Monseñor Héctor Aguer se refirió a las diferentes maneras de ataque a la Iglesia y se detuvo particularmente en el tema educativo preguntándose: “¿qué se propone?”, “¿Educación sexual integral o corrupción de menores?”.
Después del fracaso en el Senado de la Nación de la ley abortista, parece que han recrudecido los ataques contra la Iglesia. Ha habido enojos, pintadas, insultos y, luego también la insistencia en que la derrota no ha sido tal y que la victoria de los pro-vida ha sido una victoria pírrica, porque ahora con la introducción de la nueva fórmula del Código Penal se trataría de introducir, de alguna manera, aquello que no pudo ser por vía legislativa.
En realidad, yo pienso que hace tiempo que la enemistad contra la Iglesia se viene manifestando en cosas concretas. Diría que hace unos 35 años, más o menos, porque la “democracia recuperada” nos ha regalado el divorcio vincular que ha destruido el matrimonio y con él la familia. Hoy día la mayor parte de la gente no se casa y, a propósito, yo suelo citar una frase preciosa de Eva Perón que, en un mensaje a un Congreso de Mujeres de Barcelona, dijo refiriéndose al Siglo XX: “nuestro siglo será llamado el siglo del feminismo victorioso. La victoria del feminismo consiste en la indisolubilidad del matrimonio y la presencia de la mujer en el hogar”. Con el divorcio se ha borrado ese valor del humanismo cristiano.
Después vino lo de la educación sexual, que ahora se la pretende llamar integral y que fue la repartija, a mansalva, de preservativos y anticonceptivos. Eso no dio resultado, porque han intentado el recurso extremo del aborto. Quiere decir que la cosa no funcionó, que la gente no los usa, que no los sabe usar o están fallando, qué se yo. Luego vino el “matrimonio igualitario” con lo cual se introdujo la ideología de género y, hoy día, vaya uno a decir lo que estoy diciendo acá, porque enseguida lo denuncian ante el INADI por discriminador. Porque si uno sostiene que la única discriminación que existe es la que aparece en el Génesis 1,27 que dice: “Dios creó al ser humano a su imagen, a imagen de Dios los creó, varón y mujer lo creó”. Van a decir que es un discriminador porque ahora hay numerosas combinaciones posibles, géneros y transgéneros han reemplazado al sexo. En los hospitales de niños, donde tantos niños sufren esperando ser atendidos, se han establecido secciones especiales para tratar niños trans que pasan a ser de varones a mujeres o de mujeres a varones. Ínfima cantidad por supuesto, agrandada por el periodismo, pero los grandes problemas de la salud pública no son atendidos. Además han aumentado increíblemente las enfermedades de transmisión por vía sexual. ¡La sífilis, por ejemplo, que parecía una peste del pasado! No se quiere reconocer que la violación de la naturaleza tiene su terrible costo.
Vuelvo a lo de la educación sexual aunque ya otras veces he hablado de esto. Es que ahora desde el Ministerio de Educación de la Nación se viene una andanada muy fuerte, y con la calumnia de que la Iglesia no cumple con este ámbito de la educación, lo cual es falso. Nosotros, en nuestros colegios católicos, tenemos educación sexual, que llamamos corresponde: “Educación para el amor, la castidad, el matrimonio y la familia” Nuevas disposiciones legislativas agravan las ya vigentes con el intento de naturalizar lo antinatural. El intento perverso comienza por el jardín de infantes. ¡Corrupción de menores!
En realidad, yo pienso que hace tiempo que la enemistad contra la Iglesia se viene manifestando en cosas concretas. Diría que hace unos 35 años, más o menos, porque la “democracia recuperada” nos ha regalado el divorcio vincular que ha destruido el matrimonio y con él la familia. Hoy día la mayor parte de la gente no se casa y, a propósito, yo suelo citar una frase preciosa de Eva Perón que, en un mensaje a un Congreso de Mujeres de Barcelona, dijo refiriéndose al Siglo XX: “nuestro siglo será llamado el siglo del feminismo victorioso. La victoria del feminismo consiste en la indisolubilidad del matrimonio y la presencia de la mujer en el hogar”. Con el divorcio se ha borrado ese valor del humanismo cristiano.
Después vino lo de la educación sexual, que ahora se la pretende llamar integral y que fue la repartija, a mansalva, de preservativos y anticonceptivos. Eso no dio resultado, porque han intentado el recurso extremo del aborto. Quiere decir que la cosa no funcionó, que la gente no los usa, que no los sabe usar o están fallando, qué se yo. Luego vino el “matrimonio igualitario” con lo cual se introdujo la ideología de género y, hoy día, vaya uno a decir lo que estoy diciendo acá, porque enseguida lo denuncian ante el INADI por discriminador. Porque si uno sostiene que la única discriminación que existe es la que aparece en el Génesis 1,27 que dice: “Dios creó al ser humano a su imagen, a imagen de Dios los creó, varón y mujer lo creó”. Van a decir que es un discriminador porque ahora hay numerosas combinaciones posibles, géneros y transgéneros han reemplazado al sexo. En los hospitales de niños, donde tantos niños sufren esperando ser atendidos, se han establecido secciones especiales para tratar niños trans que pasan a ser de varones a mujeres o de mujeres a varones. Ínfima cantidad por supuesto, agrandada por el periodismo, pero los grandes problemas de la salud pública no son atendidos. Además han aumentado increíblemente las enfermedades de transmisión por vía sexual. ¡La sífilis, por ejemplo, que parecía una peste del pasado! No se quiere reconocer que la violación de la naturaleza tiene su terrible costo.
Vuelvo a lo de la educación sexual aunque ya otras veces he hablado de esto. Es que ahora desde el Ministerio de Educación de la Nación se viene una andanada muy fuerte, y con la calumnia de que la Iglesia no cumple con este ámbito de la educación, lo cual es falso. Nosotros, en nuestros colegios católicos, tenemos educación sexual, que llamamos corresponde: “Educación para el amor, la castidad, el matrimonio y la familia” Nuevas disposiciones legislativas agravan las ya vigentes con el intento de naturalizar lo antinatural. El intento perverso comienza por el jardín de infantes. ¡Corrupción de menores!
Fíjense qué paradoja: el Estado no cumple con sus propias obligaciones y quieren hacernos cumplir a nosotros lo que va en contra de nuestras convicciones. Pienso en la Provincia de Buenos Aires. En el artículo 199 de la Constitución Provincial de Buenos Aires, promulgada en el año 1994, se lee: “los escolares bonaerenses deben recibir una educación integral, de sentido trascendente, según los principios de la moral cristiana respetando la libertad de conciencia”. Eso está dicho de las escuelas estatales, de gestión pública, no de las nuestras, es obvio, pero nunca se cumplió. O sea que los Gobiernos desde 1994 han incumplido con el Artículo 199 de la Constitución pero no solo eso, ahora quieren enchufarnos a nosotros, en nuestras escuelas, que enseñemos contra la libertad que asiste a las familias y a la Iglesia, lo que habría que llamar, en realidad, perversión sexual integral.
Uso, a propósito, la palabra perversión porque es la palabra que usa Sigmund Freud en su “Introducción al Psicoanálisis”. Allí enumera once perversiones y no las nombro a todas, entre las que hay vicios horrendos. Dos de ellas son el onanismo, vale decir el evitar los hijos mediante relaciones con medios que lo impidan y la sodomía o sea el encuentro sexual de varones con varones. Freud dice que son perversiones. ¿Por qué? Porque se bloquea allí la finalidad esencial del acto sexual que es transmitir la vida. No lo está diciendo San Pablo ni San Juan Pablo II, sino que lo dice Sigmund Freud en esa “Introducción al Psicoanálisis” y dice, además, que “esas perversiones son actos impúdicos porque en ellos el cuerpo se da como carne y no de un modo verdaderamente personal” La enseñanza moral cristiana no es un código imposible de observar; es, simplemente, la puesta en claro de la ley natural.
Uso, a propósito, la palabra perversión porque es la palabra que usa Sigmund Freud en su “Introducción al Psicoanálisis”. Allí enumera once perversiones y no las nombro a todas, entre las que hay vicios horrendos. Dos de ellas son el onanismo, vale decir el evitar los hijos mediante relaciones con medios que lo impidan y la sodomía o sea el encuentro sexual de varones con varones. Freud dice que son perversiones. ¿Por qué? Porque se bloquea allí la finalidad esencial del acto sexual que es transmitir la vida. No lo está diciendo San Pablo ni San Juan Pablo II, sino que lo dice Sigmund Freud en esa “Introducción al Psicoanálisis” y dice, además, que “esas perversiones son actos impúdicos porque en ellos el cuerpo se da como carne y no de un modo verdaderamente personal” La enseñanza moral cristiana no es un código imposible de observar; es, simplemente, la puesta en claro de la ley natural.
Observen ustedes cómo desde un punto de vista psicológico, psiquiátrico, se puede enfocar esto mismo que nosotros advertimos en su dimensión moral. Esto es lo que se quiere imponer a la nueva juventud argentina. ¿Qué va a pasar? La Iglesia debe resistir a que le impongan programas, textos, profesores, que van a enseñar en materia de educación sexual lo contrario de la moral cristiana y espero que algún Gobierno de la Provincia de Buenos Aires desempolve el Artículo 199 que los legisladores desconocen olímpicamente, y enseñen en las escuelas moral cristiana. Y es así cómo la gente va a ser un poquito más buena. Tal vez antes, quizás, habría que preocuparse para que salgan del colegio estatal sabiendo leer y escribir.
Lo que está en juego en estos lares legislativos es la libertad de enseñanza, siempre asediada en la Argentina por un atavismo totalitario, del gobierno que sea. Espero que tantos expertos en derecho constitucional, que podrían hacerlo, ayuden a que muchas familias, tanto de la escuela estatal como de gestión privada, presenten ante los tribunales correspondientes, acciones de inconstitucionalidad contra leyes inocuas.
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