7 de Agosto: San Cayetano, Fundador
(✞ 1547)
Resplandeció en él, desde temprana edad, un señalado amor por la pureza, por la caridad y por la piedad con Dios y su Madre Santísima; e hizo tales progresos en las ciencias y virtudes, que se ganó mucha estimación con los príncipes y prelados y con el Papa Julio II, el cual le honró con la dignidad
de pronotario apostólico.
Pero mayor fue la honra que recibió de la soberana Reina de los Cielos, la cual, en recompensa por la devoción que el santo le tenía se le apareció llena de claridad y hermosura, y le regaló poniéndole su divino Hijo en los brazos.
de pronotario apostólico.
Pero mayor fue la honra que recibió de la soberana Reina de los Cielos, la cual, en recompensa por la devoción que el santo le tenía se le apareció llena de claridad y hermosura, y le regaló poniéndole su divino Hijo en los brazos.
Había entrado el santo en la Cofradía del Divino Amor que estaba instituida en Roma, y pasando a Vivencia, la estableció en aquella ciudad, y prendió después el fuego de su amor divino en Venecia, Verona y otras ciudades, en las cuales le llamaban con razón serafín el el altar y apóstol del púlpito.
Volviendo a Roma determinó fundar una Orden de Clérigos Regulares, que con sus letras, y su modestia y santa vida, honrasen mucho a la Iglesia de Dios y la proveyese de santos prelados, y confundiesen a los herejes.
Favorecieron los intentos del santo varias personas muy distinguidas, que andaban en los mismos deseos, especialmente Pedro Carafa, y el Papa Clemente VII, el cual aprobó la nueva Orden, que se llamó de los Teatinos por haber sido su primer superior don Juan Pedro Carafa, que a la sazón era Obispo de Teati, y después fue Sumo Pontífice con el nombre de Paulo IV.
El santo se vio muy maltratado y preso con sus Religiosos durante un saqueo de Roma, más nunca fueron tantas las penas que les hicieron sufrir los soldados herejes, como las que deseaba padecer por amor a Jesucristo; el cual una vez se le apareció y le convidó a poner sus labios en la llaga del costado para que gustase de la inefable suavidad de su amor divino.
Dice la Sagrada Rota que los resplandores de las virtudes con que fue adornado San Cayetano, como de una preciosa vestidura, le acompañaron desde la cuna hasta el sepulcro.
Ocasionáronle su última enfermedad los alborotos suscitados en Nápoles (en 1547) por las resistencias que hicieron los enemigos de Dios y de la Iglesia para estorbar que se estableciese allí el santo tribunal de la Inquisición y como el médico le ordenase que moderara sus penitencias y se acostase en una cama blanda, dijo el santo:
- Si mi Jesús murió en el duro leño de la cruz, dejadme morir siquiera en un lecho de paja.
Finalmente, recibidos los santos Sacramentos, tuvo un éxtasis maravilloso en que se le apareció la serenísima Virgen acompañada de ángeles que llevaron aquella alma santísima a la patria celestial.
Reflexión:
Vean otra vez aquí los sectarios del liberalismo quienes han sido los amigos y quienes los enemigos del santo tribunal de la Inquisición, porque han estado muy bien con él y lo han alabado mucho todos los santos que desde que se fundó, han florecido en la Iglesia; y lo han aborrecido, calumniado y procurado derrocar, todos los herejes, impíos y libertinos. Te ruego, amado lector, que repares en esto para abrir los ojos y ver claramente esta verdad, ya que los malos porfían aún en desfigurarla y encubrirla.
Oración:
Oh Dios, que diste al Bienaventurado Cayetano, tu confesor, la gracia de imitar la vida de los Apóstoles; concédenos, por su intercesión y ejemplo, la gracia de poner en Ti toda nuestra confianza, y desear solamente las cosas celestiales. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.
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