Monseñor Héctor Aguer, Arzobispo Emérito de La Plata, señaló que para que “la Iglesia pueda cumplir con esto que el papa Francisco quiere que es una Iglesia en salida, plenamente misionera” es necesario “rezar mucho por las vocaciones sacerdotales, por la formación que se da en los Seminarios y que esta sea óptima, y por los sacerdotes”
Texto completo de la alocución de Mons. Héctor Aguer:
Uno de los principales problemas que debe afrontar la Iglesia en la Argentina es la escasez de sacerdotes. Eso ocurre en muchas diócesis del país y hasta podríamos decir que los sacerdotes están distribuidos irregularmente, en el país, de acuerdo a la diócesis a la que pertenecen.
No es un problema nuevo pero sí que se ha agravado en los últimos años. Seminarios que eran florecientes hoy día están casi diezmados, algún seminario que ha cerrado también, las vocaciones no surgen y se ve claramente eso. En algunas diócesis muy notables hay pocos sacerdotes, no hay vocaciones y de allí se han nombrado varios obispos en estos últimos años. Y esta es la cuestión clave digo porque una Iglesia en salida, una Iglesia misionera, necesita sacerdotes. Los laicos, indudablemente, están llamados hoy a una participación muy estrecha en la misión de la Iglesia pero necesitan ser formados por los sacerdotes y los sacerdotes necesitan ser bien formados en los Seminarios.
La institución del Seminario es una institución viejísima que se ha ido renovando con el tiempo y ha sido maravillosamente renovada por el Concilio Vaticano II. Hay un decreto titulado “La deseada renovación de toda la Iglesia” en el cual se dan líneas de la formación sacerdotal que son aplicables hoy y después ha habido varias instrucciones, hay una muy reciente también, que siguiendo la línea del Concilio ha aplicado a la situación actual de cómo debe formarse un sacerdote.
Lo que observo críticamente es que en algunos ambientes se da una oposición, que no está en el Concilio ni mucho menos, entre la preparación intelectual o sea el estudio, la oración, el quedarse en el seminario, el silencio, y la salida prematura a trabajar pastoralmente. Por supuesto que durante el Seminario se instruye en Teología Pastoral en una serie de disciplinas que son eminentemente prácticas y que los seminaristas, por ejemplo, al comenzar la Teología comienzan a ayudar en las parroquias o a ir a hospitales, a cárceles, etc., o sea a ejercer guiados por sacerdotes que comprenden bien el tema.
Ahora bien, eso de sospechar de la formación intelectual, del tiempo dedicado al estudio y al silencio, a estar en el Seminario, a mí me parece que es totalmente equivocado. Por ejemplo se envía a los alumnos del último año de Teología a vivir en las parroquias o a los alumnos del 2° o 3° año de Filosofía a vivir en las parroquias. ¿Finalmente quién es el formador de los seminaristas? ¿Los formadores del Seminario o el clero? Eso confunde mucho porque quita mucho tiempo de estudio y proyecta una imagen equivocada de lo que es la pastoral.
Santo Tomás de Aquino tiene una expresión preciosa, que ha sido repetida muchas veces, para definir lo que se llama la “vida activa” que es la vida propia de un presbítero diocesano. Decía: “Contemplar y transmitir a los demás lo contemplado”. Eso vale para toda la vida del sacerdote que tiene que rezar y estudiar mucho pero vale principalmente para el tiempo del Seminario que es un tiempo fuerte de contemplación, de vida interior, de estudio.
Hoy los problemas graves que plantea la cultura vigente requieren que el sacerdote esté bien alerta acerca de eso, que aprenda bien como se recibe y como se responde a esos problemas. Desgraciadamente creo que hay fallas en este sentido y eso hace temer que los sacerdotes no salgan suficientemente preparados. No hay que creer que la cuestión es puramente práctica, que hay que aprender a decir misa, que hay que aprender a ver cómo se atiende a la gente, como atender un grupo de jóvenes. Todo esto viene después pues primero hay que aprender bien la gran tradición de la Iglesia, la enseñanza de los Padres de la Iglesia, la Sagrada Escritura, la Biblia, la Teología.
Por eso creo que hay que rezar mucho por las vocaciones sacerdotales, por la formación que se da en los Seminarios y que esta sea óptima, y por los sacerdotes. Pidamos que el Señor envíe numerosas vocaciones de modo que la Iglesia pueda cumplir con esto que el Papa Francisco quiere que es una Iglesia en salida, plenamente misionera.
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