Monseñor Héctor Aguer, Arzobispo Emérito de La Plata, ha indicado que a "causa de la situación que estamos viviendo, pareciera que para las autoridades recibir los sacramentos no es una actividad esencial, pero para nosotros sí es una actividad esencial"
"A causa de la situación que estamos viviendo, la pandemia y la cuarentena, en algunos lugares se ha indicado que hay que recibir la comunión en la mano, eso en los lugares donde los templos están abiertos, donde se puede comulgar, porque pareciera que para las autoridades, recibir los sacramentos no es una actividad esencial, pero para nosotros sí es una actividad esencial.
Parece que esta cautela de recibir la comunión en la mano es razonable para evitar cualquier posibilidad de contagio pero es bueno recordar que la disciplina actual de la Iglesia concede a los fieles la libertad de comulgar de pie o de rodillas, en la mano o en la boca. Y pienso esto para la post cuarentena.
Esas posibilidades tienen que ver con la libertad cristiana y sin pronunciarnos a favor de una o de otra, que cada uno elige. Lo importante es esto: la comunión supone también el acto de fe y de adoración a Cristo antes de recibirlo. San Agustín decía que "no se come este pan sin antes adorarlo". Por eso, comulgue uno de pie o de rodillas, en la mano o en la boca, lo importante es que no solo es la fe interior sino el gesto exterior también importa porque los sacramentos suponen esa visibilidad y el uso del cuerpo.
Por ejemplo: ¿Cómo se comulga de rodillas? Habría que poner -he visto que en algunos lugares se hace- un reclinatorio de modo que quienes deseen comulgar de esa manera puedan formar una fila que se dirija allí porque arrodillarse en el piso no es tan fácil. Por otra parte la comunión en la boca: hay que tener cuidado de que quien la recibe la coma inmediatamente, con mayor razón si la recibe en la mano: Me ha pasado que alguna vez tuve que detener alguna persona que se llevaba la hostia y en realidad debemos tener en cuenta que quien reciba la comunión la ingiera delante del ministro que se la ofrece.
Aquí hay que tener cuidado con las partículas porque al recibirla en la mano no le habrá quedado alguna partícula allí y qué hace con eso. Hoy veo que no se suele usar la bandeja que corresponde usar para recoger esas partículas porque no son miguitas de pan cualquiera sino que es la presencia real de Cristo. ¿Creemos que el Señor está verdadera, real y sustancialmente en la hostia consagrada? Porque entonces sabemos que lo está en cada una de las partículas. Por eso quien comulga en la mano debe fijarse si no le ha quedado allí alguna partícula.
Otra cosa es que no corresponde que se imponga una manera determinada. He visto que a veces a los chicos de la Primera Comunión se les manda que tienen que recibir la comunión en la mano para que estén todos iguales. También todos iguales podían estar comulgando todos de rodillas, pero no hay que educar a los niños en la liberad cristiana mostrando que, efectivamente, la Iglesia permite estas posibilidades para que uno expresa de la mejor manera, de acuerdo a sus convicciones y de acuerdo a su espiritualidad, ese gesto de recibir al Señor.
Lo importante es que se lo reciba con fe y con espíritu de adoración y que haya un gesto de adoración. Eso puede hacerlo quien comulga de pie y mientras el anterior en la fila está recibiendo la Eucaristía él puede hacer un gesto o una inclinación de cabeza. Basta con eso pero el gesto exterior es importante también.
Eso es lo que la Iglesia nos ofrece hoy día para que crezcamos en el amor a Cristo, para que crezcamos en el reconocimiento de la presencia de Cristo. Por eso digo que hay que tener cuidado porque, a veces, la comunión se hace de una manera precipitada y no se toma en cuenta que se está haciendo algo fundamental. No quiero juzgar a nadie pero, después de tantos años de repartir la eucaristía, uno ve gente que viene con cierta ligereza. Yo no juzgo en interior pero esa ligereza no corresponde porque el gesto exterior importa también e importa para los demás.
Pensemos en estas cosas porque son fundamentales para el ejercicio de nuestra vida cristiana", finalizó Monseñor Aguer.
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