Ayer, en su homilía diaria, el Papa Francisco en un gesto de humildad que lo enaltece, ha simplificado la tarea de la Congregación de la Causa de Santos. Como sus palabras pertenecen siempre al Magisterio de la Iglesia, él mismo ha procedido a identificarse con el Buen Pastor y con Nuestro Señor: él, Francisco, sufre, calla y reza cuando es perseguido por el Gran Acusador.
La semana pasada emitió magisterialmente la premisa mayor del silogismo: “El Gran Acusador anda suelto acusando a los obispos”, y ayer la completó: “Los acusados por el Gran Acusador deben imitar a Jesucristo: callar frente a los acusadores como Pilato”.
La premisa menor ya la había expresado en el avión que lo llevaba de regreso a Roma: “No diré nada con respecto a la declaración de la Mons. Carlo Maria Viganò. Callaré”.
La conclusión la deben sacar los fieles: la razón por la que el Santo Padre calla frente a las acusaciones, que son obra del demonio, no es porque no tenga nada que decir, sino porque imita a Nuestro Señor.
Sí, el Papa Francisco es otro Cristo, con todas las virtudes del Redentor. Un santo en vida.
¡Descarado!
TheWanderer
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