas y la rubeola, elaborada con células humanas de abortos provocados / Vaccine-info.com |
Alternativa a la triple vírica
Una de las vacunas más conocidas y que todos los ninos españoles reciben de forma universal es la famosa triple vírica, que se aplica a los 12 meses y a los cuatro años para prevenir precisamente la rubeola, el sarampión y las paperas.
Esta triple vírica se puede encontrar, por ejemplo, bajo el nombre comercial de ‘MMR’, de los laboratorios Merck o ‘Priorix’, producida por GlaxoSmithKline (GSK), proveniente de las líneas celulares obtenidas de abortos provocados WI-38, MRC-5 y RA-273. Nótese que el código RA-273 significa Rubella Abortus, 27º especímen, 3ª muestra.
Pues bien, existe una opción ética ante la triple vírica combinada, aunque de momento está sólo disponible en Japón. Tiene el nombre comercial de MR+M, ha sido desarrollada por Kitasato Daiichi Sankyoy sus líneas celulares provienen de gallinas y conejos.
Además, se pueden logar alternativas a cada una de las vacunas por separado: a la del sarampión, con ‘Attenuvax’, de los laboratorios Merck; a la de las paperas, con ‘Mumpsvax’, de la misma firma; y a la de la rubeola, con la vacuna ‘Takahashi’ desarrollada por el Instituto Kitasato de Tokyo, disponible por ahora sólo en Japón.
Para que los usuarios de las vacunas pudieran tomar una decisión libre e informada al respecto, sería necesario que fuera obligatorio ofrecer información sobre el origen de las líneas celulares a los pacientes antes de la aplicación de las vacunas.
Ese es el empeño de la organización Children of God for Life que mantiene actualizada una lista de vacunas provenientes de abortos provocados y sus alternativas éticas, cuando existen.
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