19 de Agosto: San Luis, Obispo y confesor
(✝ 1297)
El clarísimo príncipe, humilde fraile menor y admirable Obispo San Luis, nació en Brignola, lugar de la Provenza, cerca de Marsella, y fue hijo de Carlos de Provenza, y de María, hija del rey de Hungría.
Estaba muy encendida la guerra entre el rey de Aragón don Pedro y Carlos, rey de las dos Sicilias, fue preso éste en una batalla muy sangrienta, que tuvieron por mar, y llevado a Barcelona y echas las paces con ciertas condiciones, para cumplimiento de ellas, al salir de la prisión, dejó como rehenes a sus tres hijos, Luis que era el mayor, Roberto y Raimundo. Siete años estuvieron presos en Barcelona estos tres hermanos.
Aprovechando San Luis aquella soledad, se ocupó en el estudio de las buenas letras y en la oración.
Tuvo excelentes maestros de la Orden de San Francisco y Santo Domingo y alcanzó tan rara sabiduría, que no parecía aprendida por los libros, sino divina, y dada por el cielo. Era hermoso sobremanera, honestísimo y enemigo de toda liviandad.
Estando aún preso, mandó llamar a todos los presos de la ciudad de Barcelona para lavarles los pies y servirles la comida, y viniendo entre ellos uno de gran estatura y con los pies cubiertos de lepra, San Luis le lavó con más diligencia y devoción que a los otros.
Al día siguiente, que era Viernes Santo, buscándole con gran diligencia, no pudo hallar a aquel leproso, y se tuvo por cierto que Cristo nuestros Redentor, en aquella figura, había querido favorecer al Santo.
Alcanzada ya la libertad, daba de comer en su casa a veinticinco pobres y él mismo en persona los servía.
En ese tiempo hizo voto de tomar el hábito de San Francisco, más habiendo ido a Roma con su mismo padre, allí se ordenó como subdiácono y en Nápoles como diácono y sacerdote, y fue presionado a aceptar el Obispado de Tolosa por mandato del Papa Bonifacio VIII, el cual vencido por los ruegos del santo, le permitió que primero vistiese el hábito de San Francisco e hiciese luego su profesión, como lo hizo con gran consuelo para su alma.
Lo recibieron después en Tolosa como a un ángel del cielo; y el santo Obispo procuró ser y parecer fraile menor en todo, edificando con su humildad y predicando con apostólico celo no solo en Tolosa, sino también en muchos otros lugares de Francia, de Cataluña y de Italia.
Finalmente andando con vivos deseos de dejar la carga pastoral, determinó para ello ir a Roma, más llegando a Brignola y estando en la misma casa donde su tío San Luis, rey de Francia había nacido, enfermó gravemente; y entendiendo que Dios le quería para sí, y recibidos con gran devoción los Sacramentos, abrazado a una cruz dio su bendito espíritu a Dios y Señor, a la edad de veintitrés años y seis meses.
Reflexión:
¿Quién leerá las virtudes de este admirable joven que no se maraville y alabe al Señor, que le puso en tan breves años como ejemplo para jóvenes, para príncipes, para obispos, para hombres apostólicos y para santos religiosos? ¡Oh! ¡Cuánto más esclarecida es su memoria, por haber marcado su huella en el reino! ¡Los mismos reyes y emperadores se postran hoy ante sus reliquias e invocan su favor, y su misma madre tuvo la gran honra de venerar a su santo hijo puesto ya en los altares!
Oración:
Te rogamos, oh Dios omnipotente, que la venerable solemnidad de tu bienaventurado confesor y Pontífice San Luis, acreciente en nosotros la gracia de la devoción y la salud de nuestras almas. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.
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