domingo, 30 de junio de 2019

UN EXORCISTA CHILENO ADVIERTE A LOS CATÓLICOS SOBRE LOS RIESGOS DE LOS MANDALAS


En occidente existe una cuidada propaganda que colabora a difundir el Budismo e Hinduismo, atribuyendo a la práctica de crear y colorear Mandalas –propia de estas religiones– beneficios en el ámbito psíquico, físico y espiritual.

Sin datos empíricos para evaluar el estudio validado por alguna publicación científica reconocida, la propaganda de esos pretendidos beneficios ha logrado no sólo que los impresos de Mandalas para colorear sean un producto de alta demanda –con la feliz complacencia de quienes lucran con el negocio–, sino que sean incorporados en las actividades escolares cotidianas de niñas y niños. Incluso en colegios católicos.

¿Afecta en algo la fe de un católico la práctica cotidiana de crear y colorear Mandalas? Como primera respuesta cabe citar lo que observó el año 2005 en la revista People on the Move el connotado teólogo monseñor Agostino Marchetto. Comentando el libro Les pèlerinages dans le monde, dice que la práctica del Mandala facilita una “dimensión de la iniciación interna”, un modo de “interesar al cuerpo en el camino del espíritu”. Vale decir que sería un medio de iniciación mística en el budismo, hinduismo y otros credos que en nada guardan relación con la verdad revelada en los Evangelios ni con la fe católica.

Sobre esta misma pregunta el sacerdote y exorcista chileno Luis Escobar comentó a Portaluz que es “una paradoja el que personas bautizadas, catequizadas, habiendo recibido incluso la primera comunión, que se identifican como católicas, incorporen a sus prácticas espirituales cotidianas las de otras creencias, como los mandalas, adhiriendo así no solo a un sincretismo espiritual, sino dando la espalda al primer mandamiento de la ley de Dios”.

Parece estar en lo correcto el exorcista Escobar, pues incluso en algunas páginas web católicas, es posible encontrar textos cuyo relativismo induce a ese error sincretista. Los autores, en su exposición sobre los mandalas, llegan al extremo de pretender equiparar su simbolismo, su forma circular y carácter espiritual, con figuras circulares del arte religioso católico u objetos devocionales de la fe (sic).

En complemento a las reflexiones dadas por el exorcista Escobar y monseñor Agostino Marchetto, citamos el testimonio de Thubten Ngodup, un fiel monje budista, abad del monasterio de Nechung, en Dharamsala (India) y “oráculo personal” del Dalai Lama, quien en las páginas 108 y 109 de su libro Nechung, el oráculo del Dalai Lama, expone sobre los Mandalas lo siguiente:
"Un mandala es una representación de un palacio de una ‘divinidad’ con su entorno, es decir, de una forma del Buddha o, más exactamente, de una faceta del espíritu despierto (…) Los mandalas son indisociables de las meditaciones transmitidas durante largas ceremonias en las que el discípulo es investido del poder de practicar tal o cual meditación correspondiente a tal o cual manifestación del espíritu despierto. Diseñar un mandala no es sólo una cuestión de competencia artística, hay que llevar también una práctica espiritual que sea la más justa posible”




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